Jeremy Corbyn, la soledad del viejo laborista

Jeremy Corbyn encarnaba la promesa de resucitar el viejo laborismo británico, el de las grandes causas sociales, la amistad con Latinoamérica y los sindicatos, pero el explosivo resultado del Brexit lo ha dejado solo.

"Corbyn es un hombre bueno y decente, el problema es que no es un líder", sentenció lapidariamente el domingo su portavoz de Exteriores, Hilary Benn.

La crítica es particularmente dolorosa por venir del hijo de Tony Benn, que fue el mentor y gran inspiración del joven Corbyn cuando entró en el partido.

Benn junior hizo esas declaraciones cuando acababa de ser destituido por buscar apoyos para conseguir que Corbyn se vaya, culminando así una semana negra para el laborismo.

Un 37% de los laboristas de todo el país se desmarcaron de la línea oficial del partido y votaron el jueves a favor de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, alineándose con el ala más derechista del Partido Conservador y con el partido anti-inmigrantes UKIP.

Corbyn perdió así su primer gran envite desde que fue elegido en septiembre de 2015. Y ya le han abandonado una docena de "ministros a la sombra", como se conoce a los portavoces de las diferentes áreas de la oposición. Todos exigen su cabeza.

"Jeremy nunca entendió que el laborismo le debe más al metodismo que al marxismo", le dijo un diputado laborista a la biógrafa del líder, Rosa Prince, autora de "Camarada Corbyn".

"Queremos una sociedad en la que no se ignore a la gente que ha quedado al margen", dijo Corbyn en sus primeras palabras tras ser elegido líder laborista, contra todo pronóstico, gracias al apoyo de los militantes más jóvenes, en setiembre de 2015.

Unas palabras con las que desmarcaba al partido del liberalismo de Tony Blair, que llevó al Partido Laborista a ganar tres elecciones seguidas.

Cornybn tiene 67 años, una barba canosa bien recortada, voz suave y oratoria pausada, viste relajadamente y es diputado por el barrio londinense de Islington, en el norte de la ciudad, desde 1983.

El histórico líder laborista Tony Benn lo llamaba "camarada Corbyn", según recordó este último. Aborrece la austeridad presupuestaria, lideró la oposición a la guerra de Irak y quiere eliminar las armas nucleares, defiende los servicios públicos y pretende renacionalizar algunos, como los ferrocarriles, símbolo de las privatizaciones de la era de Margaret Thatcher.

"La mayoría de las infraestructuras de electricidad, gas, agua y ferrocarriles fueron construidas con inversiones públicas desde la Segunda Guerra Mundial, y luego privatizadas a precio de saldo" por "Thatcher y los gobiernos conservadores", lamentó.

El problema es que en los tiempos que corren, una parte de su electorado cree que todas esas medidas benefician a los inmigrantes, y no a ellos.

Corbyn nunca ha ostentado ningún cargo importante y trabajó para los sindicatos antes de ser elegido al parlamento.

No fue a la universidad, y prefirió irse a Jamaica a trabajar para una organización caritativa.

El otrora primer ministro conservador John Major, que tampoco tenía una licenciatura universitaria, solía bromear con él porque el laborista logró mejores notas en la educación secundaria.

Major "me decía que yo estaba más cualificado que él", explicó a The Guardian, antes de justificar que no fuera a la universidad: "Me gustaba leer, estudiar a mi ritmo".

Corbyn nació en Chippenham, en el sur de Inglaterra, el 26 de mayo de 1949, y tiene tres hermanos, todos varones.

Empezó su militancia política en el mundo sindical y en 1983 entró en el parlamento ostentando un escaño, el de Islington Norte, que ha defendido con éxito en ocho elecciones generales.

Su aspecto de viejo lobo de mar rompe con el estereotipo "blairista", aseado y de trajes de Savile Row.

Como buen izquierdista británico, en una tradición que se remonta a George Orwell, tiene su conexión con la guerra civil española: sus padres eran activistas que se conocieron durante el conflicto.

Corbyn es padre de tres hijos y se ha casado tres veces. Su primera esposa era Jane Chapman. Su segunda, la madre de sus tres hijos, es una chilena que se llama Claudia Bracchitta, de la que se divorció porque él quería que los niños fueran a una escuela de barrio normal y ella a una más selecta.

Su tercera y actual esposa, con la que se casó hace un par de años en México, es la mexicana Laura Álvarez, que se dedica a la importación de café según las pautas del comercio justo.

"Está en paz consigo mismo. No le importa lo que digan los otros, no se desvía de su camino", dijo de él su amiga Emily Thornberry, diputada laborista.

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