Víctor Barrio corta una oreja en el primer festejo de la Feria de Otoño

  • Importante actuación de Víctor Barrio en la novillada que abrió hoy la Feria de Otoño en la plaza de las Ventas, en Madrid, en la que cortó una oreja; premio al temple y la torería, al buen gusto y también al arrebato.

Juan Miguel Núñez

Madrid, 29 sep.- Importante actuación de Víctor Barrio en la novillada que abrió hoy la Feria de Otoño en la plaza de las Ventas, en Madrid, en la que cortó una oreja; premio al temple y la torería, al buen gusto y también al arrebato.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Gabriel Rojas, bien presentados pero sin raza ni posibilidades para hacer el toreo a excepción del bravo y encastado sexto. El primero apuntó cosas buenas, aunque terminaría quebrantado, sin fuelle, en dos volatines. El tercero tuvo malas ideas. El cuarto se movió, pero sin clase. Y el segundo y el quinto, parados y sin fuerzas.

Francisco Montiel: pinchazo hondo y seis descabellos (silencio tras dos avisos); y dos pinchazos, media y cuatro descabellos (pitos tras tres avisos).

Alberto Durán: estocada atravesada y ocho descabellos (silencio tras aviso); y tres pinchazos y estocada (silencio).

Víctor Barrio: estocada casi entera perpendicular (silencio); y estocada contraria (una oreja).

En cuadrillas, destacó Miguel Martín con "los palos" en el tercero y en la brega al sexto.

En la enfermería fue operado el subalterno Antonio Cama de una cornada en el glúteo izquierdo de carácter grave.

La plaza tuvo tres cuartos de entrada en tarde excelente.

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BARRIO, CAMINO DE UNA ALTERNATIVA DE LUJO

Iba la tarde en picado, con todo lo peor que puede suceder en un festejo taurino -un banderillero herido, un novillo al corral y ninguna opción para la terna-, hasta que saltó el último, y todavía en el saludo de Víctor Barrio tuvo escasa acometividad. Poca raza también en el caballo, cuando el capote de Miguel Martín le marcó la trayectoria que debía seguir, largo y por abajo.

Fue clave para que el novillero entendiera que se le presentaba una gran oportunidad. Había que andar dispuesto, y sobre todo muy fino en el tercio de muleta. Y así fue. Barrio se plantó de rodillas en los medios de la plaza para torear como si estuviera de pie, corriendo la mano con firmeza y parsimonia, con suma limpieza, ligando y rematando los pases por debajo de la pala del pitón.

Respondió el novillo, y la capacidad del hombre para acoplarse fue tremenda. En la distancia justa, tomándolo muy adelante y llevándolo lo que se dice muy toreado, perfectamente embarcado, despacito y hasta muy atrás. Fueron tres series a derechas de mando y gusto, dominio y compostura, con relajo y firmeza.

Series largas, de cinco, seis y cinco muletazos, con los correspondientes remates obligados de pecho. Acertó el novillero en la distancia, sin retrocesos innecesarios, la muleta siempre "puesta" (en la cara del astado) y así los pases perfectamente engarzados. Exquisita ligazón y suma limpieza. Hondura se llama eso, todavía mucho más que la estética, lo más apreciado en el toreo.

No hubo tanta rotundidad por el pitón izquierdo, y es que el novillo fue algo revoltoso por ahí, pero también se acopló Barrio en unos naturales de la misma enjundia que traía la faena.

Lo fundamental en sus formas más clásicas y depuradas, y todavía el gran complemento del valor: Barrio ensayó el parón con un circular por detrás larguísimo, llevando al novillo "cosido" mientras se quedaba quieto como un poste. Y en ese trance, cuatros "alegrías" y dos manoletinas de rodillas, como había empezado, como si estuviera de pie. Quietud, verticalidad y aroma de torero caro.

Mató a la primera, y de qué manera, pues Barrio se atracó tanto en la suerte que cayó la espada al lado contrario. Se quedó el hombre en la cara en otro alarde de valor para amarrar el triunfo. Y ahí llegó, la oreja que le pone en el umbral de una alternativa con toda seguridad para principios de la próxima temporada, y en ambiente de lujo. La trayectoria de Víctor Barrio como novillero no merece otra cosa.

El resto de la función no tuvo ningún interés. El mismo Barrio lo intentó con un revoltoso tercer novillo que no humillaba ni terminaba de pasar.

Durán dejó detalles de torero con futuro, aunque su complicado lote no le dejó estructurar faenas. Muy bien con el capote en el segundo, y fácil y muy seguro con la muleta en éste y en el quinto.

A Montiel no le salieron las cosas pese a que no le faltó voluntad. Anduvo más centrado en el cuarto, pero sin resolver. Y en ambos se atascó con los aceros.-

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