LAS ‘HEMBRAS ALFA’ DE SURICATO PRODUCEN MÁS TESTOSTERONA QUE LOS MACHOS

Las hembras dominantes de suricato, una especie de pequeños mamíferos carnívoros que miden entre 25 y 35 centímetros y habitan en los desiertos de Namib y Kalahari (sur de África), pueden producir hasta el doble de testosterona que los machos y son más propensas a ser líderes en sus comunidades, pero pagan un precio por ello porque tienen mayores problemas de salud que las que están en rangos sociales inferiores.
Así se recoge en dos estudios realizados por científicas de la Universidad Duke (Estados Unidos), que han analizado a los suricatos del extremo sur de África y han publicado sus investigaciones en las revistas ‘Scientific Reports’ y ‘Biology Letters’.
Los suricatos (‘Suricata suricatta’), que son del tamaño de una ardilla y de la familia de la mangosta, viven en grupos gobernados por una única hembra dominante, con un máximo de 50 ayudantes masculinos y femeninos de menor rango.
En esta especie, las hembras dominantes pueden ser agresivas e incluso hacen desaparecer a otras hembras que se quedan preñadas o matan a sus crías, lo que mantiene a otras individuas dedicadas a la alimentación y al cuidado de sus bebés en lugar de a los propios.
Este comportamiento intimidatorio de las ‘chicas malas’ de suricato parece dar sus frutos porque las ‘hembras alfa’ tienden a vivir más que los suricatos subordinados y dan a luz un 80% de las camadas sobrevivientes.
MÁS PARÁSITOS INTESTINALES
En uno de los estudios, Christine Drea, profesora en la Universidad Duke; Charlie Davies, ayudante de investigación, y otros colegas encontraron que las hembras de suricato pueden producir hasta el doble de testosterona que los hombres. Hay otras especies en las que las hembras gobiernan, pero los suricatos son los únicos animales conocidos en los que se invierten los patrones tradicionales de las hormonas sexuales.
En un segundo estudio y con el fin de analizar si esta anomalía tiene un coste, la doctoranda Kendra Smyth pasó más de un año, entre 2013 y 2014, recogiendo muestras de heces de 37 hembras salvajes de suricato que viven en la Reserva del Río Kuruman, en el desierto de Kalahari (Sudáfrica).
En su investigación de doctorado sobre los efectos de las hormonas y la posición social en la salud de las suricatas, Smyth analizó las hormonas sexuales y huevos de parásitos en los excrementos a través del microscopio para determinar si los animales estaban infectados.
Esta investigadora concluye que las hembras de suricato con mayores concentraciones de testosterona y hormonas relacionadas tienden a tener más parásitos intestinales que otras hembras, un signo de un sistema inmune potencialmente debilitado. “Podría ser que las hormonas disminuyen el sistema inmunológico, por lo que es más difícil mantener los parásitos bajo control”, apunta.
Estos resultados coinciden con un estudio preliminar de biólogos en 1992, que sugería que la testosterona hace que los machos sean más agresivos, pero también más propensos a las infecciones.

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