Brasil se prepara para celebrar su Independencia en medio de nuevas protestas

  • Brasil celebrará mañana el Día de la Independencia en medio de nuevas protestas convocadas en casi todo el país y sobre todo en Brasilia, donde la presidenta Dilma Rousseff encabezará un desfile que puede ser un termómetro del malestar.

Brasilia, 6 sep.- Brasil celebrará mañana el Día de la Independencia en medio de nuevas protestas convocadas en casi todo el país y sobre todo en Brasilia, donde la presidenta Dilma Rousseff encabezará un desfile que puede ser un termómetro del malestar.

Para el tradicional desfile cívico militar con que se conmemora cada año la independencia de Portugal, las autoridades de Brasilia han dicho que esperan un público de unas 100.000 personas, pero en la internet otras 50.000 aseguran que participarán en protestas convocadas por diversos movimientos sociales.

Solo uno de los varios grupos que convocan las protestas, que se identifica en las redes sociales como "Manifestación Brasilia", hoy garantizaba la presencia de 45.275 personas.

"Estamos cansados del Mundial (de fútbol) más caro de la historia, de los políticos, de los intereses más altos del mundo, de profesores con salarios miserables, de obras públicas que nunca terminan, de la prensa comprada y manipulada", dice ese grupo en una larga enumeración de los motivos con que justifica las protestas.

Frente a esas convocatorias, el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff, ha instado a su militancia a "salir a las calles en este 7 de septiembre para defender las banderas de la democracia y la justicia social" y dar un "claro respaldo" a la jefa de Estado.

La Secretaría de Seguridad de la capital anunció que, a fin de garantizar el orden durante el desfile, serán desplegados unos 6.250 policías y que tropas de las tres Fuerzas Armadas, en un número no precisado, estarán listas para intervenir si fuera necesario.

El secretario de Seguridad de Brasilia, Sandro Avelar, ha dicho que "el servicio de inteligencia intentará identificar si en las eventuales protestas se infiltrarán grupos violentos", a fin de minimizar la posibilidad de enfrentamientos.

También declaró que existen informaciones de que algunos grupos violentos que se han mantenido en las calles de Río de Janeiro y Sao Paulo desde junio pasado pretenden participar en las manifestaciones convocadas para Brasilia y advirtió de que las autoridades actuarán con "todo el rigor necesario".

Brasilia también será sede mañana de un partido amistoso entre las selecciones de fútbol de Brasil y Australia, al que se espera la asistencia de unos 50.000 espectadores, por lo cual las autoridades de la capital desplegarán a unos 4.000 policías en los alrededores del estadio Nacional Mané Garrincha.

Durante la Copa Confederaciones, celebrada en Brasil en junio pasado en medio de las protestas, muchas de las manifestaciones se dirigieron a los estadios para reclamar por el elevado gasto público en ese evento y en el Mundial de 2014.

Además de las protestas convocadas para mañana en Brasilia, numerosos grupos articulados por las redes sociales han llamado a sus partidarios a congregarse en Río de Janeiro, Sao Paulo y otras grandes ciudades del país.

Las marchas anunciadas para mañana siguen la misma línea de las masivas manifestaciones que estremecieron al país durante las dos últimas semanas de junio pasado, que comenzaron tras una mínima alza de los precios del transporte y luego se convirtieron en reflejo de un generalizado malestar social hasta entonces oculto.

En junio, cientos de miles de brasileños protestaron por la mala calidad de los servicios públicos como el transporte, la educación y la salud, por la corrupción y un sinfín de motivos, a los que el Gobierno ha intentado dar alguna respuesta.

Rousseff anunció la contratación de médicos extranjeros para dar alguna satisfacción a las demandas en el área de salud e inversiones en el sector de transporte, así como propuso una reforma política para dar más transparencia a la gestión pública.

Sin embargo, su popularidad cayó de cerca del 70 por ciento a un 30 por ciento en medio de las manifestaciones, aunque desde entonces ha tenido una ligera recuperación para situarse en torno al 40 por ciento, según encuestas divulgadas a mediados de agosto.

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