La violencia se cuela en consulta: "Me amenazaron con arrancarme la cabeza"

Consulta médico
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La precariedad se ha colado en las consultas y con ella la violencia. "Hace dos semanas, unos familiares amenazaron con arrancarme la cabeza y, aunque avisé a mi supervisora, nadie me acompañó a la salida... cuando dejé el hospital me estaban esperando fuera". El relato de Mar, una de las muchas enfermeras que asisten en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) de la Comunidad de Madrid, forma parte del actual escenario de un Sistema Nacional de Salud donde los pacientes se amontonan en las salas de espera, acumulando largos retrasos que elevan la crispación de enfermos y acompañantes, y alimentan la agresividad con la que estos traspasan las puertas de la consulta.

Desde hace unos años, esta imagen es el día a día de los profesionales sanitarios en España y una consecuencia directa de la falta de concreción sobre la cantidad de pacientes que los facultativos pueden atender: "No nos dejan hablar del ratio que se debe tener, nos obligan a decir que es solo el aconsejado", confiesa esta sanitaria a La Información. La enfermera asegura que esta falta de concreción es una de las mayores trabas para la resolución de un problema que compromete la seguridad de los pacientes. Así, la profesional explica a que el ratio en las UCIs debe limitarse a 1,5 (pacientes) por enfermera: "En mi unidad es de tres,  independientemente de su gravedad, y eso es una barbaridad"

Esta profesional admite que la situación a veces se vuelve insostenible. La mujer relata que la semana pasada, en medio de su turno, sufrió una crisis hipertensiva que la llevó directamente a Urgencias donde, al pasar de los cincuenta, lo achacaron a un mero sofoco: "Hay veces que pierdes los nervios y discutes, otros te echas a llorar... incluso hay compañeras que han sufrido episodios de hipoglucemia fruto del estrés". Con todo, afirma que el volumen de trabajo implica una presión desmedida que se alimenta de la carga de responsabilidad que conlleva la labor asistencial: "Cuando llegas a casa y se rebaja toda esa adrenalina pasas a un nivel de agotamiento en el que no te puedes mover".

La historia de Mar se suma a la de un pediatra de otro centro madrileño quien asegura a este diario que se le han llegado a acumular hasta treinta pacientes en la sala de espera: "Recuerdo una tarde que abrí la puerta de la consulta y vi a tantos niños esperando que les aseguré que, aunque me fuera a la una de la madrugada, pensaba atenderlos a todos". En lugar de tranquilizarlos, el mensaje del facultativo desencadenó el enfado de los familiares que "empezaron a gritarme de tal forma que tuve que volver al despacho y echar el cerrojo mientras padres y abuelos gritaban y golpeaban la puerta". Y este no ha sido su único linchamiento: "Se llega a un punto en el que tienes que salir por la puerta de atrás para ir al servicio y eso no es medicina, es un error".

¿Es verdad que faltan médicos?

Una de las principales alegaciones que se le hacen al Sistema Nacional de Salud (SNS) es que faltan sanitarios. Según el último informe de IPSOS sobre los principales problemas de la sanidad española, el 49% de los ciudadanos escogieron el personal insuficiente como el mayor fallo del sistema de asistencia pública, lo que la convierte en la segunda percepción del ranking, solo por detrás de los tiempos de espera (52%). A pesar de ello, cada vez se colegian más. El número de graduados de medicina no llegaba a los 4.000 en 2009, mientras que en 2017 rozó los 7.000. Sin embargo, las cifras de profesionales en Atención Primaria no han variado en la misma proporción.

En una década, el cuerpo de médicos de familia se ha reforzado con 445 profesionales, el de pediatras apenas ha sumado 161 y el de enfermeras ha crecido en 1.529. A pesar de ello, este pediatra afirma que más que una falta de facultativos "lo que hay es una falta de organización", y apunta que la cobertura sanitaria en España adolece de tres grandes deficiencias. Por un lado, afirma que muchas de las jubilaciones de los últimos años no se han repuesto. Además, la brecha entre las condiciones laborales de los facultativos en España frente a las remuneraciones que ofrecen en Reino Unido o Francia, está generando una fuga de profesionales. Lo que, sumado al envejecimiento de la población, aumenta el volumen de pacientes al que tiene que hacer frente cada profesional.

¿Qué es el Burnout? Ya afecta al 65% de los médicos

"Me vi atendiendo cuerpos como si no fueran personas", recuerda Marta, una antigua trabajadora del servicio de Urgencias del Hospital 12 de Octubre. La dificultad de este área, comparte la profesional con este diario, reside en la falta de previsión . Esta sanitaria, que dejó la unidad y ahora trabaja en otro centro madrileño, asegura que la deshumanización de los pacientes fue lo que impulsó el giro en su carrera: "Llegamos a tener una quincena de pacientes por enfermera, no podía hablar con ellos, solo eran cuerpos a los que aplicar técnicas, decenas de ancianos separados por un biombo sin poder proteger su intimidad".

Como Marta, el 65% de los sanitarios de Atención Primaria de la Comunidad de Madrid padecen el Síndrome del Desgaste Profesional o Burnout, un cuadro clínico reconocido por la OMS que puede agudizar en el deterioro de la salud mental y física de los facultativos, derivar en absentismo laboral y, en última instancia, llevar al abandono de la profesión. Así lo señala el último informe planteado por el Ilustre Colegio de Médicos de Madrid (ICOMEM), el primero en abordar el tema desde 2003 y que determina tres componentes para el diagnóstico del Burnout: cansancio emocional, despersonalización y falta de realización personal. Aunque solo un 8% de los sanitarios lo padece de forma grave, las conclusiones del ICOMEM señalan que "si no se actúa el colectivo puede progresar a un desgaste alto".

Paralelamente, España viene de una tendencia ligeramente decreciente en cuanto al porcentaje del PIB que se invierte en la sanidad pública: en 2017 la inversión fue del 5,9% frente al 6,4 que destinó en 2010. De todo el país, la Comunidad de Madrid compite con Andalucía por el primer puesto en la lista de CCAA donde peor retribución recibe el personal sanitario. También por el liderazgo en la región con más agresiones contra sanitarios. Esta amalgama de condicionantes dibuja un desgaste progresivo del SNS sobre el que el pediatra madrileño declara: "Esto avanza y nadie se está ocupando porque por ahora sirven los parches pero, cuando el sistema quiebre y no haya sanitarios, los que lo van a padecer son los pacientes".

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