Saul Bass, el mejor diseñador de créditos de la historia del cine

  • 2022 El diseñador trabajó con grandes del cine, como Otto Preminger, Alfred Hitchcock o Martin Scorsese.

    2022 Una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madridrememora sus mejores carteles para la gran pantalla.

Saul Bass elevó los títulos de crédito a la categoría de arte. El diseñador gráfico norteamericano consiguió que se convirtieran en una manera de introducir al espectador en la película y no solo en una simple sucesión de los nombres de técnicos y actores.

Formas geométricas simples, colores puros y una habilidad especial para captar el espíritu del largometraje con muy pocos elementos fueron sus señas de identidad. Unas características presentes también en sus carteles de películas, capaces de explicar mejor que las sinopsis el argumento de un filme.

Ahí están para demostrarlo sus pósteres para Vértigo, El hombre del brazo de oro, Psicosis, Horizontes de grandeza o Anatomía de un asesinato.

El Círculo de Bellas Artes de Madrid le dedica un homenaje donde se pueden apreciar algunos de sus mejores carteles para el cine, pertenecientes a la colección privada del director Gerardo Vera, hasta el 13 de enero, y un ciclo de películas que recoge sus trabajos de diseñador de títulos de crédito para Otto Preminger, Alfred Hitchcock o William Wyler, entre otros.

La vigencia de Bass está fuera de toda duda. El artista neoyorquino sigue inspirando a muchos diseñadores actuales 16 años después de su muerte. Solo hay que ver los títulos iniciales de la serie Mad Men. Ese ejecutivo que cae de un gran edificio es un homenaje al cartel de Vértigo de Alfred Hitchcock.

Curiosamente, al igual que los protagonistas de Mad Men, el diseñador gráfico se ganó su reconocido prestigio en el campo de la publicidad. Suyos fueron logotipos para marcas tan conocidas como los pañuelos Kleenex, la aerolínea United Airlines o las cámaras Minolta.

Su gran oportunidad en el mundo del cine le llegó cuando el director Otto Preminger le encargó el póster de la película musical Carmen Jones. El realizador austriaco, gratamente impresionado con su cartel, decidió que Bass sea también el creador de los títulos de crédito iniciales.

Comienza así una larga colaboración entre el cineasta y el artista neoyorquino que tuvo uno de sus puntos culminantes en El hombre del brazo de oro. Bass resumió con maestría las andanzas de un músico heroinómano en una simple imagen de un brazo quebrado.

Igualmente efectivo resultó el cartel y los títulos de crédito de Anatomía de un asesinato. El dibujo de un cuerpo diseccionado trasmitía perfectamente la idea central de un filme, que nos mostraba un juicio por homicidio.

No obstante, quizá sus trabajos más recordados sean los que realizó para Alfred Hitchcock, en Vértigo, Con la muerte en los talones o Psicosis. El diseñador sacó el máximo partido de los elementos geométricos para ofrecernos unos carteles impactantes y unos inquietantes títulos de crédito que adquirían una relevancia aún mayor gracias a la partitura de Bernard Herrmann.

Su labor adquirió especial relevancia en Psicosis, donde también se encargó de realizar los storyboards del filme. Incluso le otorgan la autoría de la famosa escena de la ducha donde Anthony Perkins apuñala a Janet Leigh.

Lejos de su colaboración con los maestros del cine, Bass también enseñó su talento en cintas de gran presupuesto dirigidas por artesanos del viejo Hollywood. Sus dibujos animados para La vuelta al mundo en 80 días superan al resto de la película dirigida por Michael Anderson.

Por otra parte, su aportación a West Side Story ha quedado en la memoria colectiva. El póster, una simple escalera con dos monigotes bailando, es un icono del cine musical. Los títulos de crédito, también firmados por Bass, crean una cierta ruptura de su estilo habitual al mostrarnos los nombres de actores y técnicos escritos con tiza en los decorados.

Bass también tuvo tiempo para desarrollar su labor como director en el largometraje Phase IV y varios cortos. Uno de ellos, Why man creates, consiguió el Óscar de la Academia.

Poco solicitado por los cineastas de Hollywood durante los años 70 y 80, el nombre del artista neoyorquino volvería a resurgir con fuerza en los 90 de la mano de Martin Scorsese.

Scorsese requirió de sus servicios en Uno de los nuestros, La edad de la inocencia, El cabo del terror o Casino. En esta última ofreció para su adiós cinematográfico unas bellas imágenes que mezclaban a Robert De Niro saltando por los aires y los neones de Las Vegas.

Era una despedida para una carrera llena de grandes carteles de cine y personales comienzos de película.

Julio Vallejo | aviondepapel.tv
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