Nadia y Lamiya, de esclavas sexuales del EI a portavoces yazidíes, premio Sajarov

  • Nadia y Lamiya se convirtieron en símbolos de la comunidad yazidí tras vivir un infierno durante su rapto por el EI, que usa a las mujeres como esclavas sexuales.

    El periodista opositor turco Can Dündar y el líder histórico de los tártaros de Crimea Mustafa Dzhemilev, exiliado en Kiev también optaban al premio.

Nadia-Murad-y-Lamiya-Aji-Bashar
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M.T.

Las yazidíes Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar, que han recibido el premio Sájarov de derechos humanos 2016, vivieron un calvario como esclavas sexuales del Estado Islámico antes de convertirse en íconos de su comunidad amenazada.

El Parlamento Europeo decidió este jueves otorgar el Premio Sájarov 2016 de derechos humanos a las yazidíes Nadia Murad y Lamiya Aji Bashar, quienes fueron rescatadas de manos del grupo yihadista Estado Islámico, informaron fuentes coincidentes antes del anuncio oficial del galardonado.

Los grupos parlamentarios socialista y liberal habían propuesto a estas dos mujeres que se convirtieron en símbolos de la comunidad yazidí tras vivir un infierno durante su rapto por el EI. Este grupo yihadista secuestró a miles de jóvenes en Irak para convertirlas en esclavas sexuales.

Otras dos personalidades optaban también a este premio que reconoce la defensa de los derechos humanos: el periodista opositor turco Can Dündar y el líder histórico de los tártaros de Crimea Mustafa Dzhemilev, exiliado en Kiev después que Rusia se anexionara en 2014 esta península del Mar Negro, controlada entonces por Ucrania.

El presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, y los presidentes de los diferentes grupos políticos acordaron el jueves por la mañana conceder el galardón a ambas mujeres, indicaron varias fuentes a la AFP. El anuncio oficial está previsto hacia el mediodía local.

Los eurodiputados reconocen desde 1988 el compromiso en la defensa de los derechos humanos con este premio, que lleva el nombre del científico soviético disidente Andrei Sájarov. La ceremonia oficial de entrega tendrá lugar el 14 de diciembre en Estrasburgo, noreste de Francia.

El bloguero saudita Raef Badaoui, encarcelado en su país por "insultos", recibió en 2015 este galardón, que en sus casi 30 años de existencia ha premiado a hasta en tres ocasiones a disidentes cubanos: Guillermo Fariñas (2010), la asociación Damas de Blanco (2005) y Oswaldo Payá (2002).Lamiya fue vendida varias veces y la violaban cada vez que intentaba escapar

Lamiya, joven iraquí de la minoría religiosa izadí estuvo 19 meses secuestrada por el EI. A sus 18 años ya había vivido todo un infierno.

El calvario de Lamiya Aji Bashar, también oriunda de Kocho y raptada cuando tenía 16 años, se asemeja trágicamente al de Nadia.

Durante 20 meses de cautiverio intentó escapar en varias oportunidades. Cuando realmente lo logró, la joven cayó en manos de un director de hospital iraquí que también abusó de ella.

El rostro de Lamiya, que tiene la piel quemada, lleva los rastros de la explosión que le costó el ojo derecho.

"Es una mujer de gran fortaleza que soportó cosas que yo no le deseo a nadie", confirma Jan Kizilhan, un psiquiatra alemán que la asiste. "Muchos de los suyos fueron ejecutados por el EI delante de ella".

Cuatro veces intentó escaparse de sus captores después de vivir entre torturas. Cuatro veces fue atrapada y apaleada, maltratada y violada. Fue vendida en varias ocasiones y conducida de Irak a Siria y de Siria a Irak. Ahora vive con su tío después de que toda su familia fuera secuestrada por DAESH.

Algunos de ellos lograron escapar, pero su hermana menor aún está cautiva. Lamiya logró escapar con otras dos niñas gracias a la ayuda de un traficante, pero en el camino una mina mató a sus acompañantes y a ella le dejó secuelas para toda la vida. Pese a todo, ha tenido el valor de contar su historia.

Menos visible, Lamiya vive con su hermana en el sur de Alemania, donde busca rehacer su vida tras las atrocidades que vivió con el EI. Quisiera ser maestra de escuela y permanecer en el país que le dio asilo.

"Es una persona muy despierta, muy graciosa, que tiene muchos amigos", explica Jan Kizilhan. "No ha perdido ni el coraje ni las ganas de vivir".Nadia recorre el mundo para hablar del genocidio contra el pueblo yazidí

Nadia Murad, una iraquí de voz aterciopelada de 23 años, fue raptada en agosto de 2014 en su pueblo natal de Kocho, cerca de Sinjar en el norte de Irak, antes de ser conducida a la fuerza a Mosul, bastión del EI, hoy blanco de la coalición internacional.

Ella tuvo que renunciar a su fe yazidí, una religión ancestral despreciada por el EI, practicada por medio millón de personas en el kurdistán iraquí. Era eso o ser degollada.

Nadia Murad Basi logró que en Naciones Unidas se escucharan aplausos. Acababa de confesar a esos hombres con corbata cómo era vivir bajo el yugo de las "fuerzas del mal", del EI.  Lo sabe porque cuando tenía 19 años, fue secuestrada, maltratada, usada como botín de guerra y esclava sexual por ellos. Logró huir y pedir asilo en Alemania, donde consiguió techo, ayuda económica y asistencia médica y psicológica.

Nadia sufre como todas las jóvenes que pasaron por lo mismo muchos traumas, estrés, pero en vez de acudir a un psicólogo solo para ella ha decidido que el mal pueda hacer bien: su terapia es contar al mundo lo que ocurrió. Y así fue como, de la mano de Yazda, una organización creada por miembros de la diáspora yazidí en Estados Unidos, decidió contar su historia, pedir justicia y parar lo que no duda en calificar de genocidio.

En su lucha ha visitado ya el Parlamento británico, el Bundestag, los senado de Francia y EE.UU.; se ha reunido con el presidente del Parlamento Europeo, el presidente de Egipto y el primer ministro noruego. A todos ha contado su historia y la de los yazidíes, una comunidad muy conservadora, practicante de una de las religiones más antiguas y amenazadas del mundo que está siendo masacrada sin piedad por el EU.Así la capturaron

El 3 de agosto del 2014 milicianos armados y uniformados del EI entraron en Kojo, un pueblo agrícola del norte de Iraq de 1.700 habitantes donde vivía con su madre y sus 12 hermanos. Les dieron la opción de convertirse al islam o morir. Algo común en la forma de actuar del EI.

Días después, los reunieron a todos en el edificio de la escuela. “Su objetivo era eliminar a todos los yazidíes porque para ellos somos herejes”, cuenta. “Separaban a las mujeres, de los hombres y los niños. A los hombres los mataron, entre ellos a seis de mis hermanos”. A su madre se la llevaron con otras mujeres mayores y no ha vuelto a verla. “A nosotras, las chicas y los niños, nos llevaron en autobús a otra región con otras familias yazidíes”.

Los yazidíes repudian a las mujeres violadas. Nadie quiere casarse con ellas. Es lo que primero que hacían los miembros del EI, "tocarnos los pechos, violarnos... a los niños que ya tenían pelos en las axilas se los llevaban".

En su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, explicó en diciembre pasado su "casamiento" con uno de sus secuestradores: la golpeó, le ordenó maquillarse y ponerse ropa pegada al cuerpo.Vendidas como animales

Los yihadistas agruparon a las jóvenes yazidíes en Mosul. Las fotografiaron para poder venderlas. Un hombre se acercó a Nadia. "Estaba petrificada de miedo”, contó en la ONU. “Al levantar la mirada vi a un hombre enorme, un monstruo. Lloré y lloré. Le decía que era demasiado joven para él pero me pegó y me dio patadas. Luego se acercó un hombre más pequeño y le imploré que me llevara él. Tenía tanto miedo del primero…”. Este hombre le exigió que se convirtiera al islam. Luego le ordenó cómo vestirse y maquillarse, y finalmente la violó. “Me humilló cada día, me forzó a llevar ropa que no tapaba mi cuerpo, me torturó…".

Sufrió violaciones colectivas

Nadia sabe lo que es intentar escapar y sufrir por ello violaciones colectivas hasta perder el conocimiento. También fue vendida en varias ocasiones. 

"Incapaz de soportar tantas violaciones", decidió escapar. Gracias a la ayuda de una familia musulmana de Mosul, Nadia obtuvo documentos de identidad que le permitieron llegar hasta el Kusrdistán iraquí.

Tras la fuga, la joven --que dijo haber perdido seis hermanos y su madre en el conflicto-- vivió en un campo de refugiados en Kurdistán, donde tomó contacto con una organización de ayuda a los yazidíes. Ésta le permitió reunirse con su hermana en Alemania.

Después, con una hermana y varias cuñadas, se acogió a un programa del gobierno alemán para mujeres vulnerables.

Poco queda de la joven alegre, vestida con fuertes colores, enjoyada, muy maquillada anterior a su captura. Hoy, con el pelo recogido en una sencilla trenza, aparenta muchos más años de los que tiene. Su sueño siempre fue acabar secundaria y estudiar historia en la Universidad. Ahora sueña sólo con que se haga justicia para volver a su tierra y enterrar a sus muertos.

El EI asesinó a miles de yazidíes en el verano del 2014 alrededor de Sinyar, en el norte de Iraq, dejando cientos de miles de desplazados. Aquella atrocidad divulgó por todo el mundo la realidad de esta minoría. A pesar de que los kurdos han recuperado terreno al EI, aún hay unos 3.400 yazidíes retenidos. La mayoría son mujeres y niños, y entre ellos hay familiares de Nadia. Yazda ha localizado 35 fosas comunes, prueba del probable genocidio.

Nadia imploró ayuda en la ONU para salvar a su pueblo: "Nuestro genocidio sea reconocido. Si no lo hacen todos los parlamentos del mundo, desapareceremos (...) Los yihadistas del EI quieren borrarnos de la faz de la tierra. Son una amenaza para el mundo entero, no sólo para nosotros los yazidíes".

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