Cristina Fernández de Kirchner, la mujer curtida en política

Como Evita Perón, Cristina Fernández de Kirchner salió de la sombra de su esposo y marcó con su propio sello la política de Argentina, a menudo salpicada de la cultura machista.

"No soy ni Evita ni Hillary", aclaró Cristina, entonces senadora y primera dama, antes de ganar la presidencia de Argentina y suceder a su esposo Néstor Kirchner (2003-2007).

Desde ese momento, su nombre, a veces abreviado con las iniciales CFK, divide a los argentinos entre quines la aman y quienes la detestan.

"No quiero que me identifiquen ni con Hillary, ni con Evita, ni con nadie. No hay mejor cosa que ser parecido a uno mismo", añadió sobre el mito argentino que murió a los 33 años en 1952; la "abanderada de los humildes", a quien admira y con quien es comparada por su poder de oratoria y coquetería.

Abogada de 63 años, es peronista desde joven, cuando empezó a militar en el Partido Justicialista. Lleva más de la mitad de su vida en la escena política argentina con clara vocación de poder.

En 1989 se convirtió en diputada provincial, luego de la Nación y casi una década más tarde en senadora, cargo que desempeñó a la par del papel de primera dama.

En 2007 fue electa presidenta por primera vez y en 2011 ganó un segundo mandato. Un año antes había fallecido su esposo y compañero de militancia Néstor Kirchner.

"Él siempre me dijo que a mí me iban a exigir mucho más", recordó recientemente, al destacar que en ello incidió también "el componente femenino". Eso "pesa mucho en la balanza y en Argentina", apuntó.

Hoy, con su país girando a la derecha, Fernández de Kirchner es vista como la mujer fuerte y autoritaria que lideró junto a su esposo 12 años de un proyecto con el que se identificaron sectores progresistas y del que denostaron los más conservadores.

"Ser presidenta es muy duro", aseguró hace unos días, y consideró una "persecución política" las actuales denuncias de corrupción en su contra.

La oposición política a su gobierno fue dura, pero nunca la debilitó. Las críticas fueron tan vehementes e insistentes que también dejaron colar la misoginia para reprocharle como "ataques de histeria" algunas decisiones de Estado.

Fernández de Kirchner se ganó enemigos a la par que consolidó una fuerte adhesión en los sectores pobres con políticas de promoción de la movilidad social. Se enfrentó a grandes grupos mediáticos, a sectores del poder judicial, agrario y al empresariado.

Ella "tiene muy alto el umbral de resistencia psíquica", dijo a la AFP Sandra Russo, periodista y autora de su biografía, La Presidenta (2011).

"Cristina dice que con tantas décadas como diputada y como senadora, se habituó a pelear para ser escuchada en ámbitos en los que era difícil hacerse oír", agregó Russo.

Se hizo una política dura, confrontativa, obsesiva con los datos y referencias históricas. Pero nada de esto sacrificó su coquetería.

"A mí me gusta pintarme como una puerta desde los 15 años", dijo sin complejos antes de dejar la presidencia, siempre bien peinada, maquillaje excesivo y tacos altos.

Ahora mantiene en suspenso su futuro político, pero cuando le llega el micrófono habla fuerte contra las políticas económicas del presidente Mauricio Macri y enciende la polémica.

En los últimos 42 años, 10 mujeres llegaron a la presidencia en América Latina, cuatro de ellas en la última década: la brasileña Dilma Rouseff, la costarricense Laura Chinchilla, la chilena Michelle Bachelet y Fernández de Kirchner.

La primera fue otra argentina, Isabel Martínez de Perón, tercera esposa de Juan Domingo Perón que asumió tras la muerte de su marido en 1974. Fue derrocada por un golpe militar en 1976.

En Perú, Keiko Fujimori perdió por un estrechísimo margen la presidencia el pasado mes de junio. Había sido en los años 1990 primera dama de su padre Alberto Fujimori, actualmente en prisión.

En Nicaragua, el presidente Daniel Ortega (70 años) acaba de lanzar a su esposa Rosario Murillo como candidata a la vicepresidencia para los comicios del próximo 6 de noviembre en los que busca reelegirse por tercera vez consecutiva.

Murillo, de 65 años, es la principal vocera de su gobierno y considerada como el verdadero poder detrás del trono. Madre de diez hijos, es una conocida poetisa de su país.

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