Sanfermines: el toro en todas sus composiciones, en el ruedo y en la calle

  • El culto al toro como expresión festiva es el sello inconfundible de los sanfermines que arrancan mañana en Pamplona, una celebración universal y exagerada que tiene como eje al bravo animal en todas sus composiciones, en el ruedo y en la calle.

Juan Miguel Núñez

Pamplona, 5 jul.- El culto al toro como expresión festiva es el sello inconfundible de los sanfermines que arrancan mañana en Pamplona, una celebración universal y exagerada que tiene como eje al bravo animal en todas sus composiciones, en el ruedo y en la calle.

Del 7 al 14 de julio próximos, ocho días de emoción y vértigo, que confieren carácter al ciclo, por el desafío constante y temerario en el encierro matinal, y en el que multitud de mozos corren delante de los toros desde los corrales situados a algo menos de un kilómetro de la plaza, en la que por la tarde se celebra la corrida y en la que los toreros son ya los únicos actores.

Una fiesta absolutamente diferente y llena de ritos, que se cumplen a rajatabla a pesar del aparente desorden por el agobio de espacios rebosantes de participantes, lo mismo en los cánticos a modo de plegaria al Santo pidiéndole protección en el encierro, que en las normas para correr entre las astas de los toros.

Quizás donde el corredor es menos riguroso con la liturgia taurina es en la corrida en si misma, por la tarde, ya que la atención y el silencio previos a la emoción por la actitud y destreza del torero frente al toro, en esta plaza tiene fondo y forma de jarana.

Canciones y pantagruélicas meriendas proyectan la algarabía en los tendidos de "sol", cuyos ocupantes viven el festejo casi siempre ajenos al ruedo. Es otro espectáculo dentro de la misma corrida, que "la sombra", la otra parte de la plaza, contempla atónita, a veces incluso con malhumor por lo que se supone de falta de respeto al hombre que se juega la vida.

Pero también hay pasajes desde la ironía con la que actúan los revoltosos y bullangueros mozos, que ponen la verdadera "chispa" de lo que está pasando no ya en la plaza si no en un contexto más amplio, bien sea político o social, o de cualquier naturaleza.

Eso sí, cuando en el ruedo ocurra algo extraordinario de verdad, serán los más inquietos los que se vuelquen más apasionadamente valorándolo desde un punto de vista más positivo.

Por eso Pamplona es diferente. Por su ambiente singular y proverbial. Porque el toro que sale aquí es de aparatosa morfología, largo y hondo de tipo además de lucir amplia cornamenta, y también santo y seña de bravura en base al comportamiento que las ganaderías contratadas tienen en otras plazas de máxima categoría.

También por ello no es fácil contar con las figuras. Pero ésa es la esencia de los sanfermines, cuya configuración actual surgió en 1959, cuando Pamplona llevaba ya mucho tiempo dando toros por San Fermín, y surgió un problema en la contratación de los dos más importantes de aquel año, Antonio Ordóñez y Luis Miguel Dominguín.

Entonces se pensó en el toro como eje de "la Fiesta", prescindiendo de ambos. La apuesta fue por las divisas de relumbrón, y así se hace desde entonces. De hecho, la Casa de Misericordia, propietaria de la plaza, trabaja indefectiblemente en esta dirección, eligiendo primero las ganaderías, cuya lista facilita en diciembre, y a partir de ahí llama a los toreros.

Claro que tampoco es inflexible en el capítulo torista, y así, con las ganaderías que no quieren ver ni en pintura los de más caché, como son Miura, Cebada Gago, Dolores Aguirre y Fuente Ymbro, se alternan otras teóricamente más fáciles como El Pilar, Torrehandilla, Victoriano del Río y Juan Pedro Domecq.

Así y todo, los toreros de arriba que han aceptado venir a estos sanfermines son El Juli -el único que hace doblete-, Castella, Perera y Talavante. Los ausentes más notables son Morante y Manzanares, pues no cuentan Ponce, que anunció el pasado año su despedida de Pamplona después ser asiduo durante muchos años, ni José Tomás por su peculiar planteamiento de temporada con tres corridas sólo.

Otros alicientes son la comparecencia del veterano Juan Mora, y de los emergentes Fandiño y David Mora, y los que se han revelado este año en San Isidro con importante proyección, es decir, Luque, Morenito, Pinar, Gallo, Tejela y Castaño. También a Nazaré le respalda una buena actuación en Sevilla. Como a Padilla su propio palmarés en esta plaza, y a Ferrera el reciente triunfo en Badajoz con seis "victorinos".

Los Joselillo, Rafaelillo, Robleño, Marco, César Jiménez, Jiménez Fortes y Fandi, no están exentos de dar la sorpresa.

El toro va a salir para todos, también para los corredores. A unos y otros, que Dios reparta suerte.

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