La independencia de TV3: cuando una televisión toma partido político

  • Además de política, TV3 mantiene dos pilares fundamentales intactos: la ficción y el entretenimiento.
Puigdemont en una entrevista en TV3
Puigdemont en una entrevista en TV3

En los últimos siete días, TV3 ha modificado su programación para centrarse casi en exclusiva en informar sobre la situación del referéndum. Programas de entretenimiento como 'A tota pantalla', con Nuria Roca, han sido suprimidos. La actualidad manda y pasa por los servicios informativos de la cadena.

Una cadena autonómica que ha escrito su historia como un canal público de proximidad, bastante ejemplar en contenidos. Desde su nacimiento, el 10 de septiembre de 1983, TV3 ha sabido ser una alternativa y, sobre todo, reflejar la diversidad de Cataluña de una forma cercana e innovadora.

Hasta ahora, pues, en los últimos tiempos, la cadena se ha ido contagiando del mensaje a favor de la independencia, que tanto ha convencido a un importante sector de la población catalana y que se ha contagiado a gran parte de su programación. TV3 se ha convertido en una especie de instrumento para la promoción del ‘sí’, que se evidencia en una programación volcada con las demandas de la candidatura soberanista.

En sus tertulias y programas de información, desde hace años, hay una cierta obsesión por poner el foco, con intensidad, en el momento histórico, trazando paralelismos de la actualidad con otros conflictos represores con la identidad catalana. Desde 1714 hasta el franquismo. Además, se remarca el despilfarro siempre en clave de la administración estatal y evitando cualquier mirada crítica a los gobiernos de la Generalitat.

Incluso TV3 ha mutado su manera de presentarse a los ciudadanos: ha pasado de denominarse televisión autonómica a televisión nacional. Porque los símbolos sutiles del lenguaje son claves en TV3 para reforzar esa identidad propia.

Es el triunfo del marketing de la política, con tono épico, que se ha contagiado también en TV3, como en gran parte de los medios públicos y privados de Cataluña. Y dicha comunicación es muy potente socialmente, pues surge más allá de los partidos políticos: está presente en organizaciones (ANC, Òmnium Cultural) y apoyada por intelectuales líderes de opinión (del cine, la literatura, la música…).

Ese clima ha permitido que TV3 no vea derrumbarse su audiencia, a diferencia de otros canales homónimos, como TeleMadrid que en la época de Esperanza Aguirre al frente de la Comunidad madrileña cedió en audiencias porque los espectadores se fueron al no creerse y sentirse retratados en sus informaciones. Nada que ver con TV3, donde su público fiel sí se siente reflejado. TV3 sigue conectando con la complicidad (y complejidad) de los catalanes, también con ese sentimiento nacional.

A más conflicto social, más audiencia

Sin embargo, la mastodóntica autonómica, observa cómo su cuota de pantalla se iguala a la Telecinco, perdiendo el holgado liderazgo de antaño que sólo se dispara cuando el conflicto social se aviva, como en estos días. La política ha ganado peso en la programación con una línea editorial en conexión con la audiencia afín a la independencia, al mismo tiempo que la capacidad de innovación en otros contenidos ha perdido fuelle.

Pese a todo, TV3 mantiene dos pilares fundamentales intactos: la ficción y el entretenimiento. La cadena es referencia de excelentes formatos de ficción como Cites o Merlí. También apuesta por la tira sátira política Polònia o, el nuevo, Està Passant.

Y en esos pilares debe seguir la función de TV3, una televisión pública cercana, que ha sido un retrato inteligente y constructivo de la identidad de Cataluña. Un retrato inteligente, constructivo pero, también, autocrítico. Y ahí deben saltar las alarmas, porque si desaparece la autocrítica, como está sucediendo, se desmorona la pluralidad que ha sustentado la rica, creativa e innovadora historia de TV3.

Mostrar comentarios