EL ATOLÓN DE BIKINI SIGUE INHABITABLE DÉCADAS DESPUÉS DE LOS ENSAYOS NUCLEARES DE EEUU

El atolón de Bikini, perteneciente a las Islas Marshall (Estado insular situado al noreste de Australia), continúa inhabitable por sus niveles de radiación después de que Estados Unidos realizara en la zona 67 ensayos nucleares entre 1946 y 1958, tras la Segunda Guerra Mundial.
Así lo afirman investigadores de la Universidad de Columbia en Nueva York (Estados Unidos) en un estudio publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, donde explican el razonamiento de sus pruebas, los métodos utilizados, sus resultados y lo que creen que debe hacerse en el futuro.
Después de las pruebas nucleares realizadas por Estados Unidos en el norte de las Islas Marshall, los habitantes de algunas islas fueron evacuados a otras, pero actualmente algunas personas y sus descendientes desean volver a sus orígenes, concretamente en los atolones de Bikini y de Rongelap.
Los investigadores viajaron a las Islas Marshall y realizaron estudios de emisión de rayos gamma en tres de los atolones más afectados por los ensayos nucleares y compararon sus análisis con los del atolón de Majuro, que está lo suficientemente lejos de la zona de las explosiones y que mostró 13 milirems de radiación por año. Además, tomaron muestras del Central Park de Nueva York, que desprende 9 mrem/año.
El atolón de Enewetak reflejó 7,6 mrem/año, una cantidad inferior a la de Rongelap (19,8). Ambos están situados en una zona de seguridad, al contrario que el de Bikini, que muestra 184 milirems de radiación por año, lo que supone no superar los niveles mínimos aceptables acordados por los gobiernos de Estados Unidos e Islas Marshall.
Los investigadores concluyen que sus análisis indican que los niveles de radiación del atolón de Bikini rebasan lo exigido por Estados Unidos e Islas Marshall para crear asentamientos humanos y que las islas de Rongelap y Enewetak tienen niveles de radiación gamma muy por debajo de los estándares permitidos de seguridad, aunque en estos dos últimos casos señalan: “No somos capaces de tomar una determinación en cuanto a si estas islas son realmente seguras para vivir”.
De hecho, apuntan que Enewetak cuenta actualmente con un grupo de personas que viven con “cierta inquietud sobre si su entorno es seguro o no”, mientras que hay “una gran población de personas desplazadas de las Islas Marshall que desean regresar a Rongelap y Bikini”. “Dadas estas circunstancias, parece imprescindible que se tomen medidas adicionales para analizar las vías de exposición y hacer una declaración definitiva acerca de si estas islas son seguras para vivir”, concluyen.

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