Villena reivindica la figura de Azaña, símbolo de los perdedores de la Guerra

  • Madrid.- Setenta años después de la muerte de Manuel Azaña, el periodista y escritor Miguel Ángel Villena reivindica en una biografía la figura de quien sin duda fue uno de los intelectuales y políticos más importantes del siglo XX, "símbolo de todos los perdedores de la guerra civil".

Villena reivindica la figura de Azaña, símbolo de los perdedores de la Guerra
Villena reivindica la figura de Azaña, símbolo de los perdedores de la Guerra

Madrid.- Setenta años después de la muerte de Manuel Azaña, el periodista y escritor Miguel Ángel Villena reivindica en una biografía la figura de quien sin duda fue uno de los intelectuales y políticos más importantes del siglo XX, "símbolo de todos los perdedores de la guerra civil".

"España le debe todavía a Azaña una restitución histórica", afirmó hoy Villena en una entrevista con Efe, en la que repasó algunas de las facetas más importantes de quien llegó a ser ministro, jefe del Gobierno y presidente de la II República, y de quien "antepuso la ética y sus principios a cualquier otra consideración".

Azaña, el intelectual y el político, "es el mayor exponente de una impotencia, de un fracaso histórico que, tras la derrota republicana, sumió al país en la etapa más terrible de su historia contemporánea. Los vencidos no obtuvieron ni paz, ni piedad, ni perdón, como imploró el jefe del Estado en su famoso discurso de Barcelona de julio de 1938", escribe Villena en el prólogo de la biografía "Ciudadano Azaña", publicada por Península.

Perteneciente a una familia republicana, Villena (Valencia, 1956) siente admiración por Azaña desde que, de niño y adolescente, oía con frecuencia a sus padres y abuelos elogiar la figura de este político, orador portentoso y excelente cronista, que murió "enfermo y dramáticamente envejecido" en Francia, ese país que tanto admiraba pero que "lo defraudó al someterse a los nazis".

Villena es también autor de "Españoles en los Balcanes" y de las biografías "Ana Belén" y "Victoria Kent", y desde el principio tuvo claro que su libro sobre Azaña (Alcalá de Henares, 1880- Montauban, 1940) tenía que ser "riguroso" pero de "divulgación", "porque hay un déficit muy grande sobre el conocimiento de nuestra historia reciente y se ignoran personajes clave como Azaña".

Con epílogo de Jorge M. Reverte, la biografía pretende además "poner en valor" la faceta de Azaña como escritor, "que quedó eclipsada por su figura política", y mostrar su lado humano. Villena refleja en su libro el carácter de este hombre "sobrio, austero, cabal, ceremonioso, discreto, un punto triste y algo misógino".

España, asegura Villena, "es un país de memoria frágil", y esa es una de las razones de que, hoy día, la figura de Azaña sea desconocida para muchos y de que su obra literaria no posea la debida influencia, pese a que un libro como "La velada en Benicarló" tenga "una actualidad absoluta".

Pero hay más motivos para que no disfrute del reconocimiento que se merece: la memoria de este gran político "se borró durante el franquismo. Hubo un empeño deliberado de la dictadura por considerarlo un monstruo".

También, en la Transición "no se le hizo justicia" y la democracia "ha sido muy cicatera con figuras incómodas como Azaña", que, históricamente, "se movió entre dos aguas":

"Era un burgués, hijo de un alcalde de Alcalá de Henares y nieto de un notario. Le hubiera tocado estar alineado con 'los suyos', pero no lo hizo. Era partidario de una gran reforma de España, de una democratización, pero no era revolucionario en absoluto", señaló Villena.

Azaña "nunca aspiró al poder", pero las circunstancias históricas excepcionales que le tocó vivir, y su "gran capacidad de consenso", contribuyeron a que ocupara los puestos más altos durante la II República.

"Eso le provocó grandes dramas internos, grandes desgarros, porque, para Azaña, la moral siempre estaba por delante de la política", subrayó Villena, periodista de "El País" durante años y, actualmente, asesor de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional.

El autor refleja en su biografía las luces y sombras de Azaña, y entre las primeras ocupan un lugar destacado la reforma militar y religiosa que impulsó en los años 30 y que "equiparó a España al resto de democracias occidentales".

Pero también hay sombras, y una de ellas es "la ingenuidad". "Azaña debería haber sido más radical; pecó de buena fe y de ingenuidad con respecto a la reacción que iba a tener la derecha española".

"También se le reprocha una cierta cobardía a la hora de afrontar circunstancias adversas. Yo creo que Azaña durante la Guerra se hunde, la violencia le desgarra y en algunos momentos peca de una actitud abandonista", dijo Villena tras recordar que el político intentó dimitir dos o tres veces como presidente de la República y sus colaboradores "lo convencieron" de que no lo hiciera.

"Era demasiado intelectual y demasiado poco político en una época en la que España pedía gente más de acción que de reflexión", concluyó Villena.

Ana Mendoza

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