Acotan diez veces el área de búsqueda de las cajas negras del vuelo Río-París siniestrado en junio

  • París.- Dos barcos equipados con tres vehículos submarinos y dos robots buscarán desde marzo, en un área diez veces más pequeña de la zona de rastreo inicial, las cajas negras del avión siniestrado entre Río de Janeiro y París con 228 personas a bordo en junio de 2009.

Acotan diez veces el área de búsqueda de las cajas negras del vuelo Río-París siniestrado en junio
Acotan diez veces el área de búsqueda de las cajas negras del vuelo Río-París siniestrado en junio

París.- Dos barcos equipados con tres vehículos submarinos y dos robots buscarán desde marzo, en un área diez veces más pequeña de la zona de rastreo inicial, las cajas negras del avión siniestrado entre Río de Janeiro y París con 228 personas a bordo en junio de 2009.

La búsqueda en ese área, reducida a unos 2.000 kilómetros cuadrados, será la última que se lleve a cabo y se prolongará durante cuatro semanas.

Se trata de la operación más ambiciosa de la Oficina de Investigación y Análisis (BEA, por sus siglas en francés), organismo criticado por las familias de las víctimas al no haber sido capaz de esclarecer el siniestro cuando han pasado casi nueve meses del accidente.

"Con los tres sonares buscaremos el pajar y con los dos robots la aguja", explicó ante medio centenar de periodistas el responsable de medios de la investigación, Olivier Ferramte.

Según el director de la BEA, Jean-Paul Troadec, "hay buenas oportunidades de poder leer" las cajas negras si llegaran a encontrarse, ya que están concebidas para aguantar el impacto del vuelo y profundidades de hasta 6.000 metros bajo la superficie.

El pasado 1 de junio, el avión A330 de Airbus, que operaba la aerolínea Air France, despegó de Río de Janeiro con destino a París y se precipitó al océano cerca del archipiélago brasileño Fernando de Noronha, a 1.296 kilómetros de la localidad brasileña de Recife, por razones aún desconocidas, causando la muerte de sus 216 pasajeros y los 12 miembros de la tripulación.

Hasta el momento, el BEA sólo ha recomendado cambiar los "criterios de certificación" de los sensores que miden la velocidad de vuelo, denominadas Pitot y fabricadas por la empresa francesa Thales, aunque no se ha atrevido a señalarlas como responsables directas del accidente.

La ambigüedad de las explicaciones oficiales le ha valido al BEA duras críticas de los familiares de las víctimas, tanto por la falta de aclaraciones contundentes sobre el accidente como por el ritmo de su trabajo, que juzgan lento.

En esta tercera fase, el último intento de aclarar qué paso aquél 1 de junio, el BEA ha determinado con más precisión, y gracias al apoyo de expertos internacionales, la hipotética zona del impacto, a través de simulaciones llevadas a cabo a partir de las corrientes submarinas y de la localización de los restos del avión recuperados hasta ahora.

Así, la zona de búsqueda se ha reducido a cerca del 12 por ciento de los 17.000 kilómetros cuadrados iniciales y los esfuerzos se centrarán ahora en un área de unos 2.000 kilómetros cuadrados.

La profundidad, cuyo fondo marino presenta un relieve muy accidentado, es de unos 4.000 metros, por lo que, en caso de que los sónares submarinos que portarán los barcos Anne Candies (Estados Unidos) y Seabed Worker (Noruega) encuentren las cajas negras, se utilizarán dos robots para poder recuperarlas.

Aunque prorrogable, el tiempo de esta última etapa de búsqueda que se iniciará a mediados del próximo mes de marzo será de cuatro semanas.

"Es la última oportunidad" de encontrar las cajas negras porque "no se puede hacer más", aseguró Troadec.

En esta tercera fase se invertirán diez millones de euros, financiados a partes iguales por el constructor del aparato, Airbus, y por la aerolínea que operaba el vuelo, Air France.

De esa forma, el monto total del rastreo ascenderá hasta unos 20 millones de euros, aunque el director de la BEA avanzó que si no se pudieran encontrar las cajas negras en las cuatro semanas previstas para esta nueva batida, solicitaría más fondos para ampliarla el tiempo de búsqueda.

La operación servirá para elaborar una fotografía sonar completa del área donde creen que pueden encontrar los sistemas de grabación del avión, del tamaño de una caja de zapatos, aunque los modelos matemáticos empleados son nuevos.

Esto se debe a que los simuladores que normalmente se emplean en los accidentes cerca de la costa no sirven para mar abierto, donde las corrientes y los vientos son más fuertes y variables.

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