Madres musulmanas sin fronteras en su lucha contra el yihadismo

Cuando vio que su hijo cambiaba los vaqueros por las túnicas y se pasaba el tiempo rezando, a Fatima no se le pasó por la cabeza Siria. Ahora asiste con otras madres a talleres para aprender a detectar las señales.

Es una "competición directa" entre las madres y los "reclutadores y su influencia tóxica en las mezquitas cuando los niños se convierten en adolescentes", explica Edit Schlaffer, fundadora en 2002 de la oenegé Women without Borders (Mujeres sin fronteras, WWB), con sede en Viena.

Esta sexagenaria austríaca quiso que las madres se convirtieran en vigías en la detección de las señales de radicalización en niños y adolescentes en diversos países, de Bélgica a Indonesia pasando por Nigeria.

Las "escuelas de las madres" abiertas en 2012 proporcionan los instrumentos para prevenir que los jóvenes caigan en el yihadismo y en ocasiones para ayudarles a salir de ese entorno.

Fatima Ezzarhouni es una de estas madres. Esta belga de 44 años está convencida de que "nunca volverá a ver" a su hijo, huido a Siria en 2013. Un taller organizado recientemente en Viena le permitió sentirse acompañada en el dolor.

"No se me pasó ni un segundo por la cabeza Siria", pese a que veía que rezaba más y se vestía con largas túnicas en vez de ponerse sus pantalones vaqueros, reconoce.

Tampoco lo pensó Saliha Ben Ali, cuyo hijo de 19 años murió en Siria hace tres años. "Su radicalización fue muy rápida, en tres meses, y no nos dimos cuenta de los indicios", reconoce esta asistente social de Vilvoorde, en los suburbios de Bruselas.

Las mujeres formadas en estos talleres intentan sensibilizar y formar a otras madres.

En febrero, "la escuela de madres" celebró su primer encuentro en Indonesia, donde vive la mayor comunidad musulmana del mundo.

"En Indonesia conocí a mujeres que pensaban que su hijo se había ido a Siria para trabajar en el extranjero. No tenían ni idea de lo que era Siria. Cuando les dije que era una zona de guerra, se hundieron", contó Edit Schlaffer.

"Las madres indonesias no acostumbran a hablar mucho... aquí hemos aprendido la importancia del diálogo", declaró en Yakarta una de las participantes, Khotimun Susanti.

La oenegé WWB ha colaborado con expertos de la lucha antiterrorista de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), con sede en Viena. Es independiente y cuenta con financiación de varios ministerios austríacos, de la Unión Europea y del departamento de Estado estadounidense.

No es el único programa de lucha contra la radicalización encabezado por mujeres. Existen otros, como los creados por Latifa Ibn Ziaten, madre de una víctima del yihadista Mohamed Merah en 2012 en Toulouse (sudoeste de Francia), pero a diferencia de ellos WWB está presente en varios países.

En Austria, 15 mujeres han asistido al día de hoy a estos cursillos, todas ellas de la comunidad chechena.

"Los padres se fueron de Chechenia para salvar a los hijos de la guerra y ahora los pierden en un conflicto extranjero. La conmoción es profunda. Pero esto no significa que seamos impotentes y nos limitemos a esperar que los reclutadores vengan a llevarse a nuestros hijos", afirma Maynat Kubanova, periodista e instructora en estos talleres en Austria.

La determinación en la lucha contra lo que ella denomina el "enemigo invisible" es palpable entre los participantes.

"Las mujeres me han dado esperanza", afirma la belga Fatima Zarhouni. "Mucha gente nos ve como madres de terroristas. Pero somos madres coraje".

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