Un toro en la tarde, quizás dos..., es igual, la feria sigue gafada

  • Madrid.- Otra corrida al garete, hoy en Las Ventas, por los toros, por los toreros, no por todos, que hubo sus excepciones, pero el gafe de la feria ya parece irremediable arrastrándolo todo.

Un toro en la tarde, quizás dos..., es igual, la feria sigue gafada
Un toro en la tarde, quizás dos..., es igual, la feria sigue gafada

Madrid.- Otra corrida al garete, hoy en Las Ventas, por los toros, por los toreros, no por todos, que hubo sus excepciones, pero el gafe de la feria ya parece irremediable arrastrándolo todo.

FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Javier Pérez Tabernero, escasos y desiguales de presentación, encastados y de poco juego salvo tercero y, sobre todo, cuarto, éste el mejor del envío. El segundo fue sobrero tris del Conde de Mayalde, sin fuerzas y complicado, sustituto de otro sobrero de Torrehandilla, que a su vez sustituyó a un primer sobrero de Hermanos Domínguez Camacho.

José Pedro Prados "El Fundi": pinchazo hondo y descabello (silencio); y media estocada (palmas).

Sergio Aguilar: pinchazo y estocada (ovación); y buena estocada (ovación).

Luis Bolívar: estocada casi entera, tendida y caída (ovación tras aviso); y estocada (silencio).

En las cuadrillas, varias y oportunas intervenciones de Domingo Navarro, "tercero" de Bolívar, cortando en banderillas y en un gran par al tercero.

En la enfermería fue atendido Sergio Aguilar de "puntazo en cara interna, tercio inferior del muslo izquierdo, de pronóstico leve".

La plaza se llenó en tarde entoldada y con rachas de viento que en ocasiones molestó en el ruedo.

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DESIDIA, DESINTERÉS, ABURRIMIENTO...

Definitivamente la feria está hecha unos zorros. Y aunque cada día a peor, aún hay que confiar en las dos corridas que faltan para el final. Una pena, la desidia y el desinterés, el aburrimiento que se ha enseñoreado tarde tras tarde, haciendo del espectáculo en ocasiones la cosa más abominable.

La de hoy tampoco se ha salvado. Como viene siendo norma en la Feria, algún toro bueno, pero sin que al torero de turno le llegaran las musas de la inspiración, de la técnica y del valor.

Ocurrió en el cuarto, ¿o quizás también en el tercero? Toros con movilidad, con más clase el cuarto, más exigente el tercero. Pero moviéndose uno y otro.

Una exigencia fundamental en el toreo es pegar pases, y ello sólo se puede cumplir cuando el toro se mueve. Claro que no es lo mismo si faltan otros componentes fundamentales de la bravura como son nobleza, prontitud, fijeza y recorrido.

El tercero, con muy poco de todo lo anterior, tuvo sobre todo lo que ahora se ha dado en llamar "transmisión", por la emoción de sus embestidas, con mucho "carbón". Fue también toro cambiante, pues a las primeras arrancadas por el derecho, atacando por abajo, le sucedieron otras por el izquierdo de muy corto recorrido y cara por las nubes, con menos entrega.

Cuando volvió el torero por la derecha, el toro estaba ya totalmente descompuesto. Duro trago para Bolívar, que, no obstante, mantuvo el tipo de principio a fin. Le faltó un tramo a la faena, que hubiera sido posible si el animal no se viene a menos, y le faltó también más contundencia con la espada, pues tuvo que apoyarse en una larga, penosa e injusta agonía del toro para que éste doblara después de la estocada defectuosa.

El otro toro de la tarde fue el cuarto. Más toro si cabe, por su empuje y estilo, por el celo con el que empujó en los dos puyazos largos que tomó, y por la embestidas prontas, largas y humilladas que regaló en la muleta. "Fundi" quiso pero no siempre acertó. No estuvo mal, pero tampoco bien. Pases sin poso, y sólo palmas en los remates de serie, por cierto de dos y uno, a lo sumo tres y uno. Imposible calentar así.

El resto de la función no tiene más historia que la del tedio y la fatiga por el aburrimiento. Algunos pasajes aislados, pero que no cuentan para justificar nada bueno en la tarde. El primero de "Fundi", muy chico, muy manso y muy apagado, apenas le sirvió para andarle por la cara sin conseguir que pasara ni una sola vez. Y en esa línea el último de Bolívar, todo el rato claudicante, sin posibilidad de faena.

Aguilar apechó con el peor lote. Su única opción fue estar valiente y tenaz, y lo estuvo de sobra. Con su incómodo primero, que daba cabezazos y se volvía en un palmo, y con el 'rebrincado' quinto, al menos lo intentó Aguilar de mil maneras. Pero lo imposible, que se sepa hasta ahora, no tiene solución.

Como la feria misma.

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