China "estira" su mapa nacional para defender sus reclamaciones marítimas

  • Pekín ha llevado a la cartografía su conflicto con el Sudeste Asiático por la soberanía de cientos de islas en el Mar de China Meridional, con un mapa oficial que por primera vez incluye todas las aguas en conflicto, lo que "estira" las cartas nacionales miles de kilómetros al sur.

Antonio Broto

Pekín, 26 jun.- Pekín ha llevado a la cartografía su conflicto con el Sudeste Asiático por la soberanía de cientos de islas en el Mar de China Meridional, con un mapa oficial que por primera vez incluye todas las aguas en conflicto, lo que "estira" las cartas nacionales miles de kilómetros al sur.

El mapa, presentado en público esta semana por la Editorial Cartográfica de Hunan, cambia radicalmente el aspecto que tienen los mapas nacionales de China, ya que por primera vez es vertical y no apaisado, como son todos los que cuelgan en aulas, bibliotecas, oficinas y otros muchos lugares del país.

Ello se debe a que por primera vez aparecen a la misma escala que la gran masa continental china archipiélagos como las Spratly o las Paracel, que China disputa con Vietnam, Filipinas, Indonesia, Malasia, Brunei o Taiwán, e intenta reivindicar también construyendo en ellas desde ciudades a pistas aéreas o instalaciones turísticas.

El mapa resulta algo chocante, porque muchas de esas islas son tan pequeñas que apenas son visibles en la nueva representación geográfica, y el aspecto final es el de un plano en la que China está algo descentrada, en la parte superior.

Anteriores representaciones oficiales de China también incluían las islas en conflicto, pero a escala menor que el resto del país y en minimapas insertados en una esquina, de manera similar a otros países con archipiélagos alejados de su masa continental, como las Canarias españolas o la Isla de Pascua chilena.

El mapa actual, que implica extender unos 5.000 kilómetros al sur los límites de China, coloca 10 líneas a modo de frontera imaginaria marítima entre el gigante asiático y los países del sureste asiático arriba mencionados.

Tampoco se olvida de incluir una de esas líneas fronterizas entre Japón y las islas Diaoyu (Senkaku para los japoneses), controladas de facto por Tokio pero que Pekín reclama, en el otro gran conflicto marítimo que en estos momentos obsesiona a China.

El contencioso que más quebraderos de cabeza causa este año a Pekín es, no obstante, el que mantiene con Vietnam por las Paracel (Xisha para los chinos, Hoang Sa para los vietnamitas), desde que a principios de mayo la petrolera estatal china CNOOC trasladara una de sus plataformas extractoras a aguas en disputa.

Los buques vietnamitas que intentaron detener esa instalación fueron respondidos con cañones de agua por barcos chinos y días después el conflicto se trasladaba a las calles de Vietnam, donde las protestas derivaban en ataques a negocios chinos en ese país en los que hubo al menos cuatro muertos.

El uso de los mapas en los muchos contenciosos de China con sus países vecinos es algo frecuente en el régimen comunista, que suele mostrar en exposiciones o en reuniones políticas cartas elaboradas por sus navegantes en siglos pasados con la intención de defender sus reclamaciones.

Este uso político de la cartografía no se reduce a los conflictos por las Paracel, Spratly y Diaoyu/Senkaku: también es obligatorio en los mapas chinos que la isla de Taiwán, pese a estar separada unilateralmente del resto de China desde 1949, sea mostrada como una provincia más del país, algo que no siempre ocurre en Occidente.

Otro detalle en el que los mapas chinos pueden diferir de los publicados en el resto del mundo es el de la controvertida frontera entre el gigante asiático y la India.

Los mapas chinos suelen mostrar como parte del país la zona de Aksai Chin, en Cachemira, que en cartas internacionales a veces figura como "región reclamada" por Pekín y Nueva Delhi.

Además, hasta hace apenas una década, esos mismos mapas chinos consideraban un país independiente el Estado indio de Sikkim, entre Nepal y Bután, que durante décadas contó con apoyo político de Pekín ya que el régimen comunista buscaba un territorio "colchón" que lo separara completamente de la India en el Himalaya.

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