Rouco Varela destaca el "compromiso personal y pastoral" de los sacerdotes madrileños para regir y santificar Madrid

EUROPA PRESS
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Así lo ha dicho en la Homilía de la Misa de gracias por sus 80 años de vida y 40 como obispo, que se ha celebrado este sábado en la catedral de Santa María la Real de la Almudena.

Rouco Varela ha dicho que han sido "ochenta años de vida y de fe y cuarenta, de ordenación episcopal" detrás de los que se esconde "un torrente inmerecido de misericordia, de perdón y de gracia que, a la vez, abruman y consuelan el corazón, impulsándolo a una acción de gracias que sólo unida a la de Cristo, crucificado y resucitado, siempre actual en el Sacramento de la Eucaristía, se guarda de la tentación de cualquier tipo de vanidad y se convierte en una sentida súplica para que la misericordia del Padre, el amor del Hijo y la gracia del Espíritu Santo no falten nunca hasta el definitivo encuentro con el Señor".

Rouco Varela ha indicado que su historia está tejida de "gracias internas y externas, pero también de faltas de correspondencia a ese amor infinitamente misericordioso que brota del Corazón de Cristo".

Ha destacado las gracias exteriores recibidas apuntando a "las personas que fueron sus instrumentos en momentos y períodos decisivos de esta historia" y ha remarcado "el inmenso valor natural y sobrenatural" de lo que supusieron en su vida de cristiano y en el despertar y en el sostén de su vocación sacerdotal su familia, su parroquia de Villalba y los centros de formación humana, espiritual, académica y pastoral en los que se purificó, creció y maduró su vocación sacerdotal.

No obstante, ha puesto el acento en las "extraordinarias gracias" que le fueron regaladas en la forma de la cercanía y colaboración humana, espiritual y pastoral de personas muy queridas y en la celebración de extraordinarios acontecimientos eclesiales.

Así, ha relatado que el 31 de octubre se cumplió el cuarenta aniversario de su ordenación episcopal en la Catedral de Santiago de Compostela y ha remarcado la figura del Arzobispo, Ángel Suquía Goicoechea.

"El apoyo y la colaboración personal y ministerial de todo el Presbiterio de la Archidiócesis Compostelana en estos años y en los siguientes de servicio ya como su Arzobispo significaron una gracia muy especial del Señor sin la cual no me hubiera sido posible asumir y ejercitar con la fidelidad y la entrega apostólica requerida el oficio de pastor de una Iglesia diocesana que se extendía desde la costa sur de la Ría del Ferrol a la costa norte de la Ría de Vigo", ha aseverado.

Rouco Varela ha indicado que la "experiencia de comunión eclesial, vivida con creciente intensidad espiritual y pastoral entre el arzobispo, los obispos auxiliares y los presbíteros, con los consagrados y los fieles laicos ha sido también la gracia singularísima" que les ha mantenido y alentado en los veinte años de servicio episcopal a la Archidiócesis de Madrid.

"Sin el compromiso personal y pastoral de sus sacerdotes diocesanos y consagrados, desprendido e incansable en su celo por la nueva evangelización de una sociedad y de un pueblo de ancestrales raíces cristianas, y tentado por los señuelos engañosos de una secularización radical y poderosa, no nos hubiera sido posible atender a esas exigencias fundamentales de nuestro oficio como pastor del pueblo de Dios en Madrid de enseñarlo, santificarlo y regirlo en la caridad como sucesor de los Apóstoles y pastor de la Iglesia particular", asegura.

Y es que ha señalado que son "sacerdotes de calidad humana y espiritual excepcionales" los que le han acompañado en el Consejo Episcopal, en los seminarios diocesanos, en la Universidad San Dámaso, en 'las Pastorales' tan variadas que vertebran la presencia de la Iglesia en los campos de la cultura, del servicio social y de caridad con los enfermos y los más necesitados, con las familias y en la vida pública madrileña.

"Con los párrocos, vicarios y adscritos al servicio pastoral de las comunidades parroquiales de Madrid nos fue posible llegar a las personas con nombres y apellidos y a las situaciones más variadas de las familias madrileñas con la palabra y la cercanía del Evangelio", ha apuntado.

A su juicio, en la última visita de san Juan Pablo II a Madrid, a España, los días 3 y 4 de mayo de 2003, en el tercer Sínodo Diocesano de Madrid, y, sobre todo, en la Jornada Mundial de la Juventud del 16 al 21 de agosto del año 2011 con el Papa Benedicto XVI, "se puso a prueba y se reveló con toda su fecundidad y belleza evangelizadoras la vivencia de la comunión entre el Arzobispo, los Obispos Auxiliares, los presbíteros, los consagrados y los seglares de la Archidiócesis madrileña".

LAS HORAS MÁS SOBRESALIENTES

"Las horas de gracia más sobresalientes y determinantes de nuestro ministerio episcopal han sido con todo acontecimientos y momentos señeros de la vida de la Iglesia universal", ha indicado para citar el Concilio Vaticano II y los Pontificados de los grandes Papas del último tercio del siglo XX y de las dos primeras décadas del siglo XXI: el beato Pablo VI, san Juan Pablo II, Benedicto XVI y el inicio del ministerio del Papa Francisco.

También ha evocado "con sentimientos de conmovida gratitud la gracia externa, espiritualmente la más valiosa entre las valiosas, que es la de la oración de tantas comunidades de Hermanas de vida contemplativa, sobre todo, de Santiago de Compostela y de Madrid" y de las consagradas que le han cuidado "con un esmerado sentido de la maternidad eclesial".

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