Se ha ido Mingote, el lápiz que interpretó la cotidianidad española

  • Para Antonio Mingote, el hombre que hizo del humor la lupa del siglo XX y que la sonrisa sustituyera a los dardos agrios que encierran las noticias, su trabajo era "razonar más allá de lo razonable" y tener "claridad de juicio". Ideas que hablan de la bonhomía de este jocoso intérprete de la vida.

Carmen Sigüenza

Madrid, 3 abr.- Para Antonio Mingote, el hombre que hizo del humor la lupa del siglo XX y que la sonrisa sustituyera a los dardos agrios que encierran las noticias, su trabajo era "razonar más allá de lo razonable" y tener "claridad de juicio". Ideas que hablan de la bonhomía de este jocoso intérprete de la vida.

Una vida plena a la que hoy ha dicho adiós el humorista y humanista, que ha fallecido a los 93 años de edad, pero sin faltar a su cita diaria con los lectores del diario ABC, donde ha trabajado 59 años hasta hoy, que ha vuelto a estar presente con un viñeta en la que se ve a una mujer en la cama, junto a su amante, y que queda sorprendida por el regreso inesperado de su marido.

Pobres, marquesas, burguesas, aristócratas, náufragos, toreros, políticos, "zascandiles", "pudibundos", "zangolotinos", "mojigatos", "alindongados", "currucatos", "chisgarabises", "zascandiles", "fifiriches" o "mojigatos", como él mismo les denominaba y acuñaba, eran protagonistas de sus viñetas.

Todos eran material o arcilla que utilizaba el ilustrador para tomar el pulso a la vida, a través de las viñetas que siempre han sido un espejo en el que se reflejaba la sociedad española.

De ahí, como escribe Forges, que sus dibujos fueran "esenciales para entender el devenir reciente de España".

Dibujante, escritor, académico de la Lengua y hasta marqués de Daroca, título que le concedió el rey, Antonio Mingote, que nació en Sitges en 1919, tenía interés por todo y por todos, y comenzó dibujando de forma autodidacta. Vio su primera ilustración en el suplemento infantil del semanario Blanco y Negro, con tan solo 13 años.

Pasó por la Academia de Transformación de Infantería de Guadalajara; estudió algunos años en la Universidad de Filosofía y Letras, pero fue en Madrid cuando se inició su verdadera carrera con el lápiz, elemento al que unió su talento, y el ojo y el oído en permanente apertura par captar todo lo que aconteciese. Luego lo deformaba y aumentaba, como Valle Inclán y sus esperpentos, para poder verlo así mucho más claro.

Comenzó en 1946, junto a Rafael Azcona y Carlos Clarimón su hacer humorístico gráfico en la revista "La Codorniz".

Siempre se ha considerado que el humor de Mingote destilaba surrealismo, como de sus libros, y se le ha emparentado con los grandes de la época dorada del humor español: Ramón Gómez de la Serna, Tono, Jardiel Poncela y Miguel Mihura.

En color y en blanco y negro, Mingote dibujó de todo. Hizo carteles y vestuarios, y hasta pintó cuadros al óleo de sus conocidos personajes. En una exposición que se hizo en 2003 para celebrar los 50 años de sus dibujos en ABC, Mingote relató que el chiste que más disgustos le causó, sin querer especificar cuál era, fue uno por el que le llamaron del Tribunal de Orden Público y por el que le acusaron de Ultraje a la Nación.

Algo que sería inusual en su carrera porque Mingote no hacía daño, no buscaba el humor negro o sangrante, sino la mera sonrisa de sus los lectores.

Un tejedor de la crónica sentimental española en la que la ciudad de Madrid tuvo especial protagonismo. Artista cervantino, amante de las Meninas y de los árboles, Mingote gozó de la amistad de los que discrepaban con él, porque era un hombre amable y amigo de sus amigos como hoy se destacado desde todos los estamentos.

Hoy Mingote ha puesto su última sonrisa a la vida y recibirá el último adiós en el lugar que amaba y del que era "alcalde honorario", en el madrileño Parque del Retiro.

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