Cómo puedes reconocer el síndrome postvacacional y combatir sus efectos

  • El famoso 'mal' que ataca después de las vacaciones tienen diversas formas de manifestarse, pero puede tratarse de forma sencilla.
síndrome postvacacional
síndrome postvacacional
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Septiembre ya ha llegado y, como todos los años por estas fechas, toca volver a la rutina. El trabajo o las clases nos esperan después de las vacaciones, algo que no solemos llevar nada bien. Porque el fin del verano supone que hasta dentro de un año no podremos disfrutar de días libres sin obligaciones, viajando y disfrutando de nuestros seres queridos sin horarios ni responsabilidades. Por ello, a muchas personas en estas fechas les aparece lo que ha dado en llamarse síndrome postvacacional.

Este 'mal' ya ha sido diagnosticado por los expertos, puesto que lo que empieza de forma tenue puede alargase en el tiempo y derivar en algún tipo de patología. Por ello, conviene identificarlo cuanto antes y tratarlo, algo que no es complicado en su etapa inicial. ¿Y cómo podemos reconocerlo?

Tal y como señalan desde Sanitas, el síndrome postvacacional se manifiesta como un malestar físico y emocional a la hora de encarar la vuelta a la rutina después de las vacaciones. Esto deriva en un rendimiento laboral bajo y problemas en nuestro entorno más cercano. Es decir, en estos días estamos más susceptibles e irritados y es más fácil acabar discutiendo en el ámbito familiar.

Además, puede provocar falta de sueño y apetito, dificultad de concentración, dolores musculares y de estómago, vómitos o mareos. Pero no debemos asustarnos, no se trata de una patología, sino de un trastorno de adaptación que tiene unos síntomas parecidos al estrés. Y es que volver a la rutina a muchas personas les estresa. Los más propensos a sufrirlo son los que han disfrutado de unas vacaciones más largas -desconectan más-, quienes trabajan en un entorno desagradable y que no les guste su labor. Igualmente, también lo sufren más quienes son objeto de 'bullying' tanto en el colegio como en su trabajo.

¿Cómo ponerle freno?

Ante esta tesitura, lo que podemos hacer para acabar con este trastorno y recuperar la normalidad es bastante sencillo y no es necesario acudir al médico para ello, a no ser que la situación se prolongue -no debería durar más de una semana o diez días-. Lo más recomendable es regresar antes de las vacaciones, no el día antes de empezar a trabajar, pues el cambio será muy brusco. Aunque para esto algunos ya llegan tarde, deben apuntarlo para el año que viene. 

Por otra parte, no hay que agobiarse y cargarse de responsabilidades de golpe, sino ir tomando las ocupaciones de forma progresiva. Como señalan desde Sanitas, se pueden ir marcando pequeños objetivos y aumentarlos progresivamente. Por otro lado, el deporte es fundamental para volver a sentirse bien. La práctica deportiva genera endorfinas que mejoran el estado de ánimo y reducen el estrés, por lo que puede ser de gran ayuda para rebajar el malestar. De la misma forma, tampoco debe cogerse de golpe y macharse de buenas a primeras, sino retomar la actividad de forma paulatina.

También es importante recuperar los horarios de sueño cuanto antes. Volver a dormir a la misma hora que antes de las vacaciones, aunque sea septiembre y siga haciendo buen tiempo -lo que hace que apetezca menos acostarse pronto-. Dormir las horas necesarias -entre 7 y 9 al día- proporciona la energía para afrontar el día y reduce el malhumor y la ansiedad. 

Por último, una buena recomendación es hacer nuevas actividades fuera de la oficina que sirvan de aliciente. Septiembre es un buen mes para empezar algo nuevo y cumplir nuevos propósitos. "El objetivo es mantener la mente despierta y fomentar las ilusiones y los retos personales, más allá del horario laboral", aconsejan. 

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