Castorf desata truenos en Bayreuth con "Sigfrido" en kalashnikov y sexo oral

  • El dramaturgo berlinés Frank Cartorf desató hoy otra ronda de atronadores abucheos en el Festival de Bayreuth con un "Sigfrido" armado con una kalashnikov, algo de sexo oral y otras ocurrencias, aparentemente destinadas a llevar a Richard Wagner al absurdo.

Gemma Casadevall

Bayreuth (Alemania), 29 jul.- El dramaturgo berlinés Frank Cartorf desató hoy otra ronda de atronadores abucheos en el Festival de Bayreuth con un "Sigfrido" armado con una kalashnikov, algo de sexo oral y otras ocurrencias, aparentemente destinadas a llevar a Richard Wagner al absurdo.

Bayreuth no sería Bayreuth si no encajara mal las osadías de quienes llegan etiquetados de provocadores y para los que hay precocinadas las rabietas del tradicionalismo wagneriano.

Hay que decir, sin embargo, que los abucheos arrancaron antes de la escena en que Erda, prostituta de Alexanderplatz practica sexo callejero con Wotan -seguidos en primer plano por el inseparable vídeo de Castorf-.

Esa escena quedaría en lo anecdótico en un templo wagneriano que no quiere parecer pacato, ya que el problema es que Castorf no consigue transmitir por qué a Sigfrido les siguen las miradas severas de Marx, Lenin, Stalin y Mao, esculpidos en las Mount Rushmure.

Por fortuna, Wolfgang Koch -Wotan- y Nadine Weismann cantan como dioses, en cualquier situación, lo mismo que el Sifgrido de Lance Ryan, por mucho que se les transmute desde héroe de la madre revolución a funcionario de correos.

El viaje ideado por Castorf para el "Anillo del Nibelungo" de Wagner se paró así las Mount Rushmure, con los próceres comunistas suplantando a los presidentes de EEUU.

De ahí cambió a una Alexanderplatz que, de la fea arquitectura socialista de sus tiempos en el sector oriental berlinés, pasó a la mediocridad actual, enredada entre shoping centers y anodinas estafetas de Correos.

Ahí cae Sigfrido, rebuscando entre papeleras de basura, a modo de grotesca degradación del héroe que no le temía a nada y fundía su propia espada, finalmente aparcada por la kalashnikov.

La magia imponente del escenario rotatorio ideado por Aleksander Denic y las voces mayúsculas de Ryan o Mirella Hagen -el pájaro del bosque, como majestuosa ave del paraíso- no consiguieron aplacar los ánimos de Bayreuth.

Se recrudecieron así los abucheos que habían aparecido en "El Oro del Rin" y que en la segunda pieza, "La Valkiria", parecían haberse calmado gracias a los buenos oficios de Kirill Pretenko a la batuta.

El sector de público menos tradicionalista ensalzaba aún hoy en los entreactos la valentía de Castorf y atribuía los abucheos a la otra tradición de Bayreuth que implica castigar las trasgresiones al genio de Wagner.

Fuera de la reacción del público, las críticas hasta ahora han sido elogiosas para Petrenko y adversas a Castorf, al que de antemano se esperaba como un intruso en el olimpo wagneriano.

"Ignorad la dirección y escuchad la música", recomendaba la edición digital del semanario "Die Zeit", tras el estreno de las dos primeras piezas.

Queda por ver qué ocurre el miércoles, cuando se cierre el "Anillo" con el preceptivo "El ocaso de los dioses" y a Castorf no le quede otra que salir a saludar -lo que hasta ahora evitó.

El estreno del "Anillo" se considera algo así como la prueba de fuego para las hermanas Katharina Wagner y Eva Wagner-Pasquier, codirectoras de Bayreuth desde 2008 y cuyo mandato expira el 2015.

La tetralogía es el plato fuerte del Año Wagner, en que se conmemora el bicentenario del nacimiento del compositor, en Leipzig y el 130 aniversario de su muerte, en Venecia.

El propio Wagner estrenó el "Anillo" completo en Bayreuth, en 1876, en el que fue el primer festival de esa ciudad bávara donde hizo levantar el teatro considerado óptimo para su ciclo operístico.

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