Vístete como… Inés Domecq: la española mejor vestida

  • Claves para lucir como una de las más estilosas del planeta.
Domecq
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Su nombre ya nos avanza el pedigrí de su familia y, también, algo de su procedencia. Inés Domecq es una aristócrata andaluza cuyo rostro es ampliamente conocido en los circuitos nobles y de relumbrón de nuestro país (su marido es Javier Martínez de Irujo, nieto de la Duquesa de Alba). Si bien esta mujer de 35 años, emprendedora y madre de dos hijos, también es famosa por su vestuario, pues es una de las mejor vestidas del mundo en 2017, según la lista que elabora la edición estadounidense de Vanity Fair. Si quieres lucir como una de las más estilosas del planeta, aquí las claves.

Elegancia de cuna

El primer adjetivo con el que cualquiera, entienda más o menos de moda, puede calificar el estilo de Domecq es elegante. La andaluza posee un porte innato, que le viene de cuna, que es prácticamente imposible de imitar. Se ponga lo que se ponga, siempre va impecable y desprende un halo de distinción natural. Y decimos que le viene de cuna porque su hermana mayor, Mercedes, también aparece en el mencionado listado de Vanity Fair, ambas en el apartado de profesionales.

Si bien Inés es la que más se asemeja a lo que hoy denominamos influencer, ya que además trabaja en el sector de la moda con su empresa de marketing y asesoría de imagen, con clientes entre los miembros de la alta sociedad. La elegancia de Inés se palpa a simple vista porque le viene en los genes.

Amante de los trajes

Inés ha dejado claro en sus apariciones públicas que, si tiene una prenda fetiche, es el traje. En diferentes colores, versiones y formas, la andaluza no duda en usarlo tanto en su día a día como para ocasiones más especiales. Además, las apuestas las hace a todo color, ya sea con un traje blanco con complementos en negro, o de color gris o en rojo. Un punto a su favor con este vestuario es su altura, ya que hace que el traje le quede como anillo al dedo.

Abrigada y chic

Otra de las pasiones de la aristócrata son los abrigos. Suele llevar de dos tipos: estilo gabardina o masculinos y de pelo. Ambas opciones las combina a la perfección con pantalones de distintos tonos y cortes (boyfriend, campana, tobilleros…). Para estos looks tan sencillos, Inés elige unas maxigafas de sol o un cinturón llamativo con los que dar el toque chic a los outfits invernales. Toma nota y hazte con un buen abrigo de este tipo en las rebajas, ya que la socielité demuestra que es un fondo de armario básico que nunca pasa de moda.

La invitada perfecta

Donde Inés Domecq hace siempre un auténtico despliegue de elegancia, saber estar y estilo es en las BBC, sigas de bodas, bautizos y comuniones. Es en estos actos sociales en los que la joven brilla con luz propia gracias a su porte, su vestuario y sus complementos. Porque más allá de los vestidos que lucen (que suelen ser muy andaluces y coloridos), los complementos son los que marcan las diferencias. Porque Inés es de las españolas que mejor lucen la pamela, un accesorio no exento de riesgos que no a todo el mundo le queda bien.

La aristócrata siente verdadera devoción por este tipo de sombreros y es frecuente verla con algún modelo en estos eventos. Y siempre acierta, tanto si son tocados con plumas, abalorios… el resultado siempre es 10.

Belleza andaluza

Uno de los puntos fuertes de la influencer es su belleza natural. Es andaluza y lo lleva en sus genes, de ahí su piel y cabellos intensamente morenos. Unos rasgos raciales, característicos y con fuerza que sirven para darle ese toque de distinción a sus looks. Como buena andaluza, es bastante clásica y no suele innovar demasiado con su melena o maquillaje. El peinado siempre mantiene su color natural y cae de forma natural sobre los hombros, con ligeras ondas. Por su parte, el maquillaje es bastante sencillo para el día a día, mientras que para los actos de mayor importancia suele apostar por un ahumado en los ojos. Es la parte que más destaca y no es habitual verle con los labios pintados de forma llamativa o exceso de color en el rostro. Para Inés, menos es más, y desde luego no le falla la ecuación.

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