Vicente Todolí se muestra satisfecho de su labor de siete años en la Tate

  • Londres.- Al español Vicente Todolí se le ve hoy satisfecho de su labor de siete años al frente de la Tate Modern, institución en la que tenía un contrato de duración ilimitada, pero al que ha decidido renunciar para tomarse un descanso y reflexionar.

Vicente Todolí se muestra satisfecho de su labor de siete años en la Tate
Vicente Todolí se muestra satisfecho de su labor de siete años en la Tate

Londres.- Al español Vicente Todolí se le ve hoy satisfecho de su labor de siete años al frente de la Tate Modern, institución en la que tenía un contrato de duración ilimitada, pero al que ha decidido renunciar para tomarse un descanso y reflexionar.

"Yo funciono al noventa y tantos por ciento los primeros siete años, pero luego pierdo tensión y eso ya no me gusta", explica Todolí en una entrevista con Efe.

Recuerda que estuvo también siete años en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), aunque fueron once en total pero los cuatro primeros antes de la construcción del museo valenciano, y que además trabajó para el Serralves de Oporto.

El historiador del arte y comisario de exposiciones español afirma que en la Tate, que celebra su décimo aniversario, ha podido llevar a cabo muchas ideas que tenía, pero que resultaban inviables en otros museos, sobre todo en el modo de enseñar la colección.

La colección de la Tate "presentaba grandes lagunas", por lo que había que descartar "el modelo cronológico", precisa Todolí, para añadir que había que construir un modelo a partir de los fondos existentes y no proceder a la inversa.

"Era preciso mostrar los puntos fuertes y camuflar los débiles (como pueden ser, por ejemplo, las vanguardias rusas)", dice Todolí, "y había que dar sobre todo la voz a los artistas".

"Era preciso, además, proceder a una limpieza, porque antes estaba todo muy mezclado, había obras expuestas en las áreas públicas de conexión de las alas en cada nivel del edificio, que ahora se dedican en cambio al material informativo", agrega.

Se optó por un modelo conceptual basado "en grandes movimientos que permite ver lo que ocurre en un momento determinado" y se abrió "un diálogo entre artistas contemporáneos y figuras históricas", subraya.

"Pretendíamos que se mirase la historia del arte desde el punto de vista contemporáneo, y a la vez la contemporaneidad desde la óptica histórica", puntualiza Todolí.

"Mi intención era que al cabo de seis años se cambiase de modelo para evitar que la heterodoxia se convirtiese en ortodoxia", agrega Todolí, quien reconoce que la crisis y la falta del necesario presupuesto ha impedido ultimar ese proyecto de renovación periódica de los contenidos de las salas.

La crisis he hecho también que las seis exposiciones que organizaba anualmente la Tate Modern, junto a la serie anual Unilever -obras encargadas a un artista de proyección internacional para el espacio gigantesco de la Sala de las Turbinas- se hayan reducido a cinco este año.

Todolí niega, por otro lado, que el arte español no esté bien representado y cita a Picasso, Dalí, Miró, Juan Gris, Julio González, Tapies, Saura, Chillida, Millares, además de Juan Muñoz, Juan Uslé o Cristina Iglesias, pero advierte de que el presupuesto para la adquisición de obras de artistas de otros países es limitado, por lo que hay que ser muy selectivos.

"Hemos abierto además mucho el programa a América Latina tras la exposición inicial de Frida Kahlo. Este año tendremos otra dedicada a Francisco Alys (belga-mexicano) y en enero habrá una de José Clemente Orozco", avanza Todolí, que destaca además la incorporación de una sección de fotografía tras las exposiciones dedicadas a artistas de ese campo como Robert Frank o Jeff Wall.

Sobre las ventajas que tiene trabajar en la Tate, dice que aquí "hay más mucha más capacidad de obtener préstamos de obras de otros museos" por las mayores posibilidades de intercambio que las que tenía en los museos en los que trabajó antes.

Preguntado por el panorama museístico español, Todolí califica de "muy positivo" el que los nombramientos no se hagan ya "a dedo" sino por concurso internacional y que los museos tengan más autonomía.

Sobre las ferias de arte, dice que hay un error muy habitual en la prensa y es confundirlas con bienales u otros eventos como los Documenta de Kassel.

"La feria -concluye- es un mercado, un zoco adonde van a vender. Allí no hay un discurso artístico. Una cosa es una tienda para vender flores y otra, un jardín botánico. No se pueden comparar".

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