"La tinta de un escritor también se nutre con olores, con comidas, con el ritmo de los vinos, con los ruidos del vecindario, con sus miedos, con su red de pequeñas supersticiones". Así piensa el periodista argentino Rodolfo Braceli y de ahí viene su empeño quizás en no hacer la típica entrevista. Le gusta conversar, explorar la poesía que debe darse en cada encuentro y buscar el diálogo sutil e inteligente.
Y así, con un planteamiento original consiguió entrevistar a Woody Allen en los años 90. Buscó la llave exacta para llegar a él: el humor. Le escribió una carta personal que jugaba en el tono del señor Allen. Lo que pasó después en esa entrevista es un devenir de historias rocambolescas, pero un placer para los amantes del cine del autor neoyorquino.
Resulta que cuando ve sus propias películas el señor Allen cae en grandes depresiones. "Recuerdo que cuando vi Manhattan sentí desconsuelo. Le pedí a mi representante que hablara con la productora para que no exhibiera la película. Hasta les prometí rodar dos más gratis...". ¿Sorprende, verdad? Pues quizás no tanto como que cuando era un chico soñaba con ser policía, ¿alguien puede imaginarse a Allen ejerciendo semejante profesión?
Bueno, menos mal que la influencia cinematográfica de su madre le hizo cambiar de idea... Sí, es que la mujer era florista y trabajaba a la salida de un cine. Una gran influencia, sí señor.
¿Sus ritos para empezar a escribir?, le pregunta Braceli. Sencillo: "Antes de empezar a escribir mis guiones me golpeo la cabeza. Exactamente me golpeo en la región occipital. Es entonces cuando se me empiezan a ocurrir las cosas".
¿Y cree en la reencarnación? No, no, Allen no quiere ni oír hablar de ella: "Eso de ir y volver, ir y volver, me resulta desagradable, por lo menos para mi gusto". Por no decir que la muerte: "Me preocupa bastante esa señora".
Y así, poco a poco, con preguntas en el mismo tono que las respuestas, con inteligencia, humor y conocimiento evidente de su obra, Braceli sacó lo mejor de Woddy Allen manteniendo el tipo sin troncharse de la risa. De hecho, algunas de las frases que consiguió sacarle al director son hoy 'vox populi'.
En el libro Escritores Descalzos (Clave intelectual) Braceli habla de cómo aborda el fenómeno literario en sus entrevistas a escritores precisamente hablando lo menos posible de literatura. Desarrolla una serie de consejos que le han valido para poder entrevistar con éxito, como en esta ocasión a Woody Allen, pero también a Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borjes o Ray Bradbury. Estos son algunos de ellos:
1. Adiós interrogatorio, hola conversación."Conversando se llega más lejos, más hondo que interrogando", afirma Braceli. "Ocurre que en el reportaje-entrevista, excepcionalmente se produce la coincidencia de dos descalzos, el entrevistado y el entrevistador".
2. El periodista debe contarse y entregarse. La naturalidad es una de las claves principales de la entrevista. El periodista se convierte también en un personaje espiado de alguna manera.
3. Debe darse de igual a igual. El periodista debe entender que está hablando con un igual a pesar de que sea un famoso escritor y sólo así podrá actuar con naturalidad.
4. Debe saber sacar la poesía. En el tránsito de la conversación se da un tipo de poesía peculiar. Son instantes especiales que el periodista deba "tratar de cazar como perlas".
5. Ponerle inocencia. Sin esa inocencia no se puede avanzar. Eso sí, no entendida como ingenuidad, si no como candor. "Debe esperarse que el milagro ocurra".
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