Va camino de ser la peor

Filomena 'tapa' la pandemia: la tercera ola acelera el aumento de los contagios

El temporal de nieve ha acaparado todos los focos de atención a la vez que el virus continúa expandiéndose de una manera descontrolada. Solo dos autonomías evitan, por ahora, el máximo riesgo.

Covid y Filomena
Covid y Filomena
Agencia EFE

El paso de Filomena por el país ha motivado que la atención de la ciudadanía y los políticos se centrase en cómo afrontar las consecuencias del temporal, que ha dejado las mayores nevadas que se recuerdan en décadas en varios puntos del centro peninsular. Un temporal que ha tenido unas consecuencias nefastas por el colapso de la movilidad, los accidentes que provoca el hielo posterior a la nieve o los millones de euros en costes que habrá que afrontar para arreglar desperfectos. Pero la borrasca también ha provocado que se haya dejado en un segundo plano la situación del coronavirus durante unos días, coincidiendo justo cuando la pandemia, que ha entrado de lleno en una tercera ola en la que los contagios se han acelerado, con incidencias acumuladas alarmantes y cifras de fallecidos y hospitalizados en tendencia ascendente. Y el empeoramiento no ha hecho más que comenzar. 

El golpe de Filomena ha llegado precisamente cuando se ha vislumbrado que esta tercera oleada de Covid-19 va acompañada de una transmisión del virus mucho más rápida y uniforme, según los expertos consultados por La Información. Algo que reflejan los datos, después de que las incidencias se hayan disparado en apenas dos semanas y hayan alcanzado unas cotas para las que antes hacía falta que pasaran dos meses. A ello se suma que ahora todo el país está empeorando sus datos a la vez. No hay ni una comunidad que haya conseguido evitar el 'pinchazo' epidemiológico con respecto a días anteriores, lo que es una novedad con respecto a la segunda ola, donde al inicio de la misma unas autonomías pasaron por momentos difíciles mientras otras mantenían a raya sus contagios. Semanas después, los papeles se cambiaron: las que estaban bien cayeron al pozo, y viceversa.

Pero el temporal también va a dejar varias consecuencias directas que afectarán a la evolución de la crisis sanitaria. La primera es que "en las zonas más afectadas pueda producirse un retraso en las notificaciones de positivos", como explica el epidemiólogo y profesor de Salud Pública en la Universidad de Alcalá de Henares Pedro Gullón en conversación con este periódico. El motivo es que la situación de las carreteras y las recomendaciones de evitar la movilidad por las heladas ha impedido que la logística habitual de las pruebas se realice con normalidad. Gullón señala que habrá "mucha gente que se ha quedado en casa y que no haya podido hacerse un test que podía necesitar", lo que motiva que se detecten menos contagios. "Los números de ahora son malos, pero pueden ir a peor en estos días, ya que los actuales han sido enmascarados por Filomena", destaca.

El frío y los espacios cerrados

El frío extremo que ha dejado la borrasca también puede influir en el futuro cercano del virus. Esto responde a que la caída de las temperaturas es una de las casuísticas que pueden estar detrás de que los contagios se disparen, dado que la gente permanece más tiempo en lugares cerrados y sin ventilar, como explica Gullón. Que los termómetros estén por debajo de los cero grados fomenta esas situaciones, que aunque serían buenas para evitar un catarro favorecen que se expanda el coronavirus. Un factor que no explica por sí solo este crecimiento desbocado de la incidencia, que provoca que Extremadura, Murcia y Madrid sean los territorios que más preocupan. Los encuentros entre personas de distintos núcleos de convivencia también han podido facilitar que el virus se descontrole. "Ha habido muchos contactos en poco tiempo. Las fiestas han facilitado que la gente se reúna más", apunta el epidemiólogo, que estima que parte de la población ha podido comportarse igual que lo hacía antes del confinamiento de marzo. 

"Ha habido un incremento de los encuentros en espacios cerrados. La llegada de un frío tremendo y la Navidad ha fomentado que la gente no renunciara a esa socialización. Aunque se la jugara", apunta el médico de Atención Primaria Javier Padilla, que forma parte del grupo asesor de la pandemia del Principado de Asturias. Según su análisis, en esas reuniones han coincidido personas de distintas generaciones, "lo que ha fomentado que se expongan a una infección personas mucho más vulnerables". Una problemática que se acentúa con "la falsa seguridad de que la vacuna es el principio del fin", señala Padilla. "La realidad es que es más principio que fin, porque aún queda mucho tiempo para que haya suficiente población inmunizada", insiste este médico.

Los ecos del confinamiento

Tanto Padilla como Gullón apuestan porque haya "medidas intermedias" para intentar contener esa transmisión acelerada de la tercera ola. Estas pasarían por "cerrar toda actividad económica no esencial, como bares y restaurantes, dejando abierto lo principal, como los centros educativos", en palabras del médico. El epidemiólogo aboga por "hacer una apuesta clara por el teletrabajo en medio de este frío y del crecimiento de la incidencia", ya que considera que ayudaría a rebajar las tasas de contagios. Ambos descartan que haya que ir de manera directa a un confinamiento domiciliario como el de marzo, por motivos como el impacto sobre la salud mental que puede conllevar. Pero sí destacan que habría que dejar de pensar "en que las medidas van a durar tan solo 15 días", que es el plazo habitual para examinar si han funcionado.

Este es uno de los motivos por los que Gullón considera que ahora estamos ante el peor momento de la crisis sanitaria, ya que estima que las comunidades comenzaron a relajar las restricciones a finales de noviembre. Algo que hicieron después de que estas funcionaran y efectivamente se rebajaran todas las tasas que se analizan. Por lo que, a su juicio, es ahí donde habría que concentrar las miradas para analizar el alza de contagios actual, en lugar de centrarse tanto en la Navidad. "La incidencia acumulada se dispara en cuanto relajas unas medidas después de tener éxito. Hay que analizar desde qué momento hay que tomar medidas y también cuándo hay que dejar de tomarlas. Quizá en este último caso, los números deberían ser mejores de cuando decidiste empezar a limitar las actividades", explica.

Los expertos consultados coinciden en que tanto en Atención Primaria como en los hospitales hay una situación cada vez más preocupante. La cual puede ser solo el inicio de una nueva tensión del sistema sanitario, ya que Pedro Gullón cree que "la ocupación de camas y los fallecidos continuarán aumentando si no se toman medidas drásticas antes". La duda está en si esas altas cifras de positivos se traducirán en un crecimiento de hospitalizaciones que provoque que se vuelva al temor del colapso. Mientras eso se resuelve, el epidemiólogo se lamenta: "Parece que hemos normalizado tener 400 muertos al día. Hace unos meses, con unas decenas, estábamos alarmados". Gullón también apunta a que la población ha actuado en las últimas semanas "de la manera que las autoridades se lo han permitido, ya que ese 'salvar la Navidad' no era por las reuniones familiares, sino por el ámbito comercial".

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