Australia despide y entierra los restos del legendario bandolero Ned Kelly

  • Más de un siglo después de su muerte, el mítico bandolero Ned Kelly, el Robin Hood australiano ahorcado en 1880 por sus delitos, tendrá un funeral católico y será enterrado en un camposanto tal como pidió antes de su ejecución.

Rocío Otoya

Sídney (Australia), 18 ene.- Más de un siglo después de su muerte, el mítico bandolero Ned Kelly, el Robin Hood australiano ahorcado en 1880 por sus delitos, tendrá un funeral católico y será enterrado en un camposanto tal como pidió antes de su ejecución.

Las ceremonias fúnebres por el forajido convertido en leyenda arrancaron hoy en la localidad de Wangaratta, con un funeral en la iglesia católica St Patrick al que asistieron unas 300 personas, entre descendientes, simpatizantes y curiosos.

El oficiante de la misa, monseñor John White, dijo que se trataba "de un día muy importante para la historia de Australia", aunque resaltó que con la ceremonia religiosa no se persigue darle una imagen de "un santo o un pecador", sino solamente rezar por su alma.

Tras la ceremonia, los restos mortales de Kelly, salvo el cráneo que fue robado, recibirán sepultura en una fosa sin inscripción que se ha preparado en el pequeño cementerio en el que reposan los de su madre, en Greta, en una localidad de la zona del interior del estado sureño de Victoria.

Esta previsto que el entierro de los restos del bandolero, quien encarnó para un amplio sector social la lucha contra la opresión y la injusticia durante la colonización británica de Australia, tenga lugar este fin de semana.

Uno de los descendientes de Kelly, Brendan Cooke, dijo que se siente orgulloso de que finalmente se cumpla el último deseo del bandolero, ser despedido con un funeral católico y enterrado en un camposanto.

Para Cook y otros descendientes se trata de un tributo a Edward Kelly, quien murió con 25 años, y no al criminal que fue ahorcado tras los muros de la antigua prisión de la ciudad de Melbourne por matar a tres agentes de la Policía.

La leyenda de Kelly resurgió en septiembre de 2011, cuando los especialistas australianos del Instituto de Medicina Forense de Victoria y los forenses argentinos que colaboraron en los trabajos, confirmaron que los restos humanos que habían analizado por medio de pruebas de ADN eran las de aquel malhechor que fue una pesadilla para las autoridades de la época.

Casi la totalidad de los huesos de Kelly, a excepción de la calavera, estaban en un ataúd de madera en una de las fosas comunes localizadas en 2008 por un grupo de arqueólogos en la que otrora fue la penitenciaría de Pentridge y que fueron exhumados por primera vez en 1929.

Pero al parecer aquellas personas que participaron en el traslado guardaron para sí, de recuerdo, varios huesos del mítico bandolero cuyas andanzas han servido al mundo del cine para hacer películas sobre su vida y cautivaron al rockero Mick Jagger o al fallecido actor Heath Ledger, quienes interpretaron el papel de Kelly.

Las investigaciones para identificar a Kelly comenzaron en 2009, cuando el granjero Tom Baxter entregó a la institución médica una calavera que aseguraba era del bandolero, pero que los análisis y estudios posteriores demostraron que perteneció a otra persona.

El supuesto cráneo de Kelly fue robado en 1978 cuando era exhibido en una urna de cristal en Melbourne.

Para muchos, la leyenda de Kelly refleja el conflicto entre los descendientes de convictos, entre ellos muchos irlandeses, y la por entonces clase dominante formada mayoritariamente por ingleses, así como los valores típicamente australianos de la solidaridad entre compañeros.

Kelly tuvo que asumir a la edad de 12 años el papel de jefe de familia y evitar que se les despojara de las tierras familiares cuando su padre murió a manos de la Policía en circunstancias que nunca se han aclarado y dos años después fue detenido por compartir con sus vecinos un botín que le robó a una familia acomodada.

Su vida como prófugo comenzó en 1878, cuando fue acusado de disparar a un agente de la policía que entró en el hogar familiar para detener a uno de los hermanos menores, Dan.

En la clandestinidad, Dan y Ned se unieron a otros dos amigos y juntos robaron bancos y burlaron a la policía, acciones que fueron contadas por el escritor Peter Carey en su libro "La verdadera historia de la banda de los Kelly" (2000).

La fugaz vida criminal de Kelly terminó en 1880, cuando su banda llegó a la localidad de Glenrowan, cortó los cables del telégrafo y forzó a los trabajadores del ferrocarril a serrar los rieles.

Allí se libró un largo enfrentamiento a tiros con la Policía que acabó con la vida de tres bandoleros y dejó herido a Kelly, quien después de ser detenido, fue enjuiciado y condenado a morir en la horca.

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