Análisis: La libertad está en juego en un mundo que se calienta

  • El Congreso de Estados Unidos y Obama deben aprovechar la próxima cumbre de Copenhague para garantizar la libertad de generaciones futuras

Un campesino chino pasea por una zona que sufre los efectos de la sequía. De momento, China se opone a reducir la emisión de gases contaminantes | Reuters
Un campesino chino pasea por una zona que sufre los efectos de la sequía. De momento, China se opone a reducir la emisión de gases contaminantes | Reuters
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William H. Luers – Amy L. Luers | GlobalPost para lainformacion.com
William H. Luers – Amy L. Luers | GlobalPost para lainformacion.com

Nueva York – El presidente Barack Obama abrió una nueva etapa en las relaciones internacionales de Estados Unidos con su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Gracias a su llamada al compromiso del país con la comunidad internacional, él estableció un nuevo camino para garantizar las libertades estadounidenses. Con el calentamiento global y las negociaciones de la cumbre de Copenhague el próximo diciembre hay una gran oportunidad para Estados Unidos.

La mayoría de nosotros en Estados Unidos no hemos experimentado la ausencia de libertades o la inseguridad política. Sin embargo, si no actuamos rápidamente con respecto al cambio climático, nuestros hijos y nietos se enfrentarán a los futuros desafíos con restricciones a sus posibilidades y su bienestar. Estas decisiones no pueden estar marcadas por los períodos de Gobierno y las elecciones. Hay que decidir hoy y no se puede esperar.

Escribimos este texto como padre e hija, con diferentes visiones de asuntos mundiales: una de 50 años de carrera como diplomático, la otra con 20 años de experimento en ciencia medioambiental.  A pesar de las diversas experiencias previas, los dos vemos el cambio climático como la mayor amenaza en el horizonte para la libertad.  

La lucha por la libertad y la seguridad global durante el Siglo XX se centró en la opresión y los conflictos que generaron sociedades cerradas y dirigidas por despotismo ideológicos como el fascismo, el nazismo y el comunismo.

Guerras del futuro

En el Siglo XXI, los campos de batalla serán asombrosamente más complejos. Las temperaturas en ascenso y el cambio de patrones en las lluvias han reducido la disponibilidad de agua, con una bajada en la calidad del aire y un incremento de la frecuencia de las inundaciones, sequías e incendios. Si no se afronta el cambio climático, la vida de nuestros hijos se verá afecta en el lugar en el que viven, en lo que comen y, muy probablemente, en cómo son gobernados y en las guerras en las que combatan.

Para afrontar las crecientes y complejas necesidades de seguridad y libertad, se necesita cooperación internacional a un nivel nunca imaginado en el pasado. Mientras el cambio climático se cobra su peaje en las próximas décadas, no hay un futuro individual de libertad y no hay futuro nacional de seguridad, que junto a la libertad vendrá determinada por una comunidad global.

Después de la caída del muro de Berlín, Estados Unidos podría haber elegido unirse a otras naciones para construir nuevas estrategias colectivas para responder a los desafíos globales. En este momento. Sin embargo, prefirió continuar su despliegue de libertad como el guerrero liberador en vez de como socio colaborador.

Si nuestros hijos van a superar los obstáculos a la libertad en este siglo, necesitaremos que EEUU desempeñe un papel de colobarodador y no de liberador. Sin embargo, los estadounidenses afrontan un desafío particular en aceptar este papel. Algunos arguyen que las políticas para frenar el cambio climático son otro subterfugio para disminuir la libertad de los ciudadanos individuales.

Esta obsesión americana con las libertades individuales ha sido un obstáculo para el liderazgo estadounidense. Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se convirtió en el profeta de las leyes internacionales, los acuerdos y las organizaciones. En los últimos años, hemos operado más como el llanero solitario.

La experiencia singular de EEUU con la libertad ha magnificado nuestra obsesión con nuestra soberanía nacional. El país ha preferido evitar acuerdos que limitarían nuestras libertades individuales. El Congreso no ha ratificado un tratado en décadas y los presidentes habitualmente abandonan las negociaciones internacionales.

El presidente Obama se comprometió en la Asamblea General de Naciones Unidas a cambiar esa espiral egoísta. Tanto él como el Congreso deben aprovechar la cumbre de Copenhague para convertir a Estados Unidos en un líder creíble para la conservación de la libertad en generaciones futuras.

*William Luers fue embajador estadounidense en Checoslovaquia y Venezuela. Amy Luers es una científica dedicada al cambio climático y responsable del programa medioambiental de google.org

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