Las votaciones de Eurovisión vuelven a mostrar las filias y fobias entre los países

  • Que en Eurovisión hay mucho de política es un hecho que queda patente en las votaciones, aunque al final acaba imponiéndose la música
Eurovisión
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El Festival tiene diversas implicaciones geopolíticas / EFE

Eurovisión es mucho más que un festival de música. Aunque las canciones son sus verdaderas protagonistas, la política internacional también toma parte en el certamen, que engloba a la mayoría de países europeos -y algunos invitados-, los cuales muestran sus posiciones en el tablero geopolítico en esta noche tan especial. 

Desde siempre se ha dicho que en Eurovisión se vota más con la cabeza - de forma política- que con el oído, algo que ya nos desmintió el experto en el festival y profesor de derecho en Comillas ICADE Antonio Obregón. Si bien sí es posible testar la situación internacional a través de él, comprobar qué es lo que sienten unos países respecto a otros. Y en este aspecto hay una tónica general que domina Eurovisión, la cual volvió a quedar patente este sábado en Lisboa.

La cercanía física y cultural juega un papel importante en las votaciones, como nos reconoció Obregón, ya que los países vecinos se sienten identificados y, por cercanía, es más probable que conozcan a los representantes aledaños y les voten. Así volvió a suceder en el festival número 63, pues los países nórdicos y del Este volvieron a demostrar lo bien que se llevan votándose los unos a los otros. Malta y Grecia dieron los 12 puntos a Chipre, Letonia hizo lo propio con Suecia, Azerbaiyán se los entregó a Armenia, San Marino se los concedió a Israel, Croacia a Lituania...

En el caso de España, 10 puntos vinieron de un país con muchos de sus habitantes entre la población nacional, Rumanía, demostrando una simpatía que lleva varios años dejándose ver en el Festival. Los demás han sido menos generosos y nos han dado un punto en Reino Unido, en Irlanda, dos en Noruega, seis en Dinamarca... Lo que deja claro que, en el tema de la promoción internacional, vamos un paso por detrás de nuestros vecinos. Y que el hecho de que nuestros representantes fueran unos desconocidos para la mayoría de países acaba pesando.

Las fobias

Para Antonio Obregón, algo que pesa mucho más en las votaciones son las desavenencias entre los estados, algo que también pudimos ver este sábado. Rivalidades históricas que quedan patentes en Eurovisión, como el hecho de que Francia no dieran ni un punto a España, o que Armenia y Azerbaiyán no se dieran tampoco un solo punto entre ellos o que Rusia -cuyo representantes no llegaron a la final- no concediera nada a Ucrania, una muestra clara de la tensión que siguen viviendo los dos países.

Si bien fuera de todo ello, volvió a brillar la música. E Israel, que no puede decirse que goce de una gran simpatía internacional, se hizo con la victoria gracias a una canción que lleva varios meses siendo viral en la mayoría de países. Se cumplieron las apuestas...y los mitos de la votaciones. Hasta el año que viene, Eurovisión.

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