El complicado pero gratificante trabajo de quienes ayudan a los desplazados de Mosul

  • El día de Ahang comienza antes de que la mayoría de la gente haya salido de la cama. Para las 7.00, ya está de camino al campo de Hassam Sham, en el Kurdistán iraquí. El campo está en el medio de la nada. Cientos de tiendas de campaña en idénticas hileras sin fin, cubiertas de polvo amarillo. Más allá de las vallas, el terreno desértico se extiende durante kilómetros en todas direcciones. Es un lugar deprimente.
El complicado pero gratificante trabajo de quienes ayudan a los desplazados de Mosul
El complicado pero gratificante trabajo de quienes ayudan a los desplazados de Mosul
Por Sacha Myers, especialista de comunicación de World Vision
Por Sacha Myers, especialista de comunicación de World Vision

Pero comparado con las bombas y las balas de Mosul, Hassam Sham es un santuario. Un gran grupo de niños espera con impaciencia la llegada de Ahang y su equipo y se dan empujones para posicionarse en la entrada del Espacio Amigo para el Aprendizaje del Niño de World Vision.

Ahang es trabajadora social y psicóloga en el campo. De todos los trabajos humanitarios, ella tiene uno de los más duros. Camina de tienda en tienda bajo el sol abrasador todo el día, escuchando historias horribles y ofreciendo apoyo a algunos de los niños más vulnerables que han huido de los horrores de Mosul.

"Cada día hago seguimiento de los casos, registro nuevos casos e identifico a los niños que necesitan ayuda", explica Ahang. "En estos momentos estoy gestionando diferentes casos incluidos huérfanos, niños que fueron raptados por Estado Islámico, niños con discapacidades, víctimas de violencia de género y niñas obligadas al matrimonio infantil, algunas con tan solo 9 años", añade.

CASOS DESGARRADORES

Aunque Ahang dice que debe mantenerse fuerte para hacer su trabajo, reconoce que algunos casos son completamente desgarradores. "Tuve un caso de una niña de 6 años que había perdido a toda su familia, tanto sus padres como todos sus hermanos. Ella era la única superviviente", relata Ahang tranquila.

"Pasó todo un día abrazada a su madre después de que hubiera muerto. Pensaba que su familia estaba dormida, no se daba cuenta de que estaban muertos. Su tía la encontró y la rescató. Entonces sus abuelos la trajeron al campo", añade.

"Cuando la conocí no salía de la tienda. Solo quería estar sola. Pero la visité a diario, hablé con ella y la animé a venir al Espacio Amigo del Aprendizaje para el Niño de World Vision. Ha mejorado mucho", explica.

"NO ME GUSTARÍA ESTAR EN OTRO SITIO"

Swar es otro trabajador social de World Vision en el campo. Sus amigos creen que su trabajo es arriesgado, pero Swar asegura que no le gustaría estar en otro sitio.

Actualmente está ayudando a un niño pequeño cuya pierna quedó destrozada en una explosión. El chico fue operado en Mosul pero no pudieron reparar el hueso. Ahora tiene placas de metal en torno a su pierna. No puede caminar y su pierna se ha hinchado hasta el doble de su tamaño normal. Lleva una semana en el campo y claramente tiene dolores.

Como trabajador social para World Vision, Swar ha estado trabajando contrarreloj para ayudar al chico y su familia. Ha recabado la ayuda de otras cuatro ONG para que le suministren medicinas, un andador y una silla de ruedas.

También está trabajando con la dirección del campo y varios hospitales para intentar organizar otra operación. Swar está decidido a aliviar el sufrimiento del niño, así que ningún reto es lo suficientemente grande para él.

LO MEJOR, CERRAR CASOS

Tanto Ahang como Swar coinciden en que la mejor parte de su trabajo es cerrar un caso. "Llevaba el caso de tres hermanos que vivían solos en el campo", señala Swar. "Tenían 17, 15 y 10 años. Sus padres habían sido asesinados. Pasé mucho tiempo con ellos porque eran muy vulnerables", añade.

"Tenían una tía en Erbil y me dieron su número y su dirección. Contacté con ella y le dije que estaban vivos pero estaban en una muy mala situación. Trabajé con el director del campo para conseguir aprobación para que la tía viniera y ayudé a reunir a los hermanos con su familia", relata.

"Estaba muy emocionado cuando les vi reunirse con su tía. Me sentí muy feliz y fue algo que no tiene precio. No puedo expresar lo feliz que fue verles reunirse. Por eso adoro mi trabajo, porque estamos haciendo este tipo de cosas magníficas", sostiene.

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