Bolivia, con muchas leyes en favor de las mujeres, sigue siendo machista

  • El sexismo que sufrió la ministra de Salud de Bolivia de parte del presidente puso en evidencia el predominante machismo en el país, pese a leyes en favor de los derechos de la mujeres y de su participación en la política.

"No quiero pensar que es lesbiana", le dijo Morales a la joven ministra Ariana Campero, molesto, según narraron a la prensa algunos testigos, porque la autoridad no prestaba atención al discurso presidencial por hablar con otra mujer.

Poco después, Morales se disculpó "humilde y sinceramente", aunque sostuvo que "decir, preguntar o pensar si alguien es lesbiana o gay no es insulto, ni ofensa", según un texto divulgado por el Ministerio de Comunicación.

Días antes, el vicepresidente Álvaro García había aludido a la soltería de la ministra, de 29 años, en un acto público.

"Primero cásate, ministra, no es así nomás, el novio (pide) 'pruebita de amor', pero es primero poniendo el matrimonio, (si no) luego te va a dejar con tu pruebita de amor colgando", aseveró, y también se disculpó luego, alegando que su esposa lo regañó.

Campero, que en esta ocasión aún no se ha pronunciado, ya había sido atacada por un candidato a la alcaldía a inicios de año, quien le pidió quedarse en la región "con cama adentro y patrón encima".

"Ni callada ni sumisa. Esta ministra está contra el patriarcado, qué pena por machistas en nuestras filas. La lucha sigue", escribió en aquella ocasión Campero, en su cuenta de Twitter.

Las declaraciones del presidente levantaron una ola de protestas de organizaciones de género. "Sus bromas de mal gusto (son) de contenido lesbofóbico y discriminador", protestó una Red de mujeres lesbianas y bisexuales.

"Con este tipo de declaraciones sólo siembra burla, estereotipo, odio, segregación y violencia hacia una población grande e importante", deploró una Coalición de Colectivos LGTB.

En 2010, Morales achacó la homosexualidad a la ingesta de pollo: "El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas, por eso los hombres cuando comen este pollo tienen desviaciones en su ser como hombres".

Frente a las críticas, el presidente suele justificarse: "De tonterías se preocupa (la oposición). Yo me definiría como feminista, aunque con bromas machistas".

Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Bolivia es el país latinoamericano en el que se concentra la mayor violencia física contra las mujeres y el segundo, después de Haití, en materia de violencia sexual.

En 2014 se registraron 33.000 casos de violencia contra la mujer, según reportes oficiales, de los cuales 54 fueron catalogados como feminicidios, aunque las organizaciones de mujeres elevan la cifra a más de cien.

"Estos datos hablan por sí solos y son alarmantes, si además les sumamos los que no son denunciados y no son reportados, el panorama es preocupante", según el Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (Cidem).

Un informe de la Defensoría del Pueblo consideró que en el último tiempo la violencia contra la mujer "se ha convertido en la más grave y constante de las formas de vulneración de los derechos humanos (por) su recurrencia, su crueldad e impunidad".

Ante ello, el representante local del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, Denis Racicot, consideró el año pasado que la situación creada por la violencia de género es "muy fuerte y preocupante".

Debido al principio de equidad y alternancia, vigente desde esta gestión legislativa, las mujeres en Bolivia han alcanzado niveles de presencia en la política sin precedentes.

De los 21 ministros de Morales, seis son mujeres, mientras la oficialista Gabriela Montaño es la presidenta de la cámara de Diputados.

Además, el sindicato de mujeres campesinas "Bartolina Sisa" tiene fuerte influencia y es el sostén político-sindical de Morales en el área rural.

Pese a ello, la violencia de género no cesa. "La mujer y la niña son consideradas objetos sexuales", deploró Julia Velasco, coordinadora de la Agencia Nacional de Noticias por los derechos de la Infancia (ANNI).

Una ley votada el año pasado incluyó por primera vez el "feminicidio" en el código penal, sancionado con treinta años de prisión. "Pero esta ley no ha sido prácticamente nunca aplicada", se lamenta Mónica Novillo, de la Coordinadora de la Mujer.

rb/mav/lm

Mostrar comentarios