Convocados colaboradores de Francisco en juicio en Vaticano

  • El número dos del Vaticano, el cardenal italiano Pietro Parolin y dos estrechos colaboradores del papa Francisco serán convocados como testigos en el controvertido juicio en el Vaticano por filtración de documentos confidenciales.

La decisión fue tomada este lunes al término de la tercera audiencia que se celebró en la sala del tribunal del Vaticano ante la presencia de los cinco acusados y un pequeño grupo de periodistas.

La justicia del Vaticano abrió el 24 de noviembre un inédito juicio contra cinco personas, entre ellas dos periodistas italianos y un cura español, acusadas de divulgar documentos confidenciales sobre la malversación de fondos y el despilfarro en la Santa Sede.

Pese a las objeciones de la fiscalía del Vaticano, el juez autorizó convocar al secretario de Estado, Pietro Parolin, brazo derecho del papa, así como al cardenal español Santos Abril y Castelló y al arzobispo Konrad Krajewski, todas personalidades cercanas al papa argentino.

La decisión rompe con la tradición dentro de la Iglesia de que los trapos sucios se lavan en casa y resulta también un gesto de independencia del tribunal.

Parolin va a ser interrogado sobre la batalla interna dentro de la Curia Romana contra la voluntad de limpieza del papa Francisco del corrupto sistema de gestión de las finanzas de la Santa Sede.

Los prelados fueron convocados a pedido del abogado de Francesca Chaouqui, 34 años, la exconsultora italiana y experta en relaciones públicas, una de las cinco personas acusadas de conspirar para filtrar documentos reservados a la prensa, lo que afecta "los intereses" de la Santa Sede, un delito que se castiga con penas de 4 a 8 años de cárcel.

Para el abogado de Chaouqui, ella quiere demostrar que trabajaba "sólo a favor de los intereses de la papa".

"No he actuado contra el Santo Padre y no lo haré jamás", declaró Chaouqui a un grupo de periodistas, los cuales suelen describirla como a una mujer manipuladora y ambiciosa.

Krajewski es el hombre de confianza de Francisco para sus obras de caridad, mientras que el cardenal español es amigo de vieja data del pontífice, quien el año pasado lo nombró presidente de la comisión que supervisa el Instituto para las Obras de Religión (IOR), más conocido como el banco del Vaticano.

Todos los acusados, entre ellos los dos periodistas italianos, Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, autores de sendos libros sobre la corrupción en la Curia Romana, basados en correos, grabaciones, documentos, se enfrentan a penas de cárcel de hasta ocho años bajo la draconiana legislación contra las fugas promulgada por el Vaticano en 2013.

El juez rechazó el intento de los abogados de Chaouqui de impugnar la corte aduciendo que el delito ocurrió en territorio italiano.

El tribunal aceptó examinar como prueba los correos electrónicos, mensajes y conversaciones de WhatsApp entre los acusados, algunos de ellos han sido publicados por la prensa italiana, una tarea que será larga y compleja.

Chaouqui, centro del escándalo, ha sido acusada junto al religioso español Lucio Vallejo Balda y su ayudante Nicola Maio de filtrar documentos secretos a los que tenían acceso como miembros de una comisión nombrada en 2013 por Francisco para estudiar la reforma financiera.

El Vaticano ha sido muy criticado por juzgar a periodistas, en particular por las asociaciones de prensa y el colegio de periodistas.

La semana pasada se supo que Vallejo Balda confesó que filtró los documentos a petición de Chaoqui porque estaba perdidamente enamorado de ella y había sucumbido a sus avances sexuales.

La defensa de Balda logró que sea aceptada la evaluación psicológica de su cliente, argumentando que podía demostrar que estaba particularmente vulnerable, fácilmente influenciable en el momento del presunto delito.

Vallejo se encuentra detenido en una celda de la gendarmería vaticana desde el 2 de noviembre y ahora se enfrenta a la perspectiva de pasar la Navidad entre rejas.

El papa Francisco, en el avión en que regresaba de Africa el pasado 30 de noviembre, aseguró a los periodistas que lo acompañaban que serán garantizados todos los derechos de la defensa a los acusados.

Se trata del segundo escándalo por fugas de documentos confidenciales en el Vaticano después del que se registró en 2012 con Benedicto XVI, bautizado como "Vatileaks".

Esta vez afecta indirectamente a Francisco, comprometido en la reforma de la Curia por el exceso de burocracia, la mala gestión, el despilfarro, las pérdidas millonarias en ingreso de alquileres.

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