Conforta a salvadoreños denuncia del Papa sobre difamadores de Romero

  • El hermano del asesinado arzobispo Óscar Arnulfo Romero, y una fundación católica de El Salvador, se declararon este viernes confortados porque el papa Francisco denunció que el pastor fue difamado en vida y ya muerto por obispos y sacerdotes de la misma iglesia.

"Me siento confortado. El Papa sabe más que nadie que monseñor Romero fue difamado porque nunca le tembló la voz para denunciar injusticias y atrocidades", declaró a la AFP Gaspar Romero, de 85 años, hermano menor del beato cuya causa de canonización sigue el Vaticano.

Por su parte, Edin Martínez, de la Fundación Monseñor Romero, dijo "alegrarse" por la declaración de Francisco que "llega cruda, sin adobo, porque es una verdad apegada a la historia que ahora sacude también a la iglesia salvadoreña".

Este viernes, en el Vaticano, el pontífice reconoció que "sacerdotes y obispos" orquestaron una campaña de difamación contra el extinto arzobispo de San Salvador con el fin de bloquear la beatificación que se produjo el pasado 23 de mayo.

"Lo estaban lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua", lamentó sin tapujos el papa argentino ante los fieles y obispos salvadoreños que viajaron a Roma para agradecerle la beatificación de monseñor Romero y abogar por su pronta canonización.

"Todos sabíamos de los grandes detractores que tenía nuestro profeta, pero que ahora lo diga el Papa es de gran significado", resumió Martínez.

Gaspar Romero dijo que en El Salvador quienes encabezaron las "calumnias" contra el arzobispo fueron los obispos Eduardo Álvarez (San Miguel), Pedro Arnoldo Aparicio Quintanilla (San Vicente) y Marco Revelo (Santa Ana), todos ya fallecidos.

Los tres obispos, según Romero, "fueron alentados por la oligarquía para que fueran a denunciarlo al Vaticano (para decir) que ellos eran testigos de que monseñor era un guerrillero, que era loco, bolo (ebrio) y que debían de quitarlo".

Romero, considerado la voz de los sin voz por denunciar en su tiempo las injusticias sociales y la represión militar, fue asesinado por un francotirador de la ultraderecha el 24 de marzo de 1980 mientras oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer en la periferia noroeste de San Salvador.

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