Roberto Rodríguez, un fiscal cubano que volvió a su gran pasión: los libros

  • Vitoria.- El cubano Roberto Rodríguez Lastre llegó a España en 1995 con un permiso de seis meses para participar en un curso en la Universidad del País Vasco, cuando trabajaba para la Fiscalía General de su país, y aquí se quedó para dedicarse a su gran pasión: los libros.

Roberto Rodríguez, un fiscal cubano que volvió a su gran pasión: los libros
Roberto Rodríguez, un fiscal cubano que volvió a su gran pasión: los libros

Vitoria.- El cubano Roberto Rodríguez Lastre llegó a España en 1995 con un permiso de seis meses para participar en un curso en la Universidad del País Vasco, cuando trabajaba para la Fiscalía General de su país, y aquí se quedó para dedicarse a su gran pasión: los libros.

Este escritor y fiscal cubano viajó al País Vasco para participar en un curso y aprovechó su salida de la isla para dejar atrás una brillante trayectoria profesional que se estaba desviando de lo que él esperaba, porque el régimen no le dejaba desarrollarse profesionalmente y se sentía "acorralado".

Se afincó en Vitoria, donde dirige la editorial "Arte activo" (AA), regresando así a los libros.

Pregunta: ¿La literatura ha sido desde siempre su gran pasión?

Respuesta: Sí, en La Habana me conocían como el "niño viejo", por mi afición a la escritura y la lectura, porque no hacía las mismas cosas que los niños de mi edad. Empecé a escribir a los diez años y en 1984 gané el Premio Nacional de Cuentos en Cuba.

P: ¿Por qué un niño apasionado por la lectura acabó estudiando Derecho?

R: Grandes poetas cubanos fueron abogados, como Carlos Manuel de Céspedes, el considerado padre de la Patria, o José Lezama Lima.

P: Fue miembro de la Fiscalía General de la República, fiscal antidroga y anticorrupción. ¿Por qué dejó esta exitosa trayectoria profesional?

R: Me molestó mucho darme cuenta de que no se aceptaba ningún tipo de reforma. Querías abrir un agujero para que se escuchara tu voz, pero eso se volvía en tu contra. Todo en Cuba está excesivamente politizado y cualquier cosa que digas tiene una proyección.

P:¿Cuándo y por qué llegó a España?

R: Hasta entonces nunca había pensado en emigrar. En 1995 pedí una excedencia de seis meses para hacer un máster en Oñati (Guipúzcoa), en la Universidad del País Vasco, y ya no regresé. Abandoné mis funciones públicas y al no volver cometí un delito.

P: ¿Ha vuelto a Cuba desde entonces? ¿Teme represalias si lo hace?

R: No, no he regresado todavía. Mi hermano, ingeniero que trabajó en el Ministerio de Interior y que salió de la isla antes que yo, pidió recientemente un visado y no se lo concedieron.

P:¿Ha tenido tentaciones de meterse en política?

R: Nunca he participado en fiestas cubanas en el extranjero, ni he querido meterme en política. Soy escritor y editor y al venir aquí dejé toda la presión política y jurídica para hacer un acto de libertad y dedicarme a escribir y editar libros.

P: ¿Cómo recuerda el inicio de su nueva vida en España?

R: Fue muy difícil, porque yo llegué con 30.000 pesetas. Fue muy trabajoso porque en Cuba todo el mundo tiene un colchón social, que te permitía vivir aunque se te acabase el sueldo. Aquí no lo tenía.

P: ¿La integración habrá sido mucho más fácil por hablar el mismo idioma que si viniera de otra cultura, como una anglosajona?

R: Aunque hablemos el mismo idioma, tenemos estructuras sociales diferentes: la amistad o las relaciones de pareja se basan en diferentes parámetros. Nosotros allí damos mucho valor a la comunicación, quizás porque vivimos en una isla, y aquí antes de la comunicación hay otros conceptos más pragmáticos.

P: ¿Le ha resultado fácil pasar de un sistema comunista a una economía de mercado?

R: Para mí fue muy duro ver que con el trabajo de alguien me podía ganar un dinero.

Julián Negro

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