Rosendo lanza nuevos dardos en "A veces cuesta llegar al estribillo"

  • Madrid.- Veinte discos y cien canciones después, Rosendo confiesa sus desvelos compositivos con "A veces cuesta llegar al estribillo", un álbum "básico y sencillo" en el que vuelve a criticar "lo mismo de siempre: lo mal que nos llevamos, la mala leche que hay y lo chungos que son los políticos".

Rosendo lanza nuevos dardos en "A veces cuesta llegar al estribillo"
Rosendo lanza nuevos dardos en "A veces cuesta llegar al estribillo"

Madrid.- Veinte discos y cien canciones después, Rosendo confiesa sus desvelos compositivos con "A veces cuesta llegar al estribillo", un álbum "básico y sencillo" en el que vuelve a criticar "lo mismo de siempre: lo mal que nos llevamos, la mala leche que hay y lo chungos que son los políticos".

"La situación es crítica y hay muchas cosas por las que quejarse", explica a Efe el rockero de Carabanchel, que siempre ha entendido el rock 'n' roll como "una herramienta de transgresión para decir que 'no' cuando no te gusta lo que ves".

Si el asunto consiste en aunar imágenes y mal gusto, Rosendo ha encontrado un filón en los programas del corazón, retratados con dureza en "Mala tiña". "Critica esa infamia denigrante que encima funciona; veo a Belén Esteban y me pregunto cómo es posible que medio país esté envenenado con esas historias", lamenta el autor.

De corte más apocalíptico, "Amenaza desastre" reflexiona sobre "esa sensación de que algo está a punto de estallar". "Sales a la calle y la gente está agobiada, buscando una salida, porque nadie sabe qué va a pasar al día siguiente", apunta el guitarrista, que no muestra mayor optimismo en "Amenaza desastre".

"Es una canción muy sarcástica sobre la ausencia de escapatoria. Es lo que nos ha traído la globalización: la extensión del problema a escala mundial. Te puedes mudar a otro continente, pero las dificultades seguirán ahí", afirma el guitarrista.

Los poderes fácticos tampoco escapan al afilado juicio de Rosendo, que en "Angelitos" ataca a "los políticos, la Iglesia o la religión. "Son los que nos han puteado toda la vida y los que van a seguir haciéndolo. Seguramente irán al cielo, porque son los que se lo han inventado", desliza el músico con indisimulada ironía.

La oscuridad general del álbum se compensa con el optimismo de piezas como "La cera que arde", en la que el vocalista da cuenta del buen momento personal que atraviesa. "Me siento bien; me ha costado mucho llegar a donde estoy, pero vivo de la música, que para mí era un sueño impensable hace años", asegura.

"Quizás podría haber ganado más dinero, pero estoy contento con lo que tengo. Ahora me estoy haciendo una casa en el pueblo, un sitio fuera de Madrid para ir a relajarme, y no le pido más a la vida", confirma Rosendo, algo contrariado por los cambios que ha sufrido su ciudad en los últimos años.

"Madrid cambia de una forma que ya me va costando más entender. Mi barrio es muy distinto, ya casi no se hace vida en la calle, lo de hablar con los vecinos se ha perdido. Llegará un momento en que la vida no será la que yo conocía, porque me he hecho viejo y los años te cambian", manifiesta con resignación.

A pesar de "los achaques" propios de sus 56 primaveras, el artista aún mantiene "las ganas" de afrontar nuevos desafíos. "Cada vez que haces un disco, aprendes cosas que quieres utilizar en el siguiente. Tengo muchos alicientes e inquietudes, así que sería absurdo no aprovechar las oportunidades", asevera.

Entre esos retos se encuentra el formato acústico, un estilo que Rosendo ha atacado, por primera vez en su carrera, en la canción "Rompe la cadena". "Aún no me atrevo a tocarla en directo, pero quiero pillarle el truco", declara entre risas

Por otro lado, la crisis económica también ha hecho mella en la temporada de conciertos de Rosendo, que confía en firmar las actuaciones necesarias para "salvar el año". "La cosa está muy mal, los ayuntamientos han recortado el presupuesto para las fiestas y ahora, en vez de un figurón, se llevan a una orquesta", concluye.

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