Una de "Rabo con almejas": la antología de Alvarez Rabo

  • Madrid.- Que quede claro: 'Alvarez' se escribe sin tilde cuando uno se dirige a Alvarez Rabo, figura indispensable del cómic español que acaba de lanzar el primer tomo de "Rabo con almejas", una antología en la que ha tenido a bien recopilar sus "Obras incompletas".

Una de "Rabo con almejas": la antología de Alvarez Rabo
Una de "Rabo con almejas": la antología de Alvarez Rabo

Madrid.- Que quede claro: 'Alvarez' se escribe sin tilde cuando uno se dirige a Alvarez Rabo, figura indispensable del cómic español que acaba de lanzar el primer tomo de "Rabo con almejas", una antología en la que ha tenido a bien recopilar sus "Obras incompletas".

"Honoré de Balzac añadió el 'de' a su apellido por la cara, y todo Cristo lo respeta; yo, en cambio, llevo años intentando quitarme el jodido acento y no lo logro", puntualiza el dibujante en una entrevista con Efe.

El cinismo, la crítica corrosiva en todas y cada una de sus variantes, la agudeza para destripar los aspectos más míseros del mundo que habitamos... "Rabo con almejas" (La Cúpula) no es sólo un compendio de historietas, sino que el autor va más allá y propina un severo toque de atención al ciudadano acomodado.

"Quise lanzar un adoquín al grueso cristal del escaparate de la hipocresía social. Fracasé rotundamente, pero no por mi culpa, sino por culpa de la sociedad. Esta sociedad acepta el humor limón, como mucho el humor vinagre. Con mi humor ácido sulfúrico, aunque yo hubiera sido el director de El País Semanal tampoco me habría contratado", afirma.

La provocación está la orden del día en los dibujos (y el discurso) de Alvarez Rabo, que siempre mantuvo una independencia a prueba de bombas: "La sociedad es la responsable de que yo haya respondido como lo he hecho. Si me hubiera aceptado en sus senitos habría mamado su tibia leche y habría hecho el tipo de obra que hacen los demás carachorras".

Su trazo se ha definido como "pretendidamente cutre", aunque el ilustrador tiene su propia teoría al respecto: "Quería perder el menor tiempo posible haciendo lo que hacía. Eso me hizo dibujar con gran rapidez y expresar lo máximo posible en el menor tiempo. La gente que lee cómics, en general bastante limitada cultural e intelectualmente, lo ha confundido con dibujar mal".

El catálogo del autor recoge un total de 16 cómics publicados, algunos de los cuales han tenido prologuistas tan destacados como Fernando Savater, Lucía Etxebarría, Martín Berasategui, Juan Mari Arzak o Ferran Adrià. Que nadie espere tamaña alcurnia en el primer volumen de "Rabo con almejas".

"Lo intenté con una ex-novia de Federico Jiménez Losantos, pero dijo que ni borracha; luego con la Julia Otero, y me dijo que no hacía prólogos; llegué a pedírselo a una 'Borbona', la hija de don Leandro de Borbón, nieta del rey Alfonso XIII y prima de nuestro simpático rey. Tampoco accedió a mi proposición", expone Alvarez Rabo, que al final dio con la persona idónea.

"Que lo prologue el negro de Sánchez Dragó es un hito histórico; es la primera vez en la historia de la humanidad que un 'negro' de alguien prologa un libro. Estoy encantado y muy agradecido", celebra el difunto Alvarez Rabo, que se suicidó artísticamente en septiembre de 2002.

El dibujante había solicitado a sus seguidores un gesto de ánimo, mil cartas con sobre y sello que abortaran su repentina despedida. Sin embargo, el plazo de nueve meses no fue suficiente y apenas llegaron 132 (176 si tenemos en cuenta que las de mujeres valían doble).

"Pedí un imposible, algo que no se le ocurre a nadie. Tenía claro que iba a dejar esto. Mentalmente me sucedió algo similar a lo que le pasó a Rimbaud: él decidió que la literatura era una gilipollez, y a mí me pasó lo mismo con el cómic. De todos modos, si llego a recibir las mil cartas habría seguido haciendo el idiota con los cómics. Lamentablemente, mi palabra siempre va a misa", asevera.

Por lo demás, Alvarez Rabo sigue siendo un señor que vive en Bilbao y trabaja en El Corte Inglés de esta ciudad vizcaína. Vamos, que ni retirado está dispuesto a soltar prenda sobre su verdadera identidad.

Julio Soria.

Mostrar comentarios