La vida secreta de las princesas árabes: una jaula de oro a cambio de su libertad

  • Podría creerse que estas mujeres gozan de los privilegios que no tienen el resto de las árabes, pero su vida es aún más complicada.
El jeque de Dubai y la princesa Haya bint Al Hussein en 2017./ EFE/Archivo
El jeque de Dubai y la princesa Haya bint Al Hussein en 2017./ EFE/Archivo

Ser mujer en Oriente Medio no es fácil. La costumbre social, y en muchos casos la propia legislación, deja a la mujer supeditada a los mandatos del hombre, que qué deben hacer, cómo, cuándo y con quién. En países como Arabia Saudí ni siquiera pueden disponer de dinero o de una tarjeta de crédito. No obstante, podría pensarse que, en función de su posición social y económica, para ciertas mujeres estas leyes podrían ser menos estrictas. 

Es decir, que existe un grupo de 'privilegiadas' nacidas en cunas adineradas que pueden saltarse muchas de esas restricciones. Nos referimos a las mujeres que forman parte de la realeza. Las numerosas princesas árabes que no ocultan su cabello con un velo, que estudian en el extranjero y que aparecen asiduamente en la prensa. En definitiva, mujeres de mundo a las que la tradición islámica apenas afecta. Pero, si esto es así, ¿por qué algunas han terminado fugándose?

Esta semana, la princesa Haya de Jordania, esposa del emir Mohamed Bin Rashid al Maktum, ha acaparado la atención de los medios tras fugarse de Dubái para refugiarse en Londres con sus dos hijos, donde ha solicitado asilo político y ha pedido el divorcio. ¿El motivo? Las mentiras del emir acerca de la también fuga de su hija mayor, Latifa. La joven intentó hacer lo mismo el año pasado pero no tuvo éxito, ya que agentes del emir la obligaron a  volver al emirato antes de que llegara a Estados Unidos. Después fue arrestada y sometida a torturas, según narró ella misma en un vídeo.

A Haya la engañaron con una versión que hablaba de una extorsión a Latifa que le habría obligado a huir de Dubái. Cuando descubrió la verdad, no dudó en coger a sus dos hijos y llevárselos lejos de su marido, uno de los jeques árabes más 'abiertos' del Golfo Pérsico, pues permite a las mujeres de la familia no usar el velo islámico o tener una intensa vida social.

Pero como han demostrado Latifa y Haya, esto sucede de puertas para fuera. En la intimidad del hogar, Mohamed Bin Rashid al Maktum sigue siendo un hombre apegado a la tradición. Su hija cuenta en su vídeo que su vida es "una farsa" y que vivía en una jaula de oro. Algo que demuestra que estas mujeres también sufren el machismo que todavía impera en estas sociedades.

"Muchas familias árabes quieren parecer abiertas y liberales"

Como señala un artículo de 'Foreing Policy', la mayoría de mujeres en el mundo árabe tienen numerosas restricciones que van desde la imposibilidad de elegir libremente a sus maridos a no poder salir solas a la calle o viajar sin acompañante, así como usar las redes sociales. De ahí que muchas de ellas tengan que hacer ciertas cosas a escondidas, como tener teléfonos secretos o utilizar las redes bajo nombres falsos. 

Algo que incluso puede ser peor para las 'mujeres privilegiadas' -que pertenecen a la realeza o son hijas de políticos-. "Para ellas, es inaguantable", señala al 'Foreing Policy' Hala al-Dosari, una conocida activista saudí. "Ellas tienen que vivir de una forma diferente a las de otras mujeres de su misma posición en otras culturas", mujeres con las que muchas veces mantienen contacto en actos públicos fuera de sus países.

Son solo sería pinceladas de la vida que no les está permitido tener. "Para muchas de ellas, la riqueza es un duro consuelo ante la imposibilidad de poder hacer lo que desean", señala la activista, que destaca el gran problema que sufren: la hipocresia. Porque estas familias privilegiadas quieren mostrarse ante el mundo como abiertas y liberales, permitiendo que sus mujeres actúen con una falsa libertad, algo que encarnaría a la perfección el emir de Dubái. Así, el artículo señala que el arresto domiciliario que sufre Latifa es algo que les ocurre a otras muchas mujeres de su posición social.

A veces hay casos con final feliz, como el de Rahaf Mohammed, la hija del gobernador de la región de Sulaimi, en Arabia Saudí, quien solicitó hace poco asilo en Canadá, país que intercedió por ella después de que Tailandia le deportara de nuevo a su hogar. Pero, como recuerdan los expertos, por cada historia de fuga exitosa, hay otras muchas que fracasan.

El problema es que estas historias acaban siendo incluso más perjudiciales para ellas, ya que las autoridades árabes y las propias familias se vuelven más estrictas. De hecho, la historia de Rahaf Mohammed se ha usado en los medios de su país para presentarla como alguien que reniega de su religión. De hecho, la joven ha denunciado que muchas mujeres han contactado con ella para contarle que su familia les ha quitado su pasaporte y les ha prohibido salir del país.

Buscaban lo mismo la princesa Haya: vivir lejos de su esposo. Si bien no lo va a tener fácil, puesto que su marido reclama a sus hijos, menores de edad. Además, también se fugó con, supuestamente, una cantidad millonaria. Así, todo se decidirá en los tribunales, para lo que ambas partes cuentan con dos de las mejores abogadas del Reino Unido especializadas en estos casos. Una historia cuyo final va a depender de la justicia y que vuelve a poner de manifiesto que ser princesa no es ningún privilegio en el mundo árabe.

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