Un Rigoletto en Las Vegas triunfa en Nueva York bajo batuta española

  • En su debut en la Metropolitan Opera House de Nueva York, el director de orquesta español Pablo Heras-Casado asumió hoy el doble filo de una partitura tan popular como "Rigoletto", de Giuseppe Verdi, llevando con su batuta melodías como "La donna è mobile" a la decadencia de Las Vegas.

Mateo Sancho Cardiel

Nueva York, 11 nov.- En su debut en la Metropolitan Opera House de Nueva York, el director de orquesta español Pablo Heras-Casado asumió hoy el doble filo de una partitura tan popular como "Rigoletto", de Giuseppe Verdi, llevando con su batuta melodías como "La donna è mobile" a la decadencia de Las Vegas.

El granadino Heras-Casado llega a la principal ópera de Nueva York con tan solo 36 años y hoy recibió la bendición de tan exigente público al bautizarse de manera a priori muy impura, cambiando una venganza cortesana por una ruleta de excesos de neón.

El director de orquesta, que también se había estrenado con esta misma obra en la Deutsche Oper de Berlín, aseguró a Efe antes de tan significativo estreno, mientras se pedía dos cafés y cuatro plátanos, que esta llamativa propuesta, producida por Michael Mayers, es solo "una traslación visual y temporal de un conflicto dramático" pero que "todo se entiende muy bien y no se desvía la atención temática".

"Rigoletto tiene una tradición y una historia de siglos y siglos. Y es una tradición viva. El público conoce la obra a la perfección y no vas a inventar nada a estas alturas, pero a la vez cada representación es espontánea y única", afirmó.

No importa así que el Duque al que pone voz el tenor estadounidense Matthew Polenzani sea un Don Juan cocainómano, que la venganza de Rigoletto culmine presidida por una barra de striptease o que hasta se cuele una Marilyn Monroe en el escenario, puesla acción se desarrolla en los años 60.

No hay que olvidar que ya Verdi tomó una historia prestada de Víctor Hugo en el siglo XVI en la corte del rey francés Francisco I y se la llevó a Mantua, despojándola de realeza y de lucha de clases.

"Es importante renovar la perspectiva, pero que siempre quede la esencia", explica quien, no en vano, se encarga de respetar al milímetro la misma partitura que se estrenó en La Fenice de Venecia en 1851.

Hoy, en pleno siglo XXI, "Rigoletto" supuso también el aplaudidísimo debut de la soprano rusa Irina Lunguru, que encarnó sobre las tablas del Lincoln Center a Gina la moneda de cambio en la rocambolesca intriga en la que es víctima y verdugo Rigoletto, interpretado por otro ruso, Dmitri Hvorostovsky.

Heras-Casado reconoce que esta noche es inevitablemente "uno de esos momentos que jalonan una vida", pero "no es una llegada, sino un punto intermedio para seguir adelante", y no en vano no es ni el primer ni el último motivo que le ha traído a Nueva York en 2013.

Hace unos meses también se estrenaba en otro lugar emblemático de la música en la Gran Manzana, el Carneggie Hall, y volverá a la ciudad el 17 de diciembre, cuando la publicación especializada Musical America le otorgará el premio al mejor director de orquesta del año.

"Nueva York es un gran altavoz. Es un mundo en sí. No es Estados Unidos ni es Asia, sino que tiene una dimensión global", asegura sin dejar de comprometerse en los próximos años con proyectos en San Petersburgo o el concierto de Nochevieja y Año Nuevo en Berlín.

Y para hablar de su carrera internacional reconoce que ha habido dos fuerzas que le han obligado a salir. Una "porque es necesario tener una expansión de miras" y otra porque en España es todo "algo más difícil".

"Tampoco se puede conseguir en 20 o 30 años ponerse a la altura de ciudades con siglos de tradición, pero se estaba en el camino y ahora la situación ha cambiado. Se ha parado en seco". Así, si reconoce que antes llegaba un momento en el que para crecer había que buscar oportunidades en el extranjero "ahora se corre el serio peligro de que no haya oportunidad ni siquiera par comenzar", concluye.

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