¿Cómo reaccionarías si, en un descuido, rompieras sin querer una parte de una obra de arte? Suponemos que no muy bien. Pues eso, exactamente, es lo que le ha ocurrido a un camarero del Museo Británico.
El protagonista de la historia, según la revista ' The Art Newspaper', se agachó para un arreglo y al levantarse, no se percató de que a su espalda estaba la Venus de Townley (una obra datada del primer o segundo siglo d.C.) chocando con ella.
Tras el choque, el pulgar de la mano derecha de la estatua se cayó al suelo, aunque a pesar de la caída, el dedo resultó intacto y pudo ser restaurado sin ningún tipo de problemas.
En ese momento, la entidad no hizo público lo ocurrido ni el nombre de la empresa implicada pero la historia, ha sido redescubierta y publicada ahora por la revista especializada citada anteriormente.
Una portavoz del museo informó a 'The Art Newspaper' que la ruptura del pulgar fue "limpia" y que pudo ser arreglada de forma rápida y directa. Y el centro añadió en un comunicado que se ha tomado el incidente "en serio".
"La preservación de nuestra colección es de importancia fundamental. Nuestros conservadores expertos han podido restaurar perfectamente la obra y ha permanecido expuesta al público", añade el documento. Un obra... maldita
En 2012 otro visitante protagonizó un incidente con la misma estatua, y resultó dañada una mano que también tuvo que restaurarse.
La escultura es una copia de otra griega, la Diosa del Amor. La copia de mármol del museo londinense mide dos metros de alto y se encontró en Roma en 1775 y la compró Charles Townly, de ahí su nombre. Sus descendientes la vendieron al museo en 1805.
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