El EI sigue en pie seis meses después del lanzamiento de ofensiva en Libia

Sólo controlan un pequeño barrio, pero los yihadistas siguen resistiendo en Sirte seis meses después del lanzamiento de la ofensiva de reconquista de la única ciudad controlada por el grupo Estado Islámico (EI) en Libia.

El 12 de mayo, el gobierno libio de unión nacional (GNA) anunciaba el comienzo de la batalla de Sirte, a orillas del Mediterráneo, a 450 km al este de Trípoli.

Las primeras semanas prometían. La operación logró arrebatarles la mayor parte de esta ciudad, conquistada en junio de 2015 por el EI en un intento por echar raíces en Libia para desde allí propagar su influencia al norte de África.

Los combates con los yihadistas han causado más de 667 muertos y 3.000 heridos en las filas de las fuerzas progubernamentales.

La batalla se estanca, entre otros motivos, por la prudencia de las fuerzas pro-GNA para limitar las bajas y proteger a los civiles atrapados en la ciudad, cuyo número se desconoce.

"La batalla dura más tiempo de lo previsto", afirma Mattia Toaldo, especialista de Libia en el centro de reflexión European Council on Foreign Relations.

Los yihadistas están atrincherados en el pequeño barrio de Al Giza al Bahriya, que defienden encarnizadamente.

"El retraso del asalto final se debe (...) principalmente al hecho de que se trata de combates muy violentos y a que Dáesh (acrónimo árabe del EI) está decidido a defender sus posiciones hasta el último metro cuadrado", explica a la AFP Rida Isa, portavoz de las fuerzas progubernamentales.

Ethan Chorin, un exdiplomático estadounidense en Trípoli y actualmente consultor, ve otros motivos para este estancamiento.

"No todos los que luchan contra el EI en Sirte con el apoyo occidental están motivados, ni muy bien organizados", afirma.

Según Isa lo más importante para las fuerzas leales al GNA es preservar la vida de los combatientes "y también a los civiles usados por Dáesh como escudos humanos, por eso hay que avanzar lentamente y de forma repentina".

"Nuestros combatientes oyen los gritos de los civiles desde las casas casa vez que se lanza un bombardeo. No sabemos cuántos hay pero sabemos que Dáesh no los deja salir", cuenta.

Toaldo abunda en ello: "Se toparon con una resistencia con la que no contaban por parte del EI (...) que utiliza rehenes, complicando cualquier asalto a los edificios en los que los yihadistas se esconden".

Esta guerra de usura cuesta cara a los dos bandos.

El balance de muertos en las filas de los combatientes del EI no se puede verificar a través de fuentes independientes, pero Rida Isa afirmó a la AFP que entre 1.800 y 2.000 han muerto desde el comienzo de la operación.

El miércoles, el comando de las fuerzas estadounidenses en África anunció la reanudación de los bombardeos aéreos contra el EI en Sirte después de más de una semana de suspensión, en el marco de una operación lanzada el 1 de agosto en apoyo a los combatientes pro-GNA.

Desde entonces, la aviación estadounidense llevó a cabo 368 ataques.

Ahora que los yihadistas están rodeados en menos de un kilómetro cuadrado, "es difícil saber cuál será el impacto de los bombardeos estadounidenses", por muy precisos que sean, estima Toaldo.

Una derrota del EI en Sirte asestaría un golpe duro al grupo extremista que sufrió en los últimos meses una serie de fracasos militares en Irak y en Siria, especialmente contra sus bastiones de Mosul (norte de Irak) y Raqa (norte de Siria).

La resistencia de los últimos combatientes del EI es violenta y desesperada porque los que no han huido de la ciudad prefieren morir a dejarse atrapar vivos. Algunos se hacen estallar por los aires al volante de vehículos repletos de explosivos que empotran contra las fuerzas progubernamentales.

"La batalla no es sencilla (...) combatimos una ideología extremista radical", recalca Rida Isa.

"Un enemigo como este sólo se puede aniquilar si se mata a todos sus combatientes. Es lo que haremos (...) Es cierto que esta batalla ha durado demasiado pero es una guerra, no un partido de fútbol con un principio y un final" en 90 minutos, concluyó el portavoz de las fuerzas pro-GNA.

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