Solitaria oreja para Miguel Abellán en un fracaso ganadero en Guadalajara

  • El torero madrileño Miguel Abellán cortó la única oreja en el tercero festejo de la feria de Guadalajara, una función aburrida y sin apenas historia, principalmente por el desastroso encierro ganadero, de hasta tres hierros diferentes.

Javier López

Guadalajara, 13 sep.- El torero madrileño Miguel Abellán cortó la única oreja en el tercero festejo de la feria de Guadalajara, una función aburrida y sin apenas historia, principalmente por el desastroso encierro ganadero, de hasta tres hierros diferentes.

FICHA DEL FESTEJO.- Tres toros -primero, tercero, cuarto, éste como sobrero de uno de José Vázquez, y sexto- de Los Bayones, dos -el segundo- de José Vázquez y uno -el quinto- de Abilio y Ramiro Hernández, que sustituyeron a los inicialmente anunciados de las Ramblas, mal presentados por las enormes desigualdades entre unos y otros, y de muy poco juego, descastados, blandos y deslucidos.

Juan José Padilla: pinchazo, media que acaba tragándose y descabello (pitos); y estocada corta y descabello (silencio).

Miguel Abellán: pinchazo y estocada (oreja); y pinchazo, media y descabello (vuelta al ruedo tras fuerte petición de oreja).

Manuel Jesús "El Cid": pinchazo, estocada y cinco descabellos (silencio); y pinchazo, estocada y descabello (silencio).

La plaza tuvo algo más de media entrada en tarde agradable.

---------------------

CONTRA VIENTO Y MAREA

La tarde de hoy en Guadalajara bajó el tono triunfal de los dos días anteriores, y lo hizo, sobre todo, por el sorprendente y, a la postre, decepcionante baile de corrales que hubo antes del festejo, al desecharse los seis toros de Las Ramblas, inicialmente anunciados, por otros tantos de hasta tres hierros diferentes.

Animales de muy feas y dispares hechuras, y, algo mucho peor, vacíos por dentro. Un suspenso en toda regla en cuanto a presencia y esencia de los astados, a la postre, lo más censurable de una corrida marcada a fuego por ese preocupante desajuste ganadero.

Menos mal que hubo un torero, Miguel Abellán, que atraviesa un extraordinario momento profesional, que se encargó de argumentar, salvar y poner un pequeño tinte triunfal a una tarde abogada al fracaso.

El espada madrileño estuvo por encima de su primero, un toro de José Vázquez que simplemente no sirvió, con el que Abellán hizo un notorio esfuerzo en una faena argumentada por el pitón derecho, por donde extrajo meritorios muletazos. Al cambiarse de mano llegó una fea voltereta, de la se que se rehizo para volver a la carga y pegarse el arrimón con el animal ya prácticamente en las últimas.

Un final a base de adornos y desplante de rodillas incluido fue el corolario a una labor rubricada a la segunda con la espada, pero así y todo cortó una oreja.

Abellán salió decidido en el quinto, de Abilio y Ramiro Hernández, al que saludó con una larga cambiada en el tercio y posteriores verónicas de buen corte. La faena de muleta tuvo también su consistencia por el mérito del torero de imponerse a las dificultades planteadas por el flojo y desclasado astado, aunque se cerraría la Puerta Grande en la suerte suprema.

A Padilla no se le vio tan metido en la tarde como en otras ocasiones. El "Ciclón de Jerez", muy querido en Guadalajara, esta vez no fue él, especialmente en su primero, de Los Bayones, con el que ni siquiera puso los palos, su gran especialidad, y con el que optó por abreviar en la muleta dada la absoluta falta de casta de su rival, que se paró a las primeras de cambio.

A la gente no le gustó la falta de ánimo y el conformismo del torero, y le acabó pitando.

A regañadientes accedió Padilla a banderillear al cuarto bis, también de Los Bayones, al que clavó dos pares al cuarteo y otro más "al violín". Otra vez se vio una faena de muleta sin historia por culpa de las nulas opciones del astado, que se rajó enseguida, y también por la propio desánimo del torero, que pasó como una sombra esta tarde en Las Cruces.

Tampoco colaboró el tercero, de Los Bayones, primero del lote de El Cid, un astado a la defensiva, siempre con la cara por las nubes y sin terminar de pasar, y la faena, de muchas probaturas, no pasó de proyecto. No anduvo fino tampoco el sevillano con el descabello y la gente, sumida en un gran bostezo, silenció su labor.

El sexto fue el toro más armónico de la corrida, aunque tampoco desarrollaría nada bueno en el último tercio, donde se vio a un Cid gris y desconfiado.

Mostrar comentarios