Talavante y la cuadrilla de Castaño argumentan un San Isidro invernal

  • Javier López.

Javier López.

Madrid, 1 jun.- La Feria de San Isidro ha dejado para el recuerdo momentos concisos que, por sí solos, han logrado rescatar y hasta argumentar un serial marcado por el frío y la lluvia: la Puerta Grande de Alejandro Talavante y el recital de magisterio de la cuadrilla de Javier Castaño, dos momentos cumbres e imborrables.

Talavante ha sido el nombre triunfal del ciclo por ser capaz de pasar del infierno a la gloria, al remontar el fiasco de encerrona con "victorinos" que le sumió en un pozo de pesadumbre y abatimiento, para acabar reencontrándose al cuajar de forma soberbia un manso encastado de Victoriano del Río, al que cortó las dos orejas.

Por su parte, la cuadrilla de Castaño (Marco Galán, David Adalid y Fernando Sánchez y el picador Tito Sandoval) brillaron sobremanera en las dos tardes en las que estuvo anunciado su matador, que, dicho sea de paso, no estuvo a la altura de tan brillantes subalternos, que dieron una vuelta al ruedo tras banderillear al quinto toro de Cuadri en el festejo que echó el cierre a la feria.

Un hito histórico, pues nunca antes un elenco de toreros de plata había conseguido tan importante reconocimiento en la primera plaza del mundo. Si acaso, el único antecedente que se le asemeja, aquella vuelta al ruedo que dio el picador Anderson Murillo en compañía de su jefe de filas, Luis Francisco Esplá, en el año 2001.

Trece orejas en total se han paseado en el ciclo, sin contar los rejones, un balance engañoso que viene a compensar la notable monotonía habitual en una feria tan larga y plomiza por momentos, pues hay que tener en cuenta que siete de ellos se pasearon en dos tardes, por lo que el aburrimiento ha sido más que notorio un año más, con festejos decepcionantes y otros hasta desesperantes.

En lo positivo cabe destacar que, a pesar de la importante reducción de abonos, la gente, sin embargo, ha respondido en la taquilla, con seis "no hay billetes" y con entradas que han rozado el lleno prácticamente todas las tardes, a excepción de la novillada del día 17, que, al coincidir con la final de la Copa del Rey de fútbol, fue la más pobre con algo más de medio aforo.

Al analizar exhaustivamente los grandes protagonistas de la feria, es necesario remarcar que los toros, salvo excepciones, no han sido lo que se esperaba.

Tan sólo dos corridas, la de Victoriano del Río y la de Alcurrucén, han aprobado en conjunto su paso por Madrid, pues, por lo demás, un par de toros de José Escolar, otros tantos de Parladé, un extraordinario "remiendo" de Carmen Segovia, otro buen toro de Adolfo Martín y una interesante novillada de Nazario Ibáñez.

El resto de ganaderías no han pasado la criba de tan exigente afición, aburrida de tanto encaste "domecq", que ya cansa, y mucho, y decepcionada sobre todo con los "victorinos", el gran fiasco ganadero del ciclo.

A decir verdad ha habido más toreros capaces que toros propicios para el triunfo.

Nombres importantes que han dejado huella triunfal en la feria como el citado Talavante, la capacidad de Perera, la entrega de Fandiño, la dimensión de Ferrera, el arrojo y valor de los mexicanos Silveti y Saldívar, la frescura de Del Álamo, la verdad de Alberto Aguilar, éste pese al "palco" que le quitó de forma clamorosa la Puerta Grande, la estética de Manzanares y la mano izquierda de Castella.

Bautista, a pesar de pasear también un trofeo, sin embargo, no estuvo al mismo nivel que el gran toro de Carmen Segovia que lidió; por eso, hay que incluirle en la lista de toreros decepcionantes, junto al "Cid", que dejó escapar un buen toro de Parladé, un amilanado "Rafaelillo" con un bravo "escolar", los desanimados "Morante", Uceda y Cortés, y un "Capea" en la línea de siempre.

Sin pena ni gloria pasaron por el ciclo Tejela, Curro Díaz, Daniel Luque, Jiménez Fortes, Gallo, "Finito", Sergio Aguilar, Delgado, Urdiales, Leandro, "Morenito", Pinar, Pérez Mota, Bolívar y un "Chechu", al que tampoco se le puede valorar al quedarse inédito tras la grave cornada que sufrió en su única tarde.

Toreros que se han quedado a la orilla de algo que no pudo ser, pero que dejaron cierto poso: David Mora con un manso de Pedraza de Yeltes, el toreo al natural de Nazaré, la actitud de Robleño, el color del "Fandi", la finura de David Galván, el valor de López Simón, el toreo clásico y medido de Teruel, y la generosidad de Castaño.

Entre los novilleros, una terna sobresalió por encima de todas: Roberto Blanco, que hizo el mejor toreo, Gonzalo Caballero, que anduvo animoso con el encierro de Nazario Ibáñez, y Sebastián Ritter, valiente y temerario a partes iguales.

El rejoneador Diego Ventura ha sido el nombre propio de su escalafón, con la única Puerta Grande entre los toreros a caballo, de entre los que hay que destacar la oreja de Hermoso en una tarde sin competencia, la del confirmante Mariano Rojo, y, en lo negativo, la inmerecida despedida de Joao Moura, padre, en una tarde en la que se fue sin decir nada.

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