Una exposición vuelve a unir a Mariquita Pérez y a los monos en triciclo

  • Valladolid.- Mariquita Pérez esquiadora, con traje de sevillana o bailando un yoyó; coches de hojalata de distintas épocas; monos en triciclo o con maracas; o un internado de 1890, con una monja leyendo el Padre Nuestro antiguo; son algunas de las piezas que se presentan en una exposición de juguetes en Valladolid.

Una exposición vuelve a unir a Mariquita Pérez y a los monos en triciclo
Una exposición vuelve a unir a Mariquita Pérez y a los monos en triciclo

Valladolid.- Mariquita Pérez esquiadora, con traje de sevillana o bailando un yoyó; coches de hojalata de distintas épocas; monos en triciclo o con maracas; o un internado de 1890, con una monja leyendo el Padre Nuestro antiguo; son algunas de las piezas que se presentan en una exposición de juguetes en Valladolid.

"Historia del juguete español" ofrece una perspectiva de la sociedad española desde finales del siglo XIX hasta la década de 1970, a través de trescientos juguetes de la colección Quiroga-Monte.

Miniaturas de elementos de la vida cotidiana como un taller de coches, tres tranvías barceloneses, una estación de ferrocarril, un colmado o una carnicería, "llamada todavía carnecería en el momento de su fabricación", confluyen en esta muestra, ha explicado, en declaraciones a EFE, el comisario de la exposición, José Antonio Quiroga.

Detrás de estas "joyas" se esconde una historia que les valoriza y les hace constituirse en un testimonio en hojalata, madera o cartón-piedra de la época de la que proceden.

"En los años 20, a alguien se le ocurrió pensar que los barcos llevarían aviones" y creó un buque con dos aeroplanos colgados a los lados, que se encuentra en la exposición, ha destacado Quiroga.

Hubo un momento en el que a los que compraban una camioneta Pegaso Mofletes les regalaban una miniatura a pedales.

Hubo una familia que quiso hacer que este juguete fuera lo más realista posible y "lo tuneó", poniéndole una bocina que sonaba igual que la del vehículo original.

Entre las piezas expuestas en Valladolid se encuentra un coche Bugatti de 1935, de 50 centímetros de largo, con electricidad a base de pilas, y con bombillas, fabricado en España, que "es considerado uno de los juguetes mejor hechos en el mundo", ha incidido el comisario.

Desde un zoótropo, un aparato que gira y da la sensación de reproducir una imagen en movimiento, de 1897, hasta circuitos de coches de la década de 1970, la muestra rescata "los juguetes con los que soñaron durante un siglo los niños y niñas españoles".

Como ejemplo, los famosos muñecos articulados Madelman, que aparecen en las vitrinas de la exposición vestidos de esquiadores o ejerciendo de exploradores o de policía montada de Canadá.

Muñecas con traje de comunión y el rosario de la mano, el muñeco Juanín Torero en cartón piedra, el caballo de cartón, la muñeca Mari-Pepa, una heladería tirada por un caballo o un vehículo Ford Galaxie con los Beatles tocando el tambor y dos guitarras reflejan momentos precisos de la historia contemporánea, así como los gustos de los menores a los que iban destinados.

Durante la "edad de oro" del juguete español, de 1903 a 1930, el material utilizado mayoritariamente por las jugueterías españolas era la hojalata, pero fue sustituido por madera cuando en la Guerra Civil estas fábricas tuvieron que adaptar su actividad a la producción de armamento.

Junto a estas ostentosas miniaturas se hallan los primeros álbumes de cromos o los cuentos "más famosos" de la posguerra, como los de Mari-Pepa o Antoñita la fantástica, que se publicaban en cuadernillos de dieciséis páginas y estaban dirigidos a lectoras de entre seis y diez años.

Con la irrupción de juguetes japoneses, Quiroga ha lamentado que se haya perdido parte de la industria española y haya desaparecido la calidad de la pieza que iba asociada al producto español.

"Inasequibles" en una época de penuria económica, pero también codiciados, como en el caso de Mariquita Pérez en sus múltiples formas, algunos de los juguetes que se exponen en Valladolid llegan a valer 30.000 euros en el mercado de coleccionistas hoy en día, como un tren de madera del artista Joaquín Torres García.

"Para mí, los Reyes Magos son los 365 días del año. Y cada vez que aparece una pieza ansiada, me colma de felicidad como el primer día", ha concluido el comisario, propietario de la colección.

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