Tranquilo suburbio de Singapur se convierte en escenario de guerra contra el Zika

La joven embarazada Sulaiha Ngatiman está agachada en el interior de su apartamento del segundo piso, donde persiste el fuerte olor a repelente de mosquitos que deja la guerra intensa contra el brote de Zika.

La mujer, 30 años de edad, se encuentra en el séptimo mes de embarazo del que será su quinto hijo, y reside en Aljunied Crescent, un tranquilo suburbio ubicado al este del centro de Singapur, donde se produjo el reciente brote de Zika, por lo que hoy se ha convertido en el campo de batalla de una auténtica guerra contra el mosquito Aedes (aegypti), que transmite el virus.

Desde la planta baja del edificio se eleva una neblina de humo, allí equipos de control de plagas armados con máquinas fumigadoras térmicas y otros aparatos desinfectan los lugares donde potencialmente podrían reproducirse los mosquitos.

"Estoy muy preocupada, porque he leído que muchos de los síntomas (de la enfermedad) apenas se sienten", dice Sulaiha a la AFP en el salón de su casa, donde pueden verse alineados sobre una mesa varios frascos de repelente para mosquitos. El olor a citronela -un repelente natural- se concentra en el aire.

"Todo lo que una madre realmente más puede querer es que su hijo nazca sano", agrega Sulaiha, quien ahora limita sus salidas al aire libre.

El Zika, presente actualmente en al menos 58 países, de los cuales el más afectado es Brasil, en la mayoría de los casos causa síntomas leves, como fiebre y una erupción cutánea.

Sin embargo, en el caso de las mujeres embarazadas, puede causar al feto microcefalia, una enfermedad que provoca que durante la gestación los niños desarrollen cerebros anormalmente pequeños.

El martes de esta semana fueron confirmados en Singapur 82 casos de transmisión local del virus del Zika.

Los primeros casos fueron detectados durante el fin de semana en el área de Aljunied y, desde entonces este barrio ha sido el foco de atención de las autoridades sanitarias.

Inspectores de la Agencia del Medio Ambiente armados con botes de insecticida y linternas, así como equipos especializados en el control de plagas, se han convertido en visitantes cotidianos para los vecinos.

Este miércoles de tarde, durante la visita de un periodista de la AFP, al zumbido de los fumigadores térmicos se unía el rugido de las turbinas de los aviones de una base aérea militar cercana, que rompían el silencio.

Los comerciantes del barrio destacan un importante aumento de las ventas de repelente para mosquitos, insecticidas en aerosol y otros dispositivos para combatirlos.

"He vendido todas las espirales contra mosquitos, pero la gente sigue preguntando por otros productos que no tengo", dice a la AFP el almaceneros Haranachia Mansoor, de 30 años de edad.

A pesar del aumento de los casos de infecciones por Zika, la vida continúa normalmente para la mayoría de los residentes del barrio.

"La mayoría de los que vivimos aquí somos personas mayores, por lo que no hay muchas mujeres embarazadas", explica Chew Ah Gek, de 72 años.

"Los empleados del gobierno vienen todo el tiempo a comprobar si hay mosquitos. No hay necesidad de ponerse nerviosos", añade.

Leong Hoe Nam, un especialista en enfermedades infecciosas del hospital Mount Elizabeth Novena de Singapur, dijo que la gente no se encuentra en estado de pánico porque confía en los esfuerzos del gobierno para exterminar los mosquitos.

"Precisamente, en este momento el lugar más seguro de todo Singapur puede ser Aljunied, porque hay muchos controles y se ha realizado exterminio" de mosquitos, dijo a la AFP.

Sulaiha, por su parte, sufrió un susto en 2009 cuando estaba embarazada de su tercer hijo y entonces se produjo un brote de gripe porcina H1N1. La verdad es que ninguna precaución es excesiva.

"Voy mañana al médico para hacerme pruebas sólo para estar segura", apostilló.

el/mba/sm/age/eg

Mostrar comentarios