Arafat, el controvertido líder de una causa que ha marcado Oriente Medio

  • La causa palestina, liderada durante cuarenta años por el carismático y controvertido Yaser Arafat, nació como una cuestión sagrada para la nación árabe, y se convirtió en el torno sobre el que gira la política de la región y en el que se han forjado mapas, pactos, conflictos y guerras.

Jorge Fuentelsaz

El Cairo, 7 nov.- La causa palestina, liderada durante cuarenta años por el carismático y controvertido Yaser Arafat, nació como una cuestión sagrada para la nación árabe, y se convirtió en el torno sobre el que gira la política de la región y en el que se han forjado mapas, pactos, conflictos y guerras.

Para el especialista del Centro de Estudios Estratégicos Al Ahram, Said Okasha, la particularidad de la lucha palestina respecto a otros procesos de independencia árabes está en que nació antes como una lucha árabe que como una propiamente palestina.

"Los palestinos no fueron reconocidos como pueblo ni por los árabes, y la Liga Árabe habló durante mucho tiempo del representante árabe-palestino, no del representante del pueblo palestino", dijo a Efe Okasha antes de subrayar que los países árabes "asumieron la responsabilidad de la liberación de Palestina en lugar de los palestinos".

Esta postura marcó tanto la evolución de su lucha, como la de las relaciones multilaterales o las de los distintos líderes regionales con Arafat, de cuyo fallecimiento se cumplen 10 años el día 11.

El también experto del centro Al Ahram Mohamed Goma considera que uno de los logros de Arafat fue, precisamente, "su lucha por la independencia en la toma de las decisiones", algo que, según indicó a Efe, comenzó a tomar cuerpo tras la derrota árabe en la Guerra de los Seis Días (1967) y cristalizó tras los Acuerdos de Oslo de 1993.

Según Okasha otro de los problemas a los que se enfrentó fue que "se movió en un terreno muy difícil con partes enfrentadas: países radicales y conservadores o países con buenos contactos con Estados Unidos frente a los que tenían muy malas relaciones".

Arafat tuvo que desenvolverse entre potencias, países e ideologías que en muchas ocasiones emplearon la cuestión palestina como arma arrojadiza en sus relaciones o "como instrumento para ganar popularidad".

En este sentido, Okasha recuerda como durante la guerra entre Irak e Irán (1980-1988) ambos países argumentaban que la liberación de Jerusalén pasaba por la derrota de su enemigo.

"Siempre fueron decisiones muy difíciles y Arafat muchas veces se decantó por la opción incorrecta porque anteponía su sueño de independencia a la realidad de la situación, a pesar de su pragmatismo", sentenció el analista.

Para él, el líder palestino "no fue capaz de mantener el difícil equilibrio sobre la cuerda de funámbulo sobre la que se vio obligado a moverse".

Por su parte, Guma, que alabó de Arafat su capacidad de mantener unidas las filas palestinas, considera que el difunto líder "fue víctima de los tiempos complejos que le tocó vivir", aunque también "responsable de las decisiones que tomó".

El Septiembre Negro de 1970 en Jordania, cuando las Fuerzas Armadas mataron a miles de palestinos y expulsaron a la OLP y Arafat, los enfrentamientos con Siria en Líbano en los años setenta, o su respaldo al expresidente iraquí Sadam Husein tras la invasión de Kuwait en 1990, son algunos de los errores que achacan a Arafat, aunque según Guma no fueron responsabilidad solo de él.

Sobre lo que sí insiste es que estas decisiones le llevaron muchas veces al aislamiento y a la pérdida de apoyos, como cuando los países del Golfo le dieron la espalda por alinearse con Irak tras invadir Kuwait en 1990.

Este experto egipcio también considera que el estallido de la "segunda Intifada" en el año 2000 fue su último gran error estratégico que, según Guma, sirvió de excusa a Israel para frenar el proceso de paz y mostrar a Arafat ante Estados Unidos como el "(Osama) Bin Laden de Palestina".

Ambos se resisten a poner en una balanza los logros y los fracasos de "Abu Ammar", como también era conocido, aunque coinciden en que no hay duda de que se convirtió en un "personaje histórico", o en un "héroe trágico", como lo definió Guma.

Quienes no dudan en alabar sin reservas su figura son los delegados en la Liga Árabe de Jordania, Beshr al Hasauna, y de Catar, Saif bin Moqadam Albuenein.

"Arafat libró una prolongada lucha armada, la guerra del pueblo palestino, tanto diplomática como política y mediática, e impuso en su movimiento Al Fatah y en la revolución palestina un pensamiento moderado, realista y una visión correcta", dijo a Efe Al Hasauna.

Para el diplomático jordano, Arafat, que en 1994 vio reconocidos a nivel internacional sus esfuerzos con los premios Príncipe de Asturias de Cooperación y el Nobel de la Paz, "permaneció fiel a los principios en los que creyó".

"Fue muy flexible en todo, menos en lo que se refiere a la causa de Jerusalén Este, el retorno de los refugiados y la creación de un estado palestino independiente", subrayó.

El delegado de Catar en la organización panárabe, por su parte, destacó la capacidad de Arafat de "unir al pueblo palestino" y concluyó asegurando que fue y es "un importante símbolo para la lucha nacional y la revolución mundial".

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