Sanz Lobato: Los más torpes son los que tratan de romper con los clásicos

  • Alfredo Valenzuela.

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 28 ene.- El veterano fotógrafo Rafael Sanz Lobato, maestro de fotógrafos como Cristina García Rodero, expone en Sevilla su antológica "Fotografías 1960-2008", que podrá verse en Madrid a partir de mayo, y ha dicho a Efe que los más torpes son los que tratan de romper con los clásicos.

Nacido en Sevilla en 1934, pero vecino de Madrid desde los nueve años, Sanz Lobato, Medalla al Mérito de las Bellas Artes en 2003 y Premio Nacional en 2011, ha hecho escuela en el documentalismo fotográfico con series como "A rapa das bestas" y "Jueves Santo y Viernes Santo en Bercianos de Aliste".

Pregunta.- ¿Las fotos se buscan o se encuentran?

Respuesta.- Las dos cosas. Tienes que saber lo que andas buscando, pero también hay que tomar decisiones en una fracción de segundo. La fotografía documental es como la caza de la perdiz a la mano que, a diferencia del ojeo, que es un asesinato, hay que salir al campo con el dedo en el gatillo y ser muy rápido. A veces vuelves con media docena de perdices y otras con el morral vacío.

P.- ¿Qué tiene el blanco y negro que no tenga el color?

R.- Alguien dijo que si lo primero hubiera sido el color, luego se hubiera inventado el blanco y negro como un segundo paso más creativo. El blanco y negro es al color lo que el grabado a la pintura. Es una simplificación de las líneas. Cuanto más oscuro, más misterio.

P.- Estuvo en París en el 68 pero en vez de disturbios retrató a dos niñas comiéndose un helado...

R.- ¡Es que fui en octubre!

P.- Creí que era porque el fotógrafo tenía que mirar de otra manera...

R.- Se dice que todos miran pero pocos ven. He sido un documentalista de fin de semana. En la bolsa de viaje metía dos máquinas, tres objetivos y el cepillo de dientes... En Génova, en dos horas hice seis de mis fotografías que se consideran más importantes.

P.- ¿Queda mucho de la España que ha inmortalizado?

R.- No ha desaparecido pero ha cambiado. Cuando yo estaba muy marginado y sin posibilidad de hacer exposiciones, el fotógrafo cubano Jesse Fernández me dijo que tenía la obligación de dar a conocer mis fotos porque pertenecían a una España que había desaparecido o estaba cambiando.

P.- ¿Era España tan dura como aparece en sus imágenes?

R.- Sí, sí, sí. Nunca he pretendido hacer denuncia social, sino documentar esas cosas tan atractivas, aunque de ellas se desprenda un cariz social, y antropológico. Los pueblos eran muy pobres. A veces acababa en el cuartelillo de la Guardia Civil, donde me preguntaban por qué fotografiaba las partes viejas del pueblo.

P.- ¿Sus fotos carecen de glamour?

R.- Ni lo sé ni me importa, aunque dicen que soy un fotógrafo esteta.

P.- ¿Es más interesante fotografiar a un ganadero gallego que a una "top model"?

R.- Sí, me ha llamado mucho más la atención. Trabajé veinticinco años en publicidad y tuve acceso a ese mundo de las modelos, pero era muy aburrido. He comido de la publicidad pero he vivido de mi obra creativa.

P.- ¿Le interesa más la tradición que la vanguardia?

R.- Dudo mucho de las vanguardias. Hay un clasicismo y los más torpes son los que tratan de romperlo. El documentalismo es la faceta más importante de la fotografía. Quién no se emociona al ver un retrato del XIX, de Sarah Bernard o de Bernard Shaw. Esa es la memoria histórica, que desaparecerá con la digitalización porque nadie imprime las fotos, y dentro de cincuenta años no habrá memoria histórica.

P.- Se dice que ha creado escuela. ¿Está satisfecho de sus discípulos?

R.- Lo dudo. Soy una persona sencilla y modesta, salvo cuando hay que defender la fotografía, que entonces me transformo en martillo de herejes.

P.- ¿Cuál es el sitio más raro al que ha ido para hacer una foto?

R.- Quizás Las Hurdes. Cuando veían la cámara se metían en las casas. Me hubiera gustado viajar más por la piel de toro, y documentar Andalucía, los pueblos blancos y los de Huelva en la frontera con Portugal.

P.- ¿Y la región española más fotografiable?

R.- Castilla la Vieja tiene mucha fuerza. Castilla la Nueva también. Y Galicia, y la comarca de La Vega, entre Ávila y Cáceres, y el sur de Salamanca.

P.- ¿Lleva mucho tiempo hacer un buen retrato?

R.- No mucho. No se puede hacer en tres segundos pero tampoco puedes someter a la gente a tres horas. Eso de sacar el interior es una cursilada. Yo buscaba un tic con fuerza suficiente para que el retrato fuera efectivo, con los menos disparos posibles. Pese a ser progresista en el Partido Socialista no me han hecho ni puñetero caso. Por mi estudio han pasado cuatrocientos políticos del PP. Y Bárcenas era el que me pagaba.

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