La triste historia de amor de Naruhito y Masako, próximos emperadores de Japón

  • El matrimonio heredero del trono del país del Sol Naciente ha tenido que sobreponerse a la enfermedad crónica de Masako.
Naruhito y Masako
Naruhito y Masako
EFE

El 1 de mayo Japón vivirá un acontecimiento inédito en 200 años. Ese día, se convertirá en emperador del país Naruhito, el príncipe heredero, pues un día antes su padre, Akihito, le cederá el puesto. Una abdicación después de 30 años al frente de la legendaria dinastía, la primera en dos siglos. Este lunes, las autoridades niponas anunciaron que esta nueva era imperial llevará por nombre 'Reiwa', cuyo significado es "buena armonía" u "orden armónico".

Así, Naruhito, de 59 años, tomará las riendas y tendrá que suceder la figura tan querida de su padre. Algo para lo que lleva preparándose prácticamente desde que nació. La nueva familia real estará formada, de este modo, por Naruhito, su esposa Masako y su única hija Aiko. Una familia que, a pesar de su importante posición, tiene detrás una de las historias más tristes de la realeza mundial.

'Princesa triste' es de hecho el apelativo que tiene Masako, pues desde que se casó con el príncipe heredero en 1993 ha arrastrado una enfermedad que le ha borrado la sonrisa. La depresión se cebó pronto con la exdiplomática y ha sido su eterno fantasma desde que entrara a formar parte de la familia imperial japonesa.

Masako es hija del ex viceministro de Asuntos Exteriores de Japón Hisashi Owada y nieta del empresario Yutaka Egashira. Nacer en una familia tan acomodada le permitió estudiar en la Universidad de Harvard, donde obtuvo la calificación 'magna cum laude' en Economía. También ha realizado diversos cursos en centros tan prestigiosos como el Balliol College de la Universidad de Oxford,  la Universidad de Cambridge o la Universidad de Tokio.

Así, pronto empezó a hacer prácticas en el Ministerio de Asuntos Exteriores japonés, donde fue escalando posiciones hasta convertirse en diplomática. Si bien la fortuna hizo que fuera una de las elegidas como candidata a casarse con el príncipe Naruhito, el cual la acabó eligiendo al enamorarse locamente de ella, lo que hizo que finalmente abandonara su prometedora carrera. Así, el 9 de junio de 1993 contrajeron matrimonio mediante el rito sintoísta y las celebraciones del enlace duraron tres días.

Pero la felicidad no duró mucho. Porque ya se sabe que en una familia real lo que se espera es que haya herederos que puedan continuar la dinastía, y ese fue precisamente el problema de Masako. Teniendo en cuenta que ella se desposó con un príncipe heredero, su descendencia estaba destinada a sucederle en el trono, y según la ley imperante en el país para ello debía tener un varón. Y el varón no llegó nunca.

No fue hasta 2001, ocho años después de la boda, cuando Masako se quedó embarazada. Un tiempo en el que las alarmas saltaron en Japón ante el temor de que los príncipes herederos no tuvieran hijos, una presión que para Masako fue devastadora y que ocasionó la enfermedad que no ha conseguido superar, la depresión. En esos años se sometió a diversos tratamientos de fertilidad y llegó a tener un aborto, un duro proceso muy duro que acabó pasándole factura a sus nervios. Algo que empeoró cuando por fin se quedó embarazada.

Su hija nunca llegará al trono

Porque su retoño fue una niña, la princesa Aiko, la cual no podrá heredar el trono de su padre nunca, pues la ley vigente en Japón solo contempla que reine un varón. El hecho de no haber tenido más descendencia ha hecho que la linea de sucesión se vaya hasta el hermano de Naruhito, el príncipe Fumihito, el cual heredaría el imperio del Sol Naciente y, después, su hijo pequeño, Hisahito, de 11 años, que es el único varón de su generación. 

Así, tras el nacimiento de su hija, la Casa Imperial reveló que sufría estrés -la versión oficial de lo que le ocurre-, lo que provocó que desapareciera del foco público durante un tiempo. Todo esto ha hecho correr ríos de tinta en Oriente y ha generado sobre Masako toda una leyenda acerca de su tristeza, ya que nunca se ha aclarado qué es lo que le sucede. 

El problema es que su pena podría ser algo hereditario. Porque Aiko, que solo tiene 17 años, ya ha pasado por episodios similares. La joven ha tenido problemas de salud desde muy pequeña los cuales le han obligado a ausentarse del colegio y de la vida pública, unos problemas a los que tampoco se ha puesto nombre. Por un lado se habló de dolores de espalda, aunque la prensa especuló con que tenía problemas con sus compañeros de clase-estudia en el equivalente japonés al elitista colegio Eton británico-, que serían "demasiado bruscos" con la princesa. Es más, se ha llegado a hablar de acoso

No obstante, la joven pudo graduarse y empezar la secundaría, lo que compagina con sus clases de violonchelo y baloncesto. Ahora, su vida se verá más expuesta todavía que antes, al convertirse su padre en emperador. Igual le sucederá a su madre, que tendrá que acompañara a Naruhito en muchas de sus nuevas funciones. Algo para lo que, en teoría, está preparada, pero teniendo en cuenta su frágil salud, no se puede dar por seguro.

Lo que deja claro esta historia es que la sociedad japonesa y sus estrictas reglas, sobre todo con las mujeres, han hecho que dos de las principales protagonistas de la vida pública del país hayan perdido la alegría y se hayan visto atrapadas en enfermedades las cuales en Japón siguen siendo un estigma.

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