Seis robos en una noche

Cae la 'Banda de la alcantarilla' que atemorizaba a las farmacias de Madrid

Material incautado a la banda de atracadores de farmacias
Material incautado a la banda de atracadores de farmacias
Guardia Civil

Las farmacias han sido blanco de los delincuentes desde que empezó esta pandemia. Los farmacéuticos, además de enfrentarse a la falta de material para protegerse del coronavirus mientras seguían detrás de sus mostradores para luchar contra la Covid-19, también han tenido que lidiar con atracos a punta de navaja de yonquis y rateros o los robos de bandas ya más organizadas que esperaban a que cayera la noche para romper las lunas y llevarse su cajas registradora. Una de las que operaba en Madrid y alrededores ha caído. Están acusados de al menos 47 robos perpetrados contra un sector, el de los boticarios, que ya habían sido alertados por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado para que extremaran las precauciones. 

La banda que actuaba de noche vigilaba las farmacias durante el día para conocer sus sistemas de seguridad y lo concurridas o no que estaban. Al caer el sol, llegaban en un coche que previamente habían robado y con una tapa de alcantarilla rompían los cristales si antes no habían podido forzar la cerradura de entrada. Su único objetivo era la caja registradora, pero en alguna ocasión echaban mano de los medicamentos que estuvieran cerca del mostrador. En cuestión de minutos salían con el botín dirección a un nuevo objetivo, hasta cometer seis delitos en una misma noche.

Fuentes de la investigación revelan a La Información que los detenidos son dos hombres de nacionalidad rumana y otro moldavo con edades comprendidas entre los 32 y 42 años. Los tres vivían en el madrileño barrio de San Blas, dos en un piso y otro en una barriada cercana, desde donde se desplazaban para hacer las vigilancias y no dejar nada al azar, buscando cámaras de seguridad, por donde huir, las zonas con menos posibilidad de ser escuchados, las menos transitadas... Eran conscientes de que en pleno confinamiento nadie podía estar en la calle y solo debían preocuparse de hacer el menor ruido posible. Antes de cometer los atracos buscaban el vehículo con el que viajar para después dejarlo abandonado a las afueras de la localidad por si alguna cámara de vigilancia había registrado la matrícula.

Para ello anulaban su sistema eléctrico con clonadores de centralitas y llaves electrónicas, lo que permite sustraer un vehículo en cuestión de segundos. Una vez se fuerza una cerradura con estas técnicas desde dentro del vehículo se clona la llave original del coche sin necesidad de tenerla en su poder ni de que el dueño esté cerca. En las copias con chip  se vuelca el código de arranque tras hackear el ordenador de abordo. La banda pudo llegar a operar con cuatro vehículos de gama media y durante la inspección de sus domicilios se les incautó uno, que podría estar ya preparado para seguir cometiendo robos. Esta es una de las líneas de investigación que llevó hasta ellos.

La operación 'Blackroof' que inició la Guardia Civil de Toledo investigaba el robo en algunas farmacias de la localidad y la aparición de coches abandonados que habían sido robados previamente. Días después en Madrid se inició la operación 'Cervero' -como suelen llamar a los robos en establecimientos- y pronto se dieron cuenta de que ambas tenían el mismo modus operandi. De la colaboración surgió la operación 'BlackroofCervero' en la que a los arrestados, que además asaltaban bares, gasolineras y ópticas, se les atribuyen los delitos de pertenencia a grupo criminal y robos con fuerza, además de saltarse el confinamiento.

Destacan los investigadores la rapidez con la que actuaban y lo activo que eran, ya que en una misma noche llegaban a recorrerse la provincia de Madrid para ir cometiendo diferentes robos en varios puntos -hasta en seis- "como la noche en la que cometieron el primer atraco en Navalcarnero y acabaron en Villanueva del Pardillo", recorriendo 70 kilómetros en pleno estado de confinamiento. En Toledo en una sola noche los agentes llegaron a recibir tres mismos robos tamibén en localidades cercanas. En total, al menos 47 farmacias, habrían sido atracadas por estos hombres que con guantes, pasamontañas y tapadera de alcantarilla en mano se apoderaban de una caja registradora en la que como mucho habría quedado las monedas del cambio. 

Aunque los delitos durante los primeros días de aislamiento desde que se decretara el estado de alarma el pasado 14 de marzo habían descendido lo cierto es que "el delincuente es delincuente" y ha adaptado su forma de vida a esta pandemia, centrando sus robos en las farmacias, desde donde los profesionales daban la voz de alarma por el miedo que pasaban sobre todo cuando empezaba a caer la noche. Más de uno cerraba las puertas de entrada y empezaba a vender desde la ventanilla a media tarde, con el temor a que el contagio del coronavirus fuera mayor por la proximidad con la que tenían que hablar con los clientes. 

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