La Policía premia con la Cruz de Plata honorífica a la jueza Le Vert

  • Es la primera condecoración que acepta la jueza francesa en más de 20 años, poco amiga de los reconocimientos públicos.

    Le Vert fue clave a la hora de desarticular el santuario con el que durante años contaron los etarras en Francia.

La Policía premia con la Cruz de Plata honorífica a jueza Le Vert
La Policía premia con la Cruz de Plata honorífica a jueza Le Vert
B. Barón

El currículo de Le Vert no deja lugar a dudas: 40 años de carrera, la mayoría dedicados a la lucha contra ETA, que mañana serán reconocidos públicamente en España. Y es que la Policía Nacional le estregará, con motivo de la festividad de los Ángeles Custodios, la Medalla de Plata honorífica al Mérito Policial, una de las más altas distinciones que otorga este Cuerpo.

Esta es la primera condecoración que acepta la jueza francesa tras su jubilación y en más de 20 años, la primera y última fue en los 90. Poco amiga durante su carrera de los reconocimientos públicos, ha aceptado, por fin, la medalla que desde hace tiempo España deseaba entregarle.

La insignia, según ha podido saber lainformacion.com, ha sido propuesta por la Comisaría General de Información a la Junta de Gobierno, que la aceptó, y ratificada posteriormente por el Ministro de Interior.

Con ella, se quiere premiar el papel de Le Vert, clave a la hora de desarticular el santuario con el que durante años contaron los etarras en Francia.

De familia pudiente y sin embargo austera hasta en el vestir, desconfiada, rigurosa, de ideas conservadoras y contraria a las negociaciones con ETA. La banda le incluyó entre sus objetivos. Una "monja juez" habituada a vivir entre montañas de documentos escritos de su propio puño y letra, pero con la sensibilidad suficiente de derrumbarse y llorar junto a los padres de dos asesinados por los terroristas. Así es 'madame' Le Vert.

Laurence Le Vert nació el 19 de febrero de 1951 en el seno de una familia adinerada. No habla español, ni siquiera tiene a España como destino de vacaciones. Cuando quiere descansar prefiere retirarse a una casa de campo de su propiedad fuera de París. Contrajo matrimonio con un abogado británico y su apellido de casada es Crosthwaite, pero nunca lo ha usado pese a que en Francia es algo habitual.Luchando contra ETA desde 1990

"Sustituyó al juez Boulouque, que se suicidó en 1990, y a partir de ahí se enganchó al tema, lo adoptó como algo personal", explica una de las pocas personas en las que confía en España. "Sin ella ETA no habría acabado", se muestra tajante este ex alto mando de la lucha antiterrorista.

Cuando se pregunta por Le Vert se repiten casi de forma sistemática dos formas de describirla: "austera" y "rigurosa". "Es la que más sabe de ETA", coinciden algunos de los entrevistados. Sobre esto último, hay quien sostiene incluso que es la que más sabe de la banda a ambos lados de la frontera.

Sus investigaciones han llevado a la cárcel a centenares de etarras, muchos de ellos 'generales' de la banda que se escondían en el país galo. Era cuestión de tiempo que los terroristas incluyeran su nombre entre sus objetivos. ETA le sometió a vigilancias pese a que la banda se cuidaba mucho de no realizar atentados en Francia.

"En una documentación incautada en tiempos de 'Susper' (Ibon Fernández de Iradi, principios de la década de los 2000) se descubrió que le habían seguido del trabajo a su casa varias veces. Ya tenían el itinerario marcado. Finalmente ETA no se decidió a dar el paso", recuerda un responsable de las fuerzas de seguridad españolas. "Cuando ella se enteró, ni se inmutó", añade. En Francia apenas 50 personas llevan escolta y la juez Le Vert es una de ellas.Contraria a negociar con ETA

Tiene ideales políticos, es conservadora. También su propia forma de entender la lucha antiterrorista, siempre contraria a los procesos de negociación con ETA que han practicado casi todos los gobiernos españoles. En la negociación del año 2006 entre la banda y el Gobierno de Zapatero, la juez Le Vert recibió desde España el mensaje de aflojar la presión sobre los miembros de ETA en Francia, pero hizo caso omiso.

Ha rechazado diversas condecoraciones por parte de España. Tan sólo aceptó una a principios de los noventa y fue la última. Hasta ahora. Apuntan sus allegados que en esa decisión pudo influir los reproches que recibía su estrecha colaboradora, la fiscal Irene Stoler, quien también fue condecorada y tenía que soportar constantemente que los acusados por terrorismo le acusasen de estar vendida a España.

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