Cautivos de Sendero Luminoso en Perú: una vida muy parecida a la muerte

  • Lo raptaron a los 18 años y debió trabajar en campamentos agrícolas de Sendero Luminoso, en la enmarañada selva peruana. Hoy, este hombre de la etnia Ashaninka probablemente tiene más de 40 y acaba de ser rescatado, pero dos de sus hijos quedaron con la guerrilla.

"Estaba allí contra mi voluntad. Vivía con temor. Yo sembraba alimentos para la alimentación de los niños", cuenta el recién liberado, cuya identidad debe permanecer en reserva para evitar represalias. Muchos de quienes vivían con él ni siquiera tienen una, pues nacieron en estos campamentos controlados por Sendero y no tienen identidad ni huellas digitales registradas. En términos legales, no existen.

Este hombre, junto a una veintena de adultos y una treintena de niños, fue rescatado del denominado Sector 5, en el distrito de Mazamari, región Junín, allí donde los árboles pueden llegar a medir 40 metros de alto, que desde un helicóptero militar sólo se divisa una inmensa e interminable alfombra verde.

"En la selva es muy difícil detectar a alguien desde arriba", admite un agente de la Fuerza Aérea, desde el MI-17 ruso en donde usualmente se desplazan las tropas.

Esta zona se encuentra en el peligroso VRAEM (acrónimo del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro), una franja de selva entre montañas que une las regiones de Huancayo, Ayacucho, Apurímac y Cusco, el refugio de la guerrilla desde hace más de tres décadas.

Sendero -dicen los comandos militares- ya no ofrece combate, sino que dispara desde lejos y huye. Tiene capacidad de fuego y unos 80 hombres armados en el VRAEM, que es además el mayor valle cocalero del mundo. Según las autoridades, opera ahora en alianza con el narcotráfico.

El Sector 5 está a 280 km al sureste de Lima. En distancia no parece muy lejos. Pero si a ese camino se le suma un paso sobre la cordillera de los Andes y luego la tupida selva, entonces la cosa cambia. Hasta los equipos de radio se dañan.

"Nos han ofrecido equipos de otros países que aquí no funcionan (...) Una cosa es combatir en el Golfo Pérsico y otra en el VRAEM", dice el viceministro de Defensa Iván Vega. Bien lo saben los soldados del fuerte Valle Esmeralda, que tienen su artillería apuntando hacia el monte y la espesura de la selva. Cerca de allí han sido destruidas varias pistas clandestinas de aterrizaje para avionetas cargadas con droga.

Para muchos niños de Sendero, que han nacido y crecido aquí, este territorio es su hábitat natural. "Es increíble como estos muchachos pueden reconocer el tiempo que tiene una pisada y percibir a metros a alguien de fuera, por el olor del desodorante o el jabón", explica un comando a la AFP. Eran algo común en los años 90 y los primeros años de la década del 2000 las emboscadas a patrullas.

"Sendero hacía mucho daño, mataba. Quería escapar pero tenía miedo de que me maten (...) Estoy libre con mi esposa, pero mi hijo y mi hija están con Sendero en Vizcatán. Nos hacen falta", cuenta el hombre ashaninka, con la ayuda de una traductora, en su refugio de la base policial Los Sinchis (valientes, en quechua).

También dentro del VRAEM, Sendero tiene tropas en la zona de Vizcatán, en la región Ayacucho. Muchos de los rescatados aún tienen familiares en poder de Sendero.

Muchos adultos liberados ni siquiera saben su edad. Una mujer ashaninka sólo recuerda que se la llevaron a los 8 años, desde la localidad de Puerto Ocopa, en la zona, y la obligaron a cocinar. Tenía que levantarse de madrugada. Hoy, calcula que debe estar por sobre los 30.

Sendero, de origen maoísta, fue responsabilizada de desatar una guerra interna en Perú, que entre 1980 y 2000 dejó unos 69.000 muertos, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Aunque la mayoría de sus líderes están presos, el grupo sigue causando zozobra en el VRAEM.

A cargo de la guerrilla ahora están los camaradas 'José' y 'Raúl', del clan Quispe Palomino.

"Sendero aplica la estrategia de Pol Pot (exdirigente camboyano), divide a una familia capturada y la reparte en distintos campamentos" y luego amenaza con matar a todos si alguno de sus miembros se fuga, explica el jefe del Comando Especial del VRAEM, general César Astudillo.

Bien lo sabe un hombre que hoy colabora con el Ejército. Secuestrado de niño junto a su familia, uno de los cabecillas senderistas mató frente a él a su padre, por tratar de exponer un punto de vista.

También lo obligó a matar a un amigo. El mismo líder embarazó después a su madre y a su hermana. Ahora el hombre ayuda a la captura de quien, en medio de este conflicto, se convirtió en padre de su hermano y de su sobrino.

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