Una oreja y dos vueltas al ruedo con sabor a triunfo grande en Las Ventas

  • Una oreja para el confirmante Paco Ureña y dos vueltas al ruedo con sabor a triunfo grande para los otros dos toreros, fue el balance del festejo celebrado hoy en la plaza de toros de Las Ventas.

Javier López

Madrid, 25 ago.- Una oreja para el confirmante Paco Ureña y dos vueltas al ruedo con sabor a triunfo grande para los otros dos toreros, fue el balance del festejo celebrado hoy en la plaza de toros de Las Ventas.

FICHA DEL FESTEJO.- Cuatro toros de Martín Lorca y dos -primero y cuarto- de Escribano Martín, muy bien presentados, justos de fuerzas y de buen juego. El mejor, el sexto; toreables también, primero, segundo y cuarto. Más paradito el tercero; y complicado por orientado el quinto;

Iván García: dos pinchazos, casi entera que escupe y tres descabellos (silencio tras aviso); y estocada (petición y vuelta tras dos avisos).

Javier Solís: casi entera y dos descabellos (silencio tras aviso); y gran estocada (vuelta tras petición).

Paco Ureña, que confirmaba alternativa: estocada (vuelta tras petición); y pinchazo y estocada (oreja).

La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde soleada.

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IMPRONTA DE GRANDES TOREROS

Lo más normal en el verano de Las Ventas, dados los carteles de inexpertos novilleros o matadores sumidos en el destierro empresarial, es que pase más bien poco.

Pero en la corrida de hoy, que sobre el papel no era de las más atractivas, sin embargo, se vio un entretenido espectáculo, con tres toreros modestos con impronta de grandes toreros, que dieron la cara de sobra con actuaciones de notable importancia, teniendo en cuenta lo poco que torean.

Ureña confirmó con un toro muy suavón con el que se le vio la actitud de querer hacer bien las cosas. Todo muy despacito y de verdad, bien colocado en todo momento y ceñido con el toro, e incluso pegó algún que otro muletazo de notable interpretación.

La pena fue que la faena no calentó lo suficiente por falta de transmisión del astado. El torero de Lorca llevó a cabo un epílogo de mucho aguante en las cercanías, con una estocada fulminante de corolario. Merecida vuelta al ruedo.

Con el sexto, el mejor del envío, volvió a demostrar Ureña un concepto de mucha pureza, toreando con largura, temple y por abajo, especialmente al natural, por donde estuvo, simplemente, "cumbre", firmando soberbios muletazos, y recreándose y gustándose de principio a fin.

Faena medida y de mucho sabor de este murciano, que gustó y mucho. El pinchazo previo a la estocada final no fue óbice para que cortara una oreja de ley.

García dejó crudito en varas a su primero para que aguantara en el último tercio y poder aprovechar la clase que tenía, y que ya le permitió brillar con el capote, lanceando a la verónica de forma extraordinaria tanto en el recibo como en posterior quite.

Pero en la muleta no le cogió García el aire al burel, al que le costaba arrancarse pero cuando tomaba la muleta ya no cesaba de perseguirla hasta darle salida con el de pecho.

El error del madrileño fue darle demasiados tiempos muertos entre pase y pase, propiciando que no surgiera la magia de la ligazón, por lo que el conjunto estuvo ayuno de ritmo y continuidad.

En el cuarto se le vio más reposado a García, que firmó pasajes entonados en el toreo a derechas, por donde se pasó al toro con notable compostura, exprimiendo al máximo al animal hasta el arrimón final de mucha arrogancia y suficiencia.

Sin embargo, le faltó a la faena esa chispa para llegar con más rotundidad a los tendidos, que, no obstante, supieron valorar la actitud y entrega del torero, que, finalmente, se ganó una vuelta al ruedo.

Solís no encontró manera de "meterle mano" a su primero, toro muy agarrado al piso, con el que anduvo precavido hasta que a la mitad del trasteo lograra una serie a derechas de más corazón que entidad, a base de provocarle las arrancadas.

El quinto tuvo mucho que torear, ya que desarrolló "peligro sordo", de ese que cuesta ver desde el tendido, y al que había que imponerse a base de mucha firmeza. Y así estuvo Solís, jugándose el tipo en cada muletazo, pues el animal, que se frenaba a mitad de la suerte, sabía además lo que se dejaba atrás.

Pero con mucho arrojo y valor a raudales solventó la papeleta el torero, que dio una gran imagen por lo mucho que expuso ante un auténtico barrabás. Hubo petición de oreja pero tuvo que conformarse con una vuelta al ruedo.

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