En total unos 639 colegios de primaria y secundaria han sido dañados por los ataques desde que estalló la violencia en agosto de 2016. Las escuelas que han quedado intactas han sido aprovechadas como refugios de emergencia para los desplazados y muchas otras han sido ocupadas por los combatientes, haciendo que niños y maestros no puedan volver a las clases, según ha explicado UNICEF en el comunicado.
"Es esencial brindar a los niños la oportunidad de volver al colegio lo antes posible", ha explicado el representante en funciones de UNICEF en la República Democrática del Congo, Tajudeen Oyewale.
"Las escuelas deben ser lugares seguros donde los niños puedan aprender y empezar a recuperarse del estrés provocado por el desplazamiento o por los recuerdos de lo que probablemente han visto. Volver a clase puede ayudarles a recuperar la sensación de normalidad en estos tiempos tan difíciles", ha añadido Oyewale.
Ante la situación de emergencia UNICEF ha recordado al Gobierno congoleño que en 2016 firmó la Declaración de Oslo sobre Escuelas Seguras y le ha instado a cumplir su compromiso con la protección del derecho a la educación en zonas de conflicto.
Oyewale ha explicado que hay que aprovechar los "momentos de calma" para ayudar a los niños que no pueden ir al colegio, alegando que "el futuro de demasiados niños estará en riesgo si no tienen acceso a asistencia de emergencia en educación".
La respuesta de emergencia a las necesidades educativas pasa por impartir cursos de recuperación a niños no escolarizados, proveer material escolar y uniformes, para lo que UNICEF necesita 40,2 millones de dólares (35,9 millones de euros). Desde principios de este año, ya se han reformado 24 aulas y 64 nuevos docentes han sido habilitados.
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